La inteligencia israelí culpa a Netanyahu del fracaso del 7-O

“Desde el 2018 se revelaron detalles sobre los planes de Hamas, pero no fueron tratados adecuadamente”, ha concluido el Shin Bet, la inteligencia interna israelí, en un informe sobre los fallos que facilitaron la masacre del grupo islamista el 7 de octubre del 2023, en que 1.200 israelíes fueron asesinados y 251 secuestrados.

Ronen Bar, jefe del organismo, asumió la negligencia en el manejo de la información, pero a su vez acusó al gobierno de Beniamin Netanyahu de abonar el terreno para la invasión. Al asumir que se pacificaría a Hamas con dinero qatarí –que entraba mensualmente a la franja con beneplácito israelí–, los islamistas acumularon armas y planearon su ataque ante la pasividad hebrea.

Hubo alertas sobre Hamas, que publicaba en YouTube entrenos para capturar kibutz y bases militares

El informe del Shin Bet se revela pocos días después de conocerse un reporte similar del ejército, en que se responsabilizó a oficiales de menospreciar al enemigo. Herzy Halevi, comandante en jefe del Tsahal, dimitió recientemente, y ahora Netanyahu hace campaña contra Bar. Con el conflicto de Gaza sin resolver, el premier posterga la creación de una comisión de investigación para depurar responsabilidades y celebrar elecciones, y deriva las críticas contra los jefes del aparato de seguridad. Netanyahu defiende que la comisión generaría conclusiones manipuladas para dañarle.

La inteligencia reconoce que la falta de informadores en Gaza, que “podrían haber detectado movimientos inusuales”, fue clave. Desde la retirada israelí de la franja en el 2005, el Shin Bet confió excesivamente en la supremacía tecnológica.

“No impedimos la masacre, y sentiré la responsabilidad sobre mis hombros toda la vida”, declaró Bar, que por ahora evita renunciar al cargo. No quiere dar una victoria política a Netanyahu, que lo catalogó de “débil funcionario”. Según el analista de Ha’aretz Yossi Melman, el jefe del Shin Bet no renunciará hasta que se liberen a los 59 rehenes que siguen en Gaza, y garantice que la organización quede en buenas manos.

En el centro de la disputa entre Bar y Netanyahu están los maletines qataríes que permitieron a Hamas edificar su conglomerado militar. El Shin Bet se opuso al ingreso del dinero a Gaza, mientras que el premier promovió la medida con el fin de agrietar la división interna palestina. También se resalta la reforma judicial promovida por Netanyahu para debilitar a la judicatura, que suscitó movilizaciones masivas y llamados a la insumisión de reservistas. Hamas entendió la crisis como una señal de debilidad israelí.

En el 2018, y también en el 2022, la inteligencia recibió alertas sobre el plan de Hamas, que publicaba en YouTube entrenamientos para capturar kibutz y bases militares. “Pero no se consideró una amenaza realista”, apunta el informe. El aparato de seguridad israelí asumió que el mayor riesgo era que el grupo islamista lograra incendiar Cisjordania. “Si la seguridad interna hubiese actuado diferente, se habría evitado la masacre”, destaca el informe.

El estamento político, para el que Hamas estaba “intimidado”, desestimó alertas del Shin Bet el 6 de octubre, cuando se detectó la activación de 45 tarjetas SIM israelíes en Gaza. La señal tampoco sirvió para reforzar las defensas en una frontera prácticamente vaciada de tropas israelíes.

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