
Buenos días,
Salvador Illa es hoy presidente de la Generalitat gracias a 550 militantes de Esquerra Republicana que avalaron el acuerdo alcanzado entre su dirección y el PSC. Todo pasa tan rápido que ya nadie parece acordarse que, en agosto pasado, la candidatura de Illa a la Generalitat pendía de un hilo. Marta Rovira, hoy alejada por decisión propia de la política, fue una persona clave para que aquella consulta online, celebrada en la canícula de un 2 de agosto, facilitara el apoyo republicano a Illa. Un resultado muy ajustado: 3397 militantes republicanos votaron si y 2847 votaron que no. Un rechazo al pacto hubiera supuesto una nueva convocatoria electoral y, a partir de ahí, cualquier circunstancia podría haber sucedido entonces en Catalunya. Que Illa sea hoy presidente es gracias a esos militantes republicanos.
En aquel momento histórico, Oriol Junqueras se puso de perfil, algo que sabe hacer con suma habilidad, y no se mojó a favor del acuerdo como sí hizo Rovira. Una semana antes de la votación, cinco dirigentes republicanos -Marta Rovira, Josep M. Jové, Marta Vilalta, Juli Fernàndez y Oriol López- firmaron un artículo en La Vanguardia donde establecieron las condiciones para la investidura de Illa. Recuerdo un encuentro que hice a solas con Junqueras aquellos días y salí de la reunión sin saber lo que pensaba. Para él, aquella votación no era la más importante y su obsesión era no aparecer como un partidario del pacto con los socialistas. Lo que realmente quería era ganar el favor de su militancia en la votación que debía celebrarse en noviembre y el debate de la investidura de Illa era algo secundario.
Como saben, Junqueras ganó la primera votación de las bases, pero tuvo que ir a una segunda vuelta donde acabó imponiéndose a sus otros rivales. Todavía, sin embargo, faltaba cerrar el círculo con un nuevo congreso que no se ha celebrado hasta este pasado fin de semana. Ahora sí: Junqueras ya puede sentarse tranquilo al frente de Esquerra y con la satisfacción de haber logrado el apoyo de hasta el 90% de los asistentes al congreso.

Salvador Illa recibe la felicitación de Pere Aragonès tras el pleno de investidura
De esta manera, se termina una larga fase de incertidumbre e interinidad en el partido republicano que ha afectado a la vida política catalana. Tanto Illa en la Generalitat, como Jaume Collboni en el Ayuntamiento de Barcelona, habían hecho cábalas sobre la posible incorporación de dirigentes republicanos a sus gobiernos. En el caso de Collboni, estaba ya hecho, pero la federación de Barcelona se echó atrás en el último momento al desconvocar una reunión que se iba a celebrar en el Orfeó Martinenc para que los militantes ratificasen o no su incorporación. De aquella consulta nunca más se supo.
Hoy parece claro que Esquerra no entrará en ninguno de estos dos gobiernos, pero tiene un papel clave para favorecer o entorpecer la labor de Illa y Collboni, y también, por supuesto, la de Pedro Sánchez. Los republicanos son fundamentales en todas las administraciones. El documento aprobado en el congreso de este fin de semana habla de “mantener una relación con el socialismo catalán que combine confrontación y colaboración”. Después de tildar al PSC de Illa “como el más españolista de la historia” o “el ala más conservadora del PSOE”, es fácil pensar que la confrontación puede pesar más que la colaboración.
Para Illa se entra ahora en una hora decisiva. Sin presupuestos, necesita el apoyo de los republicanos y los comunes para aprobar la ampliación de recursos necesarios para mantener los servicios básicos mediante decretos ley. Se trataría de unos 4.000 millones de euros, que penden de estos acuerdos. Los socialistas, con paciencia infinita, se han esperado a que terminase todo el período congresual de Esquerra, pero ahora ya se les acaba el tiempo. Todos los proyectos que Illa quiere impulsar necesitan recursos.
