
Después de conquistar las ciudades de Bukavu y Goma, el grupo rebelde M23 continúa su avance por el noreste de la República Democrática del Congo. Esta mañana, el grupo apoyado por Ruanda avanzaba sin casi oposición hacia la ciudad de Uvira, a 70 kilómetros al sur de Bukavu, capital de la región Kivu Sur, controlada por los rebeldes desde el viernes pasado. Las tropas de Burundi, que apoyaban al ejército congolés en la zona, se han retirado hacia su territorio en las últimas horas. También se produjeron enfrentamientos entre el M23 y soldados del ejército y de la milicia Wazalendo, cercana al gobierno de Kinshasa, en la región minera de Wasisi.
Aunque la calma se restablece poco a poco en Goma y Bukavu, ambas de más de un millón de habitantes, la seguridad en la zona es todavía muy frágil. En los últimos días, se han producido varios casos de justicia popular en ambas ciudades. Varios ladrones o combatientes fueron apedreados o quemados vivos con un neumático encendido en el cuello durante la noche. La ONU acusó también al M23 de haber matado a tres niños durante la toma de Bukavu, en la que se produjo el pillaje masivo de almacenes, tiendas y casas particulares. El M23 negó la acusación y señaló que el ejército congolés repartió armas a los civiles durante su retirada de la ciudad para hacer frente a los rebeldes.
Miles de personas han perdido sus casas por la violencia de las últimas semanas, que se ha cebado con los más débiles. En su avance a Goma, el M23 ordenó el desmantelamiento de los campos de desplazados que salpican toda la región: el actual conflicto ha provocado unos 2 millones de desplazados, más de 650.000 en Goma y sus alrededores.
El grupo rebelde, de mayoría tutsi, alega que han traído la paz a la región y la población puede volver a sus casas, además de que soldados desertores y miembros de la milicia Wazalendo usaban los campamentos de desplazados para esconderse y guardar armamento. Decenas de miles de personas debieron desmantelar sus refugios en pocas horas y hay miles que no tienen dónde ir ya que están enfermas o sus aldeas han sido destruidas.