Israel pide perdón a los Bibas

Slijá, perdón en hebreo. Es el mensaje que compartieron israelíes y judíos en todo el mundo, sobre la silueta pelirroja de los difuntos Shiri, Ariel y Kfir Bibas. Junto al activista pacifista Oded Lipshitz, sus cadáveres fueron entregados en ataúdes negros, en una nueva ceremonia de terror psicológico de Hamás. La lluvia y el cielo grisáceo anticiparon uno de los días más negros de la historia del estado judío.

Israel pide perdón a los Bibas, convertidos en símbolo de la tragedia del 7 de octubre. El rostro atemorizado de la madre Shir, cubriendo con mantas los rostros de sus hijos mientras hordas islamistas asesinaban y secuestraban a civiles del kibutz Nir Oz, dio la vuelta al mundo. Según los mensajes inscritos por Hamás en sus ataúdes, fueron “arrestados”.

“Nuestros corazones se desmoronan. Pido perdón en nombre del estado de Israel. Perdón por no protegerlos en aquel terrible día, perdón por no traerlos a casa”, pronunció el presidente Isaac Herzog. Un perdón que visibilizaron decenas de miles de ciudadanos, concentrados en carreteras y ataviados con banderas nacionales, para dar el último adiós a compatriotas que fueron secuestrados en pijama de sus casas. Todos pararon sus vidas: fue una jornada de luto nacional.

Fue una mañana de dolor, pero también de furia. “Jamás perdonaré a la muchedumbre palestina, incluidos mujeres, niños y ancianos, que celebraban mientras cuatro israelíes asesinados eran expuestos”, tuiteó Avi Mayer, ex editor del Jerusalem Post. También se estremecieron voces palestinas, como Ihab Hassan: “no hay heroísmo en aparecer armados frente a ataúdes de bebés, mujeres y ancianos. Es pura cobardía y depravación”. Una brutalidad que no sorprende, en un país encallado en el trauma del 7 de octubre de 2023.

Consciente de que podría perder el control de Gaza tras la tregua, Hamás explota la atención mediática mundial. En esta ocasión, para acusar al “criminal de guerra Netanyahu” de matar a los rehenes con “sus misiles”. Denostando la escenografía islamista, parte de la sociedad israelí considera que su gobierno no actuó decididamente para traer en vida a los rehenes.

“No tenemos el privilegio de seguir en duelo, estamos obligados a devolver al resto a casa”, expresó el analista Yariv Openheimer, que denunció la oposición de parte del gobierno en proseguir con el alto al fuego. “Primero devolvámoslos, y luego afrontaremos los retos pendientes”, urgió Sharon Sarabi, cuyo hijo famélico Eli regresó recientemente del cautiverio.

Entre la pesadilla, surge un consenso: se debe restaurar la confianza en un estado capaz de proteger a sus ciudadanos. “Hoy todos lloramos, perdimos cuatro tesoros preciados, pero el sábado nuestro corazón se alegrará al ver a seis vivos regresar”, zanjó Sarabi. El tiempo se agota para los israelíes vivos en Gaza.

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