Un acúfeno en la oreja de Feijóo

Carlos Mazón comería carne humana para resistir al frente de la Generalitat. Estómago, ya se ha visto, tiene de sobra. Si este es el punto de partida moral del personaje, habrá que aceptar que lo de convertirse en un teleñeco de Vox para aprobar sus presupuestos autonómicos es poca cosa en comparación con lo que estaría dispuesto a hacer. No creer en nada más que en sí mismo y no atender otro interés que no sea el propio abre la puerta a cualquier ejercicio de travestismo.

El problema de fondo no es alcanzar un acuerdo presupuestario con Vox, sino hacerlo con un discurso que hace propias las tesis de Santiago Abascal en lugar de presentarlo como una cesión incómoda pero necesaria en el marco de la obligada negociación política a la que obliga la aritmética parlamentaria. Lo que ha hecho Mazón para encarrilar sus cuentas no es transaccionar, sino afirmar con tono solemne y sin aceptar preguntas que el PP es Vox.

Copiar a Vox como ha hecho Mazón no es la mejor hoja de ruta para el PP

Mazón trata de afianzar el relato de que tiene futuro político a través de los presupuestos. Los valencianos sabrán. Pero a estas alturas de lo que no cabe duda es que el presidente valenciano es el acúfeno que no deja de sonar en las orejas de Feijóo. Un peso muerto que lastra las aspiraciones populares a través de una doble vía. Por un lado, hace evidente la incapacidad de la dirección nacional de hacer valer la jerarquía para apartar del camino a alguien ya quebrado políticamente por su nefasta gestión de la tragedia de la DANA. Y por el otro, cuestiona y desacredita la estrategia política global de los populares de desmarque de la ultraderecha en un momento en el que la preeminencia de la agenda política internacional no les deja otra salida.

El portavoz del PP, Borja Sémper, se apresuró a validar el acuerdo presupuestario valenciano en nombre de la dirección nacional, abriendo la puerta a que el mismo camino pueda recorrerse en Murcia o Aragón y negando que su partido asimile las tesis de Vox. Cuca Gamarra, secretaria general, se ha apoyado en cambio en la excepcionalidad valenciana a causa de la reconstrucción que ha de acometerse en Valencia para también defender el pacto presupuestario. Pero ambos lo han hecho rehuyendo la validación de Mazón como un activo de futuro y con una actitud marcadamente defensiva. Ayer, en el Congreso, Pedro Sánchez supo aprovechar esa flanco de debilidad manifiesta de los populares para esquivar el trabajado argumentario con el que se Feijóo se plantó en el hemiciclo.

Pleno Congreso de los Diputados Control al Gobierno Alberto Nuñez Feijoo Cuca Gamarra

Núñez Feijóo ayer en el Congreso

Dani Duch

Podrá argumentarse, en favor de los populares, que Valencia tendrá al menos presupuestos y que España sigue con los del 2023 ante la incapacidad de Pedro Sánchez de presentarse en el Congreso a exámenes que no sean meros parciales para no desnudar su precariedad enmascarada de resistencia. Una debilidad parlamentaria imposible de disimular ahora que se pretende aumentar el gasto en defensa –una revolución presupuestaria en realidad– sin ni siquiera discutirlo en la Cámara. Cuestión ésta que sin duda alguna cabe calificar con todas las letras de fraude democrático y que nos aleja vergonzosamente de lo que está sucediendo en otros lugares, sin ir más lejos en Alemania esta misma semana.

Pero que esto último sea también cierto no tiene porqué mejorar la posición popular. Disfrazarse de Vox en Valencia sitúa a la derecha convencional en el mismo marco narrativo que cuando la perspectiva de llevar en volandas a Feijóo a la Moncloa se fue al traste ante la seguridad de que Abascal estaría sentado a su lado como copiloto con el cargo de vicepresidente. Pasan los días, semanas, meses y años y el PP sigue sin saber cómo defender su espacio para resultar creíble en un proyecto político que debiera ser propio e irrenunciable. Copiar a Vox, negándolos de boquilla en la sede de Génova pero calcándolos de facto como ha hecho Mazón, no es la mejor hoja de ruta para hacer eso posible. Ni en Valencia, ni en España. Fue el propio Aznar quien lanzó el aviso hace ya muchos años en forma de aforismo: entre el original y la fotocopia la gente siempre acaba prefiriendo el original. Tomen nota.

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