El océano según Trump o Roosevelt

En la encerrona que sufrió Volodímir Zelenski el viernes pasado en el despacho oval, al líder ucraniano, acosado de modo insultante por el vicepresidente J.D. Vance, se le ocurrió decir: “Muchas preguntas…Todo el mundo tiene problemas, incluso vosotros, aunque tenéis un hermoso océano y no lo sentís ahora, pero lo sentiréis en el futuro. Rezo a Dios para que no tengáis la guerra”.

Donald Trump se tomó muy mal el comentario del huésped. “No digas lo que vamos a sentir –replicó el presidente estadounidense, irritado–. Intentamos resolver un problema. No digas lo que vamos a sentir”.

Hace 85 años, el presidente de EE.UU. advirtió que los océanos no eran protección suficiente

Pocos días después, en el discurso sobre el estado de la Unión, en el Capitolio, Trump recriminó a Europa haber ayudado demasiado poco a Ucrania y, de nuevo, trajo a colación el océano. “Tristemente, Europa ha gastado más dinero comprando petróleo y gas ruso que defendiendo a Ucrania, pensad en esto”, afirmó, y volvió a repetir la misma frase con énfasis. Luego añadió una coletilla reveladora, destinada a remachar el argumento sobre la supuesta incongruencia europea: “Nosotros tenemos un océano que nos separa (de Ucrania) y ellos no”.

¿El Atlántico protege a Estados Unidos y puede desvincularlo del destino de Europa? En Francia, la frase de Trump no pasó desapercibida y creó más interrogantes.

Es interesante rescatar otra mención a los océanos, de Franklin D. Roosevelt, en su célebre discurso El arsenal de la democracia , del 29 de diciembre de 1940, en el que justificaba la ayuda masiva al Reino Unido para hacer frente al ataque de Hitler y anunciaba la movilización de toda la capacidad industrial de EE.UU. para producir armas. “Alguna de nuestra gente cree que las guerras en Europa y Asia no deben preocuparnos –dijo el presidente norteamericano–. Pero es objeto de nuestra mayor inquietud que los belicosos europeos y asiáticos no ganen el control de los océanos que llevan a este hemisferio”. Más adelante, insistió: “Algunos de nosotros creen que incluso si Gran Bretaña cae, estaremos seguros dada la gran anchura del Atlántico y el Pacífico. Pero la amplitud de los océanos no es la que era en los días de los clippers (veleros). Hay un punto entre África y Brasil en el que la distancia es menor que entre Washington y Denver, Colorado, cinco horas en el último modelo de bombardero”.

A Estados Unidos, donde los nazis tuvieron muchos admiradores durante los años treinta y el aislacionismo era fuerte, le costó mucho implicarse en la Segunda Guerra Mundial. Un año después de El arsenal de la democracia se produjo el ataque japonés a Pearl Harbor y la entrada en el conflicto fue inevitable. Pero ya en 1940 Roosevelt había puesto los cimientos de la victoria frente a la Alemania hitleriana y del orden mundial que vendría después.

Trump no es Roosevelt. Tampoco Zelenski es Churchill. Sin embargo, algunos paralelismos y contrates llaman la atención. El océano Atlántico sigue ahí, con un significado geopolítico diverso según la perspectiva ideológica, para dar el sentimiento de fortaleza o de vulnerabilidad, de distanciamiento o de solidaridad. Es quizás el Atlántico más ancho de los últimos 85 años.

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