De emergencias y emergencias

No deja de sorprender lo rápido que la Unión Europea se ha puesto las pilas para abordar la nueva situación militar: la Comisión pretende movilizar 800.000 millones de euros para hacerla frente. Una cifra parecida a la que se utilizó en la covid, aunque con muy distinta financiación: cero subvenciones gratuitas, reducidos recursos crediticios de la UE (unos 150.000 millones) y el resto, aportados por cada gobierno. Habrá que ver en qué queda todo: no sería la primera vez que descarrilan ambiciosos proyectos europeos.

De ese cambio destaca la mutación de los halcones fiscales, los mismos que impusieron severas condiciones al sur en la crisis financiera y, ante la emergencia en defensa, se modifican los objetivos fiscales para que esta inversión no compute en los límites de déficit y deuda fijados. A su vez, la misma Alemania, líder de los más duros, desbloquea el freno a su endeudamiento, y permite financiar infraestructuras de todo tipo y de defensa sin muchas preocupaciones sobre el déficit resultante. En síntesis: cuando se considera que hay una emergencia, los recursos aparecen, y se desvanece la narrativa sobre la carga que la deuda traslada a futuras generaciones.

Estamos frente a un choque de demanda de vivienda accesible no visto en décadas

Y en estas estamos. Porque aquí hay otras situaciones difíciles que habría que atender y, entre ellas, una muy relevante es la habitacional. Nos encontramos frente a un choque de demanda de vivienda accesible no visto en décadas, y que exigiría de los poderes públicos una inversión sensiblemente más elevada de la que hoy tienen programada. Un mayor gasto en vivienda que, lastimosamente, deberá competir con el aumento de los pagos por intereses de nuestra abultada deuda pública (en el 101% del PIB), el envejecimiento de la población y su traslación en el déficit de la Seguridad Social, la obligación de reconducir el endeudamiento público hacia el 60% del PIB que exige la UE y, ahora, el nuevo gasto en defensa. Temo que frente a la obligatoriedad de atender intereses, pensiones, defensa y reducir el endeudamiento, acabará pagando el plato la inversión en vivienda.

Y no es porque no haya crisis en ese ámbito, y no solamente en España. De hecho, el FMI acaba de publicar un amplio trabajo sobre este problema en los países avanzados y el Financial Times , entre otras reputadas publicaciones económicas, viene insistiendo, una y otra vez, en su carácter general.

Pero ¡ay!, la Comisión tiene un sesgo que le imposibilita considerar a la escasez de vivienda como lo que realmente es: una nueva emergencia a la que habría que hacer frente. Nada que objetar a esta visión despreocupada de una parte, no menor, de las elites europeas sobre las dificultades de los menos afortunados. Pero si los problemas sociales no se abordan, apriétense los machos, porque el resultado ya lo conocemos desde hace tiempo. Y no es otro que el avance de la extrema derecha.

También te puede interesar