El partido de la guerra

Rearmarse es muy caro e impopular. Esto es especialmente cierto en un país como España, que no ha sufrido una invasión extranjera desde hace dos siglos y donde el ejército ha sido empleado para perder las colonias o en guerras civiles. Esta desafección es muy fuerte en la izquierda en general y en el PSOE en particular: “Bases no, OTAN fuera”.

Por esta razón, le va a resultar difícil al presidente Pedro Sánchez convencer a la opinión pública de que ha llegado el momento de apostar por los cañones en vez de la mantequilla. Pero no le queda otra salida. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se ha puesto seria, y le ha exigido que cumpla ya mismo su compromiso con la OTAN de gastar el 2% del PIB en defensa, tal como han hecho la mayoría de los países de la UE. No puede ser que España siga siendo el último de la cola. No vale el horizonte 2029, tiene que hacerlo de inmediato y sin la ayuda comunitaria, como han hecho los demás.

A España, esta coyuntura la ha cogido con el pie cambiado, con déficit y deuda altos

Pasar de invertir el 1,28% del PIB actual al 2% equivale a 11.000 millones de euros, que hay que obtener de otras partidas. Y solo es el principio. Según la UE, hay que llegar al 3,5%. Esto significa invertir más de 50.000 millones en armas en los pró­ximos años. Tener un ejército europeo para no depender de EE.UU. es carísimo. Hay quien asegura que, si esto se compra con deuda, supondría un déficit de la UE del 30%.

Y lo más paradójico es que buena parte de ese material habría que comprarlo a EE.UU. porque Europa no tiene capacidad de fabricar determinadas armas ni tecnología alternativa. Como muestra, un botón: no hay capacidad para fabricar grandes portaaviones.

Si Europa ha apostado por los cañones, tendrá que sacrificar la mantequilla. Es decir, no podremos mantener nuestro Estado de bienestar. A España, esta coyuntura la ha cogido con el pie cambiado. Con un fuerte déficit y una deuda que supera los 1,62 billones. Por tanto, no queda otra que subir impuestos y recortar gastos.

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Un edificio dañado por drones ucranianos en Moscú, esta semana

Ap-LaPresse

Ante esta coyuntura, a Pedro Sánchez no le ha quedado más remedio que reunirse con el jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. Una trampa saducea, porque al PP no le queda otro remedio que apoyar el incremento en gasto militar. Si no lo hace, cometerá el mismo error que Fraga cuando se salió por la tangente en el referéndum de la OTAN.

Solo un pacto entre PSOE y PP puede sacar esta partida adelante. Podemos ha calificado a los socialistas como el partido de la guerra y dice que votará en contra. Y no parece que Bildu o ERC vayan a tener una posición muy diferente.

Sánchez intentará un triple salto mortal. Se comprometerá con el bloque de investidura a aprobar unos presupuestos donde se respete el gasto social y se dé una vuelta de tuerca más a los impuestos y a la deuda. Lo que va directamente contra la productividad y el sentido común. De momento, está ganando el relato, nadie ha hablado del ultimátum de la UE.

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