El arancel del 25% a los coches extranjeros ordenado por Donald Trump se le girará en contra y dañará también a la economía de EE.UU., reflejado principalmente en una subida de precios que ya ha arrancado. Es la advertencia de los fabricantes europeos, englobados en la patronal ACEA, que llamaron ayer a dialogar y buscar consenso para evitar la tasa que regirá a partir del 2 de abril para sus coches y los de cualquier parte ajena a territorio Trump. Las advertencias llegan incluso desde asociaciones estadounidenses.
“Los fabricantes europeos llevan décadas invirtiendo en EE.UU., creando empleos, impulsando el crecimiento y generando enormes ingresos fiscales para el Gobierno”, advertía Sigrid de Vries, al frente de ACEA. Con fábricas in situ, son piezas de una red global de plantas que se retroalimenta, con cruces de fronteras y de componentes que podrían quedar penalizados por los aranceles, arruinando los números. Aunque Stellantis, BMW, Volkswagen o Mercedes tienen fábricas en EE.UU., lo que busca Trump con sus tasas, comercializan muchos modelos que vienen de otros países. Por ejemplo, el 43% de las ventas de VW en ese mercado vienen desde México, detalla S&P. Unos aranceles que minen cadenas y márgenes ponen en riesgo el despliegue y los empleos. “De mantenerse, tendrá efectos en las estrategias e inversiones en el medio plazo de fabricantes y proveedores, que se verán obligados a reevaluar prioridades en este mercado y tomar nuevas decisiones”, dice Ignacio Crespo, socio de consultoría de KPMG en España.

Las tasas sobre los coches se esperan para el 2 de abril, y la de piezas no debería irse más allá de mayo
Otro impacto que ven para EE.UU. es que hasta un 60% de los coches que fabrican los europeos allí se venden fuera. Así, contribuyen positivamente a la balanza comercial, obsesión de Trump con la que precisamente justifica los aranceles. Perder esas exportaciones ahondaría en los descuadres. La otra obsesión del republicano, la inflación, amenaza con ser la tónica en los precios de los coches. Para las marcas resulta imposible comerse toda la tasa en sus márgenes, así que no tendrán más remedio que trasladarlo al precio. Los aranceles “son una señal fatal, una carga considerable para las empresas y las cadenas de suministro globales, con consecuencias negativas, en particular para los consumidores”, planteó la patronal alemana VDA. Sin espera, Ferrari anunció ayer que subirá los precios hasta un 10% en EE.UU., lo que le valió un impulso en bolsa. En el lujo, “cualquier subida se amortigua (y acepta) sabiendo que los Ferraris suben de precio”, señalaban desde Bernstein. Pero no ocurrirá lo mismo en el resto de la gama, que chocará con clientes reticentes a pagar más. Stellantis ha mostrado su preocupación por el impacto en los precios. La dueña de Fiat u Opel fabrica en México su Jeep Compass, en Canadá el Chrysler Pacifica y otros modelos en Italia.
Además de precios más altos, se espera una caída de la oferta. Desde Europa se exportaron 750.000 vehículos a EE.UU. en el 2024, por valor de 38.500 millones. Cifras ahora en riesgo. En el frente de coches España escapa: según la patronal de fabricantes Anfac, en el 2024 no se envió ni un coche fabricado en España a EE.UU. En el 2023 habían sido 51.700, pero desaparecen los modelos de Ford o Mercedes que lo explicaban. “En Europa, España tendrá una afectación muy baja, mientras que Alemania será el país con más riesgo”, dice Crespo. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, cifró en el 1%-2% la exposición directa del sector a los aranceles. Desde Industria, Jordi Hereu señaló que en el lado de los componentes el impacto sería “medio o moderado”. La patronal Faconauto, de concesionarios oficiales, advirtió que las plantas de suministros podrían sufrir efectos “sobre el empleo y sobre futuras decisiones de inversión”, que pueden llegar a afectar a los concesionarios en última instancia.
Los aranceles a los componentes se darían más adelante, en mayo a más tardar. Esta podría impactar a todos por igual, sin salvavidas. “La decisión de EE.UU. es errónea y perjudicial para todos, incluso para ellos mismos”, señalaba en una nota Clepa, de fabricantes de componentes europeos. En la integración de cadenas actual, con varios países implicados, “provocarán una disrupción en los flujos, elevar costes de producción y encarecerán los coches”. Firmas de componentes europeas como Schaeffler o Valeo se llevaron un duro correctivo bursátil, de hasta el 7%.

La integración de cadenas globales complica salir indemne, incluso para las americanas
Las advertencias llegan incluso desde organizaciones de fabricantes americanos, preocupados por el daño a la competitividad. La AAPC (con Ford o GM) afirmó que “es crucial que los aranceles se implementen de una manera que evite aumentar los precios para los consumidores y que preserve la competitividad del sector integrado de Norteamérica”. Ellas mismas los enfrentan, pese a ser símbolos americanos: el 46% de las ventas de GM vienen de fuera, y el 20% de Ford otro tanto, según datos de la consultora GlobalData. México, Canadá o incluso Corea son el origen de sus Silverado o Maverick. De ahí que GM cayera hasta un 7% en bolsa. Como muestra de las interconexiones, BLG Group, pieza clave en una de las terminales europeas más activas, la alemana Bremerhaven, planea una reducción del tráfico del 15%.
Con impacto dentro y fuera, en Barclays no ven más que sufrimiento en forma de nuevos costes. “Hay muy pocos ganadores”, dijo Sam Fiorani, de AutoForecast Solutions. Uno podría ser Tesla, cuyas ventas locales salen de sus fábricas de Texas y California. La compañía capitaneada por Elon Musk acabó la sesión con ligeras ganancias. En la bolsa europea pesó la idea de menos ventas y beneficios para los grupos: Stellantis cayó un 4%, Mercedes y BMW un 3%, VW el 2%… Lo mismo en Asia: Hyundai cedió el 4% y Mazda y Tata un 6%.