Un terremoto de magnitud 7,7 dejó este viernes en Birmania al menos 200 muertos y más de 700 heridos en todo el país. A los que cabe añadir un mínimo de nueve fallecidos en la capital de Tailandia, donde se teme que el balance final se multiplique, al haber 114 obreros desaparecidos en el desplome del mismo rascacielos en construcción.

Nuevas imágenes del terremoto en Birmania y Bangkok
Heridos ensangrentados, trasladados en camioneta, moto o tuktuk, colapsan los hospitales de Mandalay -epicentro del seísmo- y de Naypyidaw, capital de Birmania, 250 kilómetros en dirección sur. La junta militar declaró finalmente el estado de emergencia en seis regiones centrales y mostró su disposición a aceptar ayuda internacional -para empezar, de India- prueba de la gravedad de la situación.
Solo en Mandalay, un primer recuento hospitalario, de carácter oficioso, arrojaba veinte muertos. Pero a última hora el general Min Aung Hlaing multiplicó por siete dicha cifra, en un mensaje televisado. En cualquier caso, la división de gran parte del país en reinos de taifas guerrilleros dificulta el cómputo, aunque la zona más afectada está bajo control gubernamental.
Un médico desbordado en Nay Pyi Taw reconocía la gravedad del temblor, que sacudió a su propio hospital, dejando como testimonio un coche aplastado en la misma entrada.

A cientos de kilómetros del epicentro, en las calles de Bangkok había miles de personas todavía descalzas, a media tarde, después de haber salido disparadas de sus casas por la sacudida. Aguardaban la réplica anunciada por las autoridades -que en la calle no llegó a notarse- junto a algunos millones más, a la puerta de sus puestos de trabajo, estudio o asueto. La réplica, de 6,4 grados, sí se percibió en Chiang Mai, al norte del país y más cerca de Birmania.
Pero es en Bangkok, cerca del mercado callejero de Chatuchak, donde se registró el incidente más trágico, no solo de Tailandia sino posiblemente de toda la geografía del terremoto, cuya onda ha llegado hasta China y Vietnam. Un edificio de treinta plantas en construcción de la capital tailandesa se desplomó, dejando ocho muertos y 114 desaparecidos entre los obreros, tanto tailandeses como extranjeros. Las operaciones de rescate continúan pero las esperanzas son escasas. Hay asimismo 61 heridos, además de un fallecido en otra parte de la ciudad.
En un pueblo de Birmania se sabe que por lo menos tres personas fallecieron aplastadas por el techo de la mezquita, durante la oración del viernes. Varios puentes quedaron destruidos en el oeste de dicho país, mientras que en un hotel, en Aung Pan, habría veinte personas atrapadas bajo los escombros.

Desplome de un edificio en construcción en Chatuchak, Bangkok
El temblor, calificado de 8,2 grados en un primer momento por las autoridades de Tailandia, sacudió de forma más violenta las ciudades meridionales, como Chiang Mai. Sin embargo, allí apenas hay rascacielos, a diferencia de Bangkok, donde son miles los que han tenido que descender a la carrera veinticinco o cincuenta plantas, en torres residenciales, oficinas u hoteles. El desdentado Maha Nakhon, que fue su rascacielos más alto, con 78 plantas, durante algunos años, se cimbreó de forma asombrosa.
Una experiencia estremecedora, que colapsó las carreteras de salida de la capital tailandesa a lo largo de toda la tarde, no solo por la conmoción sino porque son bastantes los que adelantaron el fin de semana, ante la duda de poder pegar ojo en una ciudad sin apenas espacios abiertos y sin experiencia en terremotos.
En la gasolinera de la avenida Ekkamai, colapsada por coches repostando, recordaban con incredulidad el balanceo de otra torre residencial en construcción, justo enfrente. Los peones de esta, la mayoría birmanos acarreados en camionetas, celebraban salir de la obra antes de las dos y, sobre todo, salir vivos. Mientras el personal de limpieza del condominio colindante, igualmente birmano, repasaba el móvil e intercambiaba información, todavía escasa, sobre su martirizado país de origen. “Sí, allí se han desplomado edificios”, confirmaba uno.

