La Generalitat consiguió el año pasado superávit corriente (sin tener en cuenta los costes financieros) por primera vez desde el 2007 en plena burbuja inmobiliaria. Eso significa que si no se cuentan los pagos de intereses por la deuda, la Generalitat obtuvo más ingresos que gastos. El superávit fue de 337,9 millones de euros frente a los 1.495 millones de déficit del año 2023.
Ese superávit corriente se acaba transformado en un déficit de 1.227 millones (equivalente al 0,41% del PIB) una vez que se practican los ajustes y se toma en consideración la citada factura de los intereses de la deuda. El déficit es menor que el 1,4% del 2023 y el 1,5% del ejercicio anterior.

Las cifras de liquidación del presupuesto presentadas hoy por la consellera d’Economia, Alicia Romero, están muy influenciadas por la prórroga de las cuentas públicas de la Generalitat en el 2024, lo que provoca que los gastos están más contenidos ya que sólo pueden incrementarse en determinadas partidas y siempre que el Parlament los autorice. Ese escenario de ausencia de preuspuestos se dio con un incremento muy destacado de los ingresos no financieros: del 14,6%, lo que significó 5.150 millones más.
Los gastos aumentaron de forma global un 8,8%. Algunas partidas registraron fuertes incrementos como la de remuneraciones del personal de la administración que creció en unos 1.000 millones, un 9% más, ha detallado la consellera d’Economi. En el departamento de Sanidad, el aumento fue del 10,9%, hasta los 15.909.5 millones mientras en educación fue menos de la mitad: un 4,4%, hasta los 7.722,9 millones.