El desembarco del Estado en las empresas entierra la era de la liberalización

Durante los ocho años de presidencia de José María Aznar (1996-2004), España fue uno de los países europeos que más lejos llevó la política de privatizaciones de empresas públicas y estratégicas. Se completó el proceso.

Se bautizó como liberalización, pero dejó las compañías en manos de presidentes próximos al Gobierno su gestión. Y se pregonó un discurso sobre el libre mercado que se propagó a muchas actividades que en el Viejo Continente, con la excepción del Reino Unido, siguieron, en mayor o menor medida, en manos de los estados.

Vuelven los núcleos duros, las alianzas entre los estados y algunos inversores para blindar grandes empresas

Ahora los vientos parecen ir en sentido contrario y el mantra de que lo gobiernos deben estar lejos de los negocios se está desvaneciendo. Algunos responsables de grandes corporaciones creen que se han creado las condiciones para que los gobiernos recuperen el concepto acuñado por Felipe González de los “núcleos duros”, consistente en la alianza entre el Estado y algunos accionistas de referencia en las grandes empresas privatizadas para asegurar su control y protegerlas del desembarco de socios no deseados.

Los nombres de compañías o grupos empresariales en los que la relación con la política y el Gobierno son ya un factor determinante no deja de crecer. Por motivos diferentes, unos de crisis y otros de lento retorno a la normalidad, los nombres son conocidos: Telefónica, Prisa, BBVA-Sabadell, La Caixa-Criteria. Marcan la agenda informativa de la economía española.

La nueva guerra fría que armamentiza la economía provoca la mezcla de la política y la economía

Aunque, como siempre se recuerda, la historia nunca se repite, el paso del tiempo siempre produce novedades. Sobre todo por la emergencia de una nueva situación geopolítica global. La clave es la nueva guerra fría económica y política en varios frentes iniciada en el mandato de Joe Biden pero que se despliega plenamente con Donald Trump, de la mano de Vladimir Putin y Xi Jinping. El estado del liberalismo económico de EE.UU., foco principal del proceso, se retrata a sí mismo en su primera reunión del nuevo gabinete de Trump dejando que la voz cantante la lleve un hombre que aúna las condiciones de ser contratista del Estado y el más rico del mundo, Elon Musk. La armamentización de la economía, desde el sistema financiero a la energía, las relaciones comerciales y las cadenas de suministro, es la brújula del presente. La resultante es una creciente interrelación entre la política, nacional e internacional, y los negocios considerados estratégicos que apunta al entierro de esa liberalización del último cambio de siglo.

En España, el caso de Telefónica es ejemplar. La aparición imprevista de la saudí STC en el capital de la operadora telefónica supuso un desafío para el Gobierno. El fondo de Arabia Saudí aspiraba a ser su primer accionista. ¿Cuál debía ser la respuesta de Pedro Sánchez , darles con la puerta en las narices como habría sido la natural en otros tiempos? ¿Cerrar las puertas a unos aliados estratégicos de EE.UU. en Oriente Próximo y en el mundo? No es casualidad que las negociaciones sobre Ucrania entre Washington y Moscú hayan arrancado en Arabia Saudí.

El próximo retorno de la Fundación La Caixa y Criteria a Catalunya se explica por la estabilidad política

Al final, el príncipe Mohamed bin Salman se ha salido con la suya, pero como seguro el Gobierno ha orquestado una operación de defensa de Telefónica en alianza con La Caixa-Criteria, ambas presididas por Isidro Fainé. La primera consecuencia ha sido el relevo en la presidencia de la compañía, con la llegada de Marc Murtra, un profesional próximo a los socialistas, dejando claro que el estado es uno de sus accionistas de referencia. El futuro de Telefónica ya no será más un asunto exclusivamente de mercado si no el resultado de un pacto entre los intereses públicos y los privados. ¿Cuántas más vendrán?

Del mismo tenor, pero más compleja es la batalla por el control de Prisa, el grupo de comunicación. Se entreveran consideraciones estratégicas, de las que el gobierno echó mano para vetar que la empresa cayera en manos del ultraconservador francés Vincent Bolloré; intereses económicos de su presidente, Joseph Oughourlian , un grupo de socios ansiosos de hacerse con una palanca de influencia social y y el objetivo del gobierno de ampliar las plataformas de acción de un grupo políticamente afín.

La lista de asuntos empresariales en la agenda del Gobierno crece, de Telefónica a la opa BBVA-Sabadell

De la misma manera, el asalto del BBVA sobre el Sabadell depende de la decisión del Gobierno. Él tiene la potestad, en el marco de una ley en gran medida redactada por el anterior Gobierno del PP, convertir en inasumible la operación para el asaltante. Una situación en gran medida inaceptable en el clima dominante en el mundo anterior a la gran transformación de los últimos años.

Vinculada con la política, pero desde una perspectiva radicalmente contraria, es la vuelta a Catalunya de la Fundación La Caixa y su holding Criteria, que dirige Ángel Simón. Un movimiento que se producirá con seguridad y cuyo punto de partida ha sido el retorno de la normalidad con la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Una ida y vuelta que solo se entienden desde el movimiento pendular que va de la inestabilidad a su contrario.

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