
El mundo es consciente ya del shock que supone la llegada de Donald Trump a La Casa Blanca. Pero las elecciones alemanas también marcan un rumbo en Europa si, como parece, se abre camino una gran coalición entre conservadores y socialdemócratas en este momento crítico. Sería un acuerdo que debería irradiar su influjo en Bruselas, incluso en España, aunque este rincón europeo se mueva siempre por coordenadas domésticas y particulares. Pedro Sánchez sigue forjándose la imagen de defensor de los valores democráticos frente a un PP al que no cesa de identificar con Vox, pero en las filas populares se están produciendo señales que tratan de zafarse de esa simplificación. Alberto Núñez Feijóo busca su propia doctrina para este nuevo orden y Alemania puede ser una oportunidad. Veremos hasta dónde llega.
En la sesión de control de ayer en el Congreso, en medio de los habituales reproches y exabruptos, Feijóo hizo referencia a la gran coalición alemana. Es evidente que algo así resulta impensable en este momento de la política española, como lo ha sido desde la transición, pero evidencia que el PP se fija en Alemania y no en Estados Unidos como referente, como es el caso de Vox. El problema para materializar esa idea es precisamente haber alcanzado pactos de gobierno con el partido de Santiago Abascal, aunque éste los haya roto en las comunidades autónomas buscando su propio crecimiento.
El posicionamiento de la FAES, la fundación de ideas de José María Aznar, en contra del trumpismo de manera nítida, no es baladí. La FAES fija el rumbo, pero esta vez sorprende porque su dirección no apunta a la que estábamos acostumbrados. Por ejemplo, no va en la misma línea que Isabel Díaz Ayuso, que suele hacer envolventes a Vox. Tampoco va por el carril que hace meses trazó el líder de los populares europeos, Manfred Weber, de trenzar alianzas con la ultraderecha para tratar de moverle la silla del gobierno europeo a su compañera de la CDU, Úrsula Von der Leyen, aunque ahora ya esté más calmado. A él se arrimó Feijóo, entre otras cosas para tratar de erosionar a Sánchez poniendo trabas al nombramiento de Teresa Ribera como número dos de la Comisión. Justo lo que ahora se abre camino en Alemania: la colaboración entre conservadores y socialdemócratas.
La FAES de Aznar sigue siendo más potente que las fundaciones de Casado y ahora de Feijóo
La etapa de Aznar y su alineamiento atlantista a raíz de la guerra de Irak supuso una cierta ruptura con Francia y Alemania. En especial con Alemania, con cuya derecha el PP siempre ha mantenido más afinidad. A su llegada a la Moncloa, Mariano Rajoy se rodeó de políticos y diplomáticos que atendieron más al flanco europeo, desde Jorge Moragas (aunque logró que Rajoy fuera recibido por Trump en La Casa Blanca) a Íñigo Méndez de Vigo, Alfonso Dastis o su cuñado Francisco José Millán Mon. Las conexiones internacionales de la FAES de Aznar proceden del mundo hispano, por ejemplo con Marco Rubio, actual secretario de Estado. Pero está claro que la administración Trump ha elegido a Abascal por delante de Feijóo y la FAES no ha dudado en atacar el populismo del nuevo gobierno de EE.UU.
Tanto Feijóo como el propio Pedro Sánchez se han mostrado muy prudentes a la hora de criticar directamente a Trump. Nadie quiere provocar la reacción de quien puede tomar decisiones muy dañinas para los intereses españoles y europeos. Pero el socialista sí se erige en muro de contención de las ideas populistas del movimiento que ha aupado al presidente norteamericano y aprovecha la identificación de Vox con Trump para incluir en el saco al PP, hasta el punto de tildar a los populares de “colaboracionistas”. “No se puede ser europeísta los días pares y coaligarse con Vox los impares”, proclama Sánchez.
Mientras, Feijóo busca su perfil. Primero trató de pasar de puntillas por el nuevo escenario internacional, luego se desmarcó de Vox y ahora trata de recuperar el hilo con la derecha alemana que va a ganar poder en Europa, ya que la CDU contará con el gobierno de ese país, la presidencia de la Comisión y el mayor grupo en el Parlamento europeo. Feijóo no cuenta con grandes contactos internacionales más allá del Partido Popular Europeo. De ahí el esfuerzo de esta semana al reunir a ex ministros de Exteriores y de Defensa, además de pedir respaldo a Rajoy y a Aznar para situarse en la defensa de Ucrania y de Europa.
La FAES sigue siendo más potente que los intentos de los sucesores de Aznar de crear una fábrica de ideas propia. Pablo Casado utilizó la clásica fundación del PP Humanismo y Democracia para reconvertirla en Concordia y Libertad de la mano de Adolfo Suárez Illana, que pasó sin pena ni gloria. Feijóo la refundó bajo el nombre de Reformismo 21, con dirigentes como Josep Piqué (ya fallecido), Fátima Báñez o el economista Román Escolano. Reformismo 21 no ha publicado nada reciente referido a los movimientos de Trump ya ejerciendo como presidente. Lo último se limitaba a constatar que su victoria supondría un “indicador elocuente de la crisis del liberalismo”. Nada que ver con la actividad incesante de la fundación de Vox, Disenso, que ha publicado notas sobre las bondades del “tornado Trump”, el ascenso de la Afd o la más reciente, titulada “Entre la fábula y la mentira”, sobre la foto de Aznar estrechando la mano de Vladimir Putin, dedicada expresamente a meterle el dedo en el ojo a la FAES.

La llegada de Friedrich Merz a la cancillería alemana y su posible alianza con los socialdemócratas, manteniendo al margen a la pujante ultraderecha de la Afd, puede favorecer también la colaboración de estos grupos en las instituciones comunitarias. En España podría contribuir a una cierta distensión, ya que habrá asuntos, como el incremento del gasto en defensa, en los que podrían entenderse el PSOE y el PP, teniendo en cuenta, además, que ambos partidos ya han asumido que no habrá elecciones en el corto plazo. Pero el virus de la polarización está tan inoculado en la política española que algo así se antoja imposible.