
Tan sólo tres meses han pasado desde que las tropas de HTS (Organización para la Liberación del Levante) y otros grupos afiliados tomasen el control de un Damasco con Bashar el Asad a la fuga. Desde entonces, la milicia comandada por Al Jolani, a partir de ese momento rebautizado con su nombre real, Ahmed el Shara, asumió el control del gobierno y formó un ejército bajo la promesa de instaurar “la paz para todos los sirios”. Sin embargo, durante los últimos cuatro días, los ecos de una guerra civil de 13 años se han extendido por la costa oeste del país, donde 1.311 personas, 830 de ellas civiles, han sido asesinadas por las fuerzas gubernamentales, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que trata de contabilizar el número de víctimas en la región a pesar de que los combates no se han detenido y donde el acceso ha sido totalmente cortado por las autoridades. A esas cifras se les suman 481 combatientes del gobierno y de los insurgentes muertos en estos días de enfrentamientos.
Las provincias de Latakia y Tartús, de mayoría alauí, secta del Islam a la que pertenecía el clan Asad, permanecen algunas facciones armadas afiliadas al antiguo régimen que en la noche del jueves lanzaron un ataque contra posiciones del nuevo ejército. Las fuerzas leales al antiguo dictador lograron tomar el control de Qardaha, la ciudad natal de Hafez el Asad, padre y predecesor de Bashar, mientras Damasco se apresuraba a enviar refuerzos.
Pero los choques iniciales rápidamente derivaron en asaltos contra poblaciones enteras, donde los vecinos denuncian ejecuciones, humillaciones y saqueos, algunas de ellas filmadas y compartidas en redes por los propios soldados. El OSDH asegura que se han producido ataques con artillería e incendios deliberados de pueblos enteros. “El fuego arrasó varias zonas de la localidad de Hamam Wasel, en el campo de Baniyas”, aseguró el observatorio, cuyos informadores fueron testigos de llegada de “tanques mientras se producían bombardeos de artillería y disparos que causaron pánico entre los residentes”.
Según contaron vecinos a La Vanguardia , un gran números de residentes de Jableh, Baniyas y otros pueblos de la zona huyeron en busca de refugios en las montañas. Los medios locales, también reportaron un aumento de la actividad en la frontera con Líbano ante la cantidad de civiles, en su mayoría aluíes, que tratan de cruzar al país del sur.
Un ataque de milicias leales a Bashar el Asad desemboca en una ola de represión sobre la población alauí
La secta aluí, una rama del islam chií, fue el núcleo del gobierno de los Asad, a pesar de que la mayoría del país (75%) es suní. Durante los años del régimen, altos cargos del gobierno y de las empresas estatales pertenecían a esta religión, lo que amplificó el discurso que les vinculaba con los abusos y torturas del régimen. Por otro lado, HTS y sus filiales son grupos islamistas que lucharon contra el régimen durante años.
El portavoz del Ministerio de Defensa, el coronel Hasan Abdel Gani, declaró el domingo que las fuerzas de seguridad han recuperado el control de la región y continuarán con la persecución de los líderes de la insurgencia. “El mando de Operaciones Militares ha iniciado operaciones de rastreo en los campos de Tartus y Latakia, en busca de grupos de hombres armados afiliados al antiguo ejército”, declaró el OSDH.
Ahmed el Shara dice que “lo que ocurre está dentro de los desafíos esperados”
Por su parte, la oficina de El Shara, quien ejerce como presidente interino del país, anunció la formación de un comité de jueces independientes para investigar los enfrentamientos y asesinatos cometidos por ambos bandos. El exmiliciano, que ha recibido durante los últimos meses a líderes occidentales y que esta misma semana participó en la cumbre de Estados Árabes de El Cairo, se enfrenta a acusaciones de permitir que sus hombres cometan crímenes contra la población civil.
El líder de HTS mantiene por el momento su discurso de tolerancia: “Debemos preservar la unidad nacional y la paz interna; podemos vivir juntos”, declaró El Shara desde una mezquita de su barrio de infancia en Mazeh, en Damasco. “Tened confianza en Siria, este país tiene capacidades para sobrevivir… Lo que está ocurriendo actualmente está dentro de los desafíos esperados”, dijo,
A pesar de los llamamientos a la calma por parte de las autoridades, la violencia continuó a lo largo del día y se trasladó a otros puntos del país. En la capital, la policía dispersó una protesta pacífica organizada por activistas de la sociedad civil a raíz de las matanzas de civiles alauíes en el oeste del país, y que fue interrumpida por una contramanifestación. Según la agencia France Press, un grupo se enfrentó a los manifestantes y exigió el establecimiento de un “Estado suní”, justo antes de que las fuerzas de seguridad los dispersaran disparando al aire.
El miedo a una nueva guerra en siria ha provocado alerta en la comunidad internacional, que en su momento dio la bienvenida al cambio de poder en Siria y que se encuentra en proceso de levantamiento de sanciones económica. En ese sentido, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos reportó haber recibido pruebas sobre “ejecuciones sumarias con trasfondo sectario”, cometidas tanto por “elementos asociados con el anterior gobierno” como “por las autoridades interinas actuales”.
“La información del gobierno interino sobre su intención de respetar la ley debe ir seguida de medidas rápidas para proteger a los sirios”, incluidas las que puedan impedir violaciones y abusos, “y lograr que se rindan cuentas cuando se produzcan”, indicó por su parte el alto comisionado. Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, así como la vecina Jordania y Líbano han pedido que se restituya la calma y cesen los combates.
La frágil paz de Siria pende de un hilo. Los kurdos, la minoría que controla el este del país y que está enfrentada a Turquía, principal valedor de HTS, reprobó las acciones del gobierno en Latakia y Tartús. Mazloum Abdi, comandante kurdo, declaró que las facciones “apoyadas por Turquía y extremistas islámicos” son las principales responsables de la violencia y pidió a El Shara rendición de cuentas.
Los kurdos exigen a El Shara rendición de cuentas mientras los drusos temen incursiones similares
En el sur, los drusos de Sueida, otras de la minorías religiosas sirias, temen incursiones similares en su territorio. Hace una semana, Israel prometió “proteger a las poblaciones drusas del gobierno islamista de Damasco. El Ministerio de Defensa de Israel anunció ayer que permitirá la entrada de trabajadores drusos sirios a los Altos del Golán, ocupados por Israel, sin especificar cuándo.
“Todo está a punto de caer de nuevo –lamenta Sarah, una doctora cristiana de 38 años, desde Damasco– Quienes pagan siempre son los inocentes”.