Los escolares, en muchos casos, volvían a casa sin cartera, al no tener autorización para regresar a las aulas. No en vano, se trata del mayor terremoto en todo el mundo desde el de Turquía en 2023.
La Bangkok más turística, por su parte, deja en la retina imágenes insólitas, como el desbordamiento de las “infinity pools”, piscinas de azotea convertidas en cascadas. O el traqueteo en las vías del tren elevado, que fue clausurado, al igual que el metro y la línea de Suvarnabhumi (aunque ambos aeropuertos funcionan con normalidad).
Una tintorera china, criada en Bangkok, dijo que no recuerda nada parecido. “Vivo en una planta veinte y jamás había notado ninguna sacudida. Pero este viernes se han movido las lámparas y primero creía que era el aire acondicionado, hasta que el suelo ha empezado a bailar”.
Pol Comaposada, agente de viajes, se llevó el disgusto, como muchos otros, de encontrar grietas en las paredes al volver a casa. “Por suerte, solo el estuco“. El temblor coincidió con el momento en que recogía a sus hijos de la escuela: “La maestra los tuvo debajo del pupitre y luego los mandó al patio”. La embajada en Bangkok no registró de momento ningún percance entre residentes o turistas españoles en los cuatro países de su competencia, incluida Birmania.

Según portales digitales del exilio birmano, un monasterio que acogía a decenas de desplazados se hundió en Taungoo, a medio camino de la frontera tailandesa. Los efectos del sismo también se dejaron sentir en Rangún, la mayor ciudad del país, donde los edificios fueron evacuados.
Según la agencia AFP, las carreteras cercanas a la ciudad de Naypyidaw, actual capital birmana, quedaron destrozadas. Asimismo, en su hospital, que cuenta con un millar de camas, muchos heridos recibían atención médica en la calle por saturación.

Una carretera levantada en la capital federal de Birmania, Naypyidaw
Bangkok, zona catastrófica
Un total de 114 obreros quedaron sepultados bajo una torre en construcción
Además de la suspensión del metro elevado BTS, en Bangkok la bolsa de valores interrumpió las operaciones.
Tras algún titubeo, por la ausencia de desperfectos mayúsculos, salvo el hundimiento reseñado, la primera ministra tailandesa, Paetongtarn Shinawatra, declaró Bangkok zona catastrófica. El Departamento Meteorológico tailandés advirtió de posibles réplicas y se recomendó a la población tomar las precauciones necesarias y permanecer al aire libre, aunque cuatro horas después del temblor volvieron a abrir las puertas la mayor parte de edificios y muchas aceras empezaron a vaciarse. Las carreteras, no.

Equipos de rescate trabajan en el lugar del derrumbe de un edificio tras los temblores de un fuerte terremoto que azotó el centro de Birmania el viernes y que afectó a Bangkok, capital de Tailandia
Birmania se encuentra cerca de una zona de alta actividad tectónica por la presión entre la placa del subcontinente indio, al sur, y la euroasiática, al norte. Sin embargo, el seísmo de este viernes fue uno de los más fuertes de los últimos años, superior al registrado en 2016, de 6,8 grados de magnitud.
Bangkok, en cambio, vive bajo el temor de las inundaciones. Su mayor espacio verde, Benjakitti Park, no se abrió para solaz de sus gentes sino para actuar como desagüe y proteger el parque inmobiliario. Pero este viernes ejerció de imán para miles de personas que buscaban estar lo más lejos posible de las fachadas. Tanto es así que, en un momento dado “se rozó la estampida”, según el testimonio de Vinita, una oficinista de origen indio: “Estuve a punto de tirarme al lago”.
Un terremoto no entraba en los cálculos, pero sus nueve millones de ciudadanos hicieron gala de templanza y superaron la prueba con nota.