Junqueras vuelve a tener el control absoluto de su partido. No ha tenido nada fácil recuperarlo. Desde su ingreso en prisión, fue cediendo paulatinamente áreas de poder a dirigentes de su confianza que después tuvieron vida propia. En la etapa final, con Pere Aragonès al frente de la Generalitat, Junqueras se fue distanciando tanto de la dirección del partido como de la gestión del Govern. Lamenta, por ejemplo, de que no fue consultado sobre la controvertida decisión de adelantar las elecciones catalanas y está especialmente dolido por el episodio de los carteles contra Ernest Maragall. La venganza es un plato que se sirve frío y en el congreso de este fin de semana señaló al ex viceconseller Sergi Sabrià como responsable de aquella campaña. El entorno de Junqueras le culpa de muchas de las decisiones equivocadas que tomó Esquerra en el Govern.
Como el tópico del gallego, que no sabe si sube o si baja por la escalera, Junqueras es un hombre impenetrable
Antes escribíamos que Junqueras se puso de perfil en la decisiva votación a favor de Illa. Esta es una de sus grandes habilidades. En las numerosas entrevistas que ha concedido a lo largo de su larga trayectoria, tiene una notable capacidad discursiva para no decir nada y que cada uno interprete aquello que mejor le convenga. Como el tópico del gallego, que no sabe si sube o si baja por la escalera, Junqueras es un hombre impenetrable. Cuesta saber exactamente que es lo que piensa. En esta larga crisis, donde considera que ha sido traicionado por hombres de su estricta confianza y ha perdido a otros que han decidido dejar la primera línea política, Junqueras ha actuado con una frialdad absoluta para volver a recuperar el poder. No debe ser fácil ver como antiguos colaboradores suyos se han pronunciado a favor de otros candidatos rivales, algunos tan significativos como Joan Puigcercòs, el hombre que le designó sucesor.
Los socialistas, que lo necesitan en Madrid y Barcelona, saben que vérselas con él es como intentar pasar un camello por el ojo de una aguja. Siempre ha sido más fácil hablar con Rovira, Jové, Aragonès o Gabriel Rufián. Y si no que se lo digan a los dirigentes del PP que trataron con él antes del 2017 y que estaban todos convencidos de que la declaración de independencia nunca se proclamaría.
A la espera de la decisión del Tribunal Constitucional sobre la amnistía, Junqueras ya está preparado para volver a ser el candidato de Esquerra a la Generalitat. A pesar de los muchos años que lleva en política y en primera línea, solo tiene 55 años, y después de la dura prueba de su estancia en la cárcel, no quiere ni oír hablar de la palabra retirada. Junqueras vuelve a reinar en Esquerra.
Las recomendaciones del director
Les dejo aquí más recomendaciones de esta última semana que creo que no se pueden perder:
- Sobre las consecuencias de la política de Donald Trump en Europa, un análisis de Ramon Aymerich sobre la pérdida de imagen del soft power americano;
– Un interesante informe sobre la realidad demográfica catalana y como los inmigrantes rejuvenecen la media de edad;
– El equipo de A Fondo ha hecho una investigación sobre el riesgo de que la IA provoque trabajos científicos fraudulentos sin rigor;
– No se pierdan el trabajo editorial de nuestra sección Cultura’s sobre las escritoras Ana María Matute y Carmen Martín Gaite en el centenario de su nacimiento;
– Atentas reflexiones de la consellera de Salut, Olga Pané, sobre el estado de la sanidad en el quinto aniversario del confinamiento por la pandemia de covid;
– Y la historia humana de personas afectadas por el llamado covid persistente que siguen enfermas tras cinco años;
– Una mirada sobre los racismos en la historia es más que conveniente y un libro aporta luz sobre estas discriminaciones;
– El viaje de dos jóvenes subsaharianos de las Canarias a Barcelona que es un buen resumen del desamparo y de la falta de control en la distribución de los inmigrantes en España;
– Un repaso a las empresas del sector de defensa en España;
– Una entrevista a un ex directivo de Meta que alerta de la negativa influencia de las redes sociales.
Feliz semana.