
La Comisión continúa avanzando en el rearme europeo. Y aunque hay consenso acerca de los riesgos de la actual situación, su traslación práctica en la UE es muy particular: aceptación en la letra pero con diferencias significativas en la música. Las discrepancias emergen, como siempre, en la financiación. Porque de los 800.000 millones de euros de nueva inversión en defensa que propone el plan ReArm Europe para los próximos 4 años, sólo se subvencionarán 150.000 millones (a través de SAFE, Security Action for Europe), mientras el resto deberá ser aportado por los distintos gobiernos.
Y aunque esos incrementos no computarán en los niveles de déficit y deuda públicos (excluidos del Pacto por la Estabilidad por la cláusula de escape), sí se sumarán a la situación de deuda pública de cada país: holgada en el centro y norte, en el entorno del 50/60% del PIB, y difícil en el sur (101% para España, 110% en Francia y más del 135% en Italia). Además, aunque el horizonte hoy sea temporal, los gastos en defensa no son coyunturales: próximamente habrá que redefinir los acuerdos fiscales de la UE para incluirlos más allá de 2030.
Francia, Italia y España exigen la emisión de eurobonos para el nuevo gasto en defensa
Si el volumen de endeudamiento en el Mediterráneo es preocupante, añadan los efectos del incremento de los tipos de interés de la deuda y su impacto en el gasto: los de la deuda pública a más de 10 años han repuntado, tanto por la reducción de sus volúmenes en el BCE como por el efecto arrastre alcista del Bund alemán. Respecto de éste, la aprobación por el Bundestag de la reforma constitucional para permitir fuertes incrementos de inversión en infraestructuras y defensa ha comenzado a cobrarse un inevitable peaje: el aumento que se espera en la oferta de sus bonos públicos deprime su valor y, dada su relación inversa con la rentabilidad, impulsa al alza sus tipos de interés. Así, en Alemania los tipos de interés de su deuda a 10 años han pasado del 2,0% de diciembre pasado al 2,8/2,9% los últimos días; y algo parecido ha sucedido en Francia (del 2,9% al 3,5%), Italia (del 3,2% al 3,9%) y España (del 2,7% al 3,4%). Esa ampliación es dura, porque a medida que la deuda debe refinanciarse hay que emitirla a tipos de interés más elevados que cuando se puso en circulación hace unos años. Resultado: la carga por intereses está subiendo, y no dejará de hacerlo.
No extraña pues que Francia, Italia y España no hayan aceptado la propuesta inicial de la Comisión y exijan, como en la covid, la emisión de eurobonos para financiar el nuevo gasto en defensa. Pero, como siempre, Alemania y sus aliados se oponen a mancomunar los riesgos que esos bonos implican.
En la UE, una cosa son los seductores titulares y otra muy distinta la realidad de su fragmentación política, económica y, ahora, militar. El norte y el sur, de nuevo enfrentados: habrá que esperar para ver cómo finaliza ese nuevo choque.