La tarjeta mensual de viajes ilimitados, que en Barcelona solo cuesta 22 euros, en Berlín vale 86; nosotros pagamos todo el coste del transporte, a vosotros os lo paga el déficit público de España, cada año superior al límite fijado para la UE”. Así empieza un eurodiputado alemán europeísta a explicarme por qué crece el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD). En el 2021, fue quinta fuerza en el Bundestag con un 10% del voto, pero el domingo puede superar el 20%, haciendo terceros los socialistas de Scholz.
Se dice que el AfD crece por la inmigración y los atentados islamistas. El AfD, sin embargo, es un partido antiUE y, sobre todo, antieuro y recoge un resentimiento, interclasista e intergeneracional, que se incuba por todo el país desde hace tiempo. Los años de la covid han tapado en Alemania un debate sobre la UE y el euro que, desde el 2014 hasta el 2020, llenaba los medios de comunicación y que, ahora, vuelve: Alemania pierde todas las votaciones clave en el BCE: desde las compras de deuda pública (de los países del sur, más endeudados), hasta la fijación del tipo de interés. Así, cuando Mario Draghi fijó, desde el 2014, un tipo del 0%, eso se vivió en Alemania como una transfer union monetaria encubierta, impuesta por los países del sur, que tienen mayoría en el BCE, a los países del norte. Una imposición por la puerta de detrás, que incentiva y premia los países del sur, que siempre generan déficits públicos anuales del 5% al 7% de su PIB, cuando el límite máximo de la UE es del 3%. El tipo de interés cero también penalizaba los gobiernos de los países nórdicos responsables ( Alemania generó superávit fiscal entre el 2015 y el 2019) y castigaba a sus pequeños ahorradores.
El país sufre una falta de infraestructuras al haber cumplido las normas fiscales de la UE
Hay que recordar que a Draghi no le tocaba presidir el BCE: después de Trichet, estaba pactado que sería Axel Weber, presidente del Bundesbank, quien lo relevaría, pero Alemania renunció en el 2011, en disconformidad por el rescate de Grecia. Hoy, Alemania sufre una falta de renovación de sus infraestructuras a causa del cumplimiento de las normas fiscales de la UE. En el 2024, en Alemania, la deuda sobre el PIB es del 65% (el límite máximo de la UE es del 60%), pero en Francia ya es del 110%.

Sesión en el Bundestag de Berlín
Angela Merkel participó en un debate plácido en el Parlamento Europeo en octubre del 2013, pero se atragantó con los tories británicos: “nos marcharemos de la UE porque es un embrión de unión política hecha demasiado a la francesa”. Merkel, descolocada, solo supo responder: “vosotros que liberasteis mi país del nazis no nos dejáis”. El Brexit ha hecho aflorar una verdad incómoda: provocó un desequilibrio de población a favor del sur de Europa. Desde entonces, París, Roma y Madrid imponen en la UE, como hacen al BCE, su visión en todos los ámbitos en Alemania y en los países nórdicos.
Este hecho está en la base del euroescepticismo creciente en países antes europeístas, como Holanda y Austria, y explica por qué el ministro liberal alemán Christian Lindner rechazó el informe Draghi para una UE más competitiva y más federal. Esto explica por qué los partidos alemanes antiUE pueden superar el domingo el 30% de los votos.