Vance justifica desde Groenlandia su anexión para mantenerla “a salvo” de Rusia y China

Sin invitación oficial y con el rechazo de la clase política y la población local, una delegación estadounidense encabezada por el vicepresidente J.D. Vance ha visitado este viernes Groenlandia, la isla semiautónoma de Dinamarca, cuya anexión se ha convertido en una prioridad de la seguridad nacional para Donald Trump. El presidente está decidido a incorporar el territorio “de una forma u otra” y no descarta el uso de la fuerza militar, a pesar de que pertenece desde hace más de 300 años a un miembro fundador de la OTAN.

Desde la base espacial estadounidense de Pituffik, al noroeste de la isla, Vance ha criticado a Dinamarca y a los demás países europeos por no invertir lo suficiente en defensa y ha asegurado que Estados Unidos es el único que puede garantizar la seguridad de la isla: “Dinamarca no ha seguido el ritmo en la dedicación de los recursos necesarios para mantener esta base, para mantener a nuestras tropas y, en mi opinión, para mantener a la población de Groenlandia a salvo de muchas incursiones muy agresivas de Rusia, China y otras naciones”.

J.D. Vance, vicepresidente de EE.UU.

“Dinamarca se desentendió de todo y dejó que los valientes estadounidenses se encargaran de la situación”

“Dinamarca se desentendió de todo y dejó que los valientes estadounidenses se encargaran de la situación”, ha dicho el vicepresidente, en una rueda de prensa después de visitar la base acompañado por su esposa, Usha Vance, el consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, el secretario de Energía, Chris Wright, y un senador republicano, Mike Lee.

“No podemos simplemente enterrar la cabeza en la nieve de Groenlandia y fingir que los chinos no están interesados en esta enorme masa de tierra. Sabemos que lo están”, ha insistido Vance, enmarcando la ambición expansionista de Trump en el compromiso con “la seguridad mundial”. El vicepresidente ha dicho que respeta “el derecho a la autodeterminación de los groenlandeses”, en referencia al creciente sentimiento independentista, pero las acciones y declaraciones de la Administración indican lo contrario.

Tras la indignación mostrada por los groenlandeses y parte de la comunidad internacional, la visita se ha desviado del programa original. Inicialmente, Usha Vance iba a ir sin su marido a una popular carrera de trineos tirados por perros en Sisimut, la segunda ciudad más poblada tras la capital, Nuuk, donde también tenía previstas visitas culturales. Sin embargo, tras constatar que la segunda dama no iba a tener un buen recibimiento, Vance anunció que la iba a acompañar y limitó la estancia a la base espacial de Pituffik.

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Esta instalación militar existe gracias al acuerdo de defensa mutua que firmaron Estados Unidos y Dinamarca tras la Segunda Guerra Mundial. Su construcción, secreta en ese momento, comenzó en 1951, aunque ya en 1946 se había establecido una estación de radio y meteorológica en la zona, a unos 1.207 kilómetros del Polo Norte. Durante la Guerra Fría, los americanos consideraron que esta base era clave para defenderse de los misiles que pudiera disparar la Unión Soviética.

A pesar de que la tecnología ha avanzado y los expertos militares cuestionan su necesidad para detectar amenazas, Vance ha insistido en esa idea: “Si un misil fuera disparado desde un país enemigo o un submarino enemigo hacia los Estados Unidos, es la gente aquí ante nosotros quien daría aviso a nuestros valientes hombres y mujeres más al sur”, ha dicho ante algunos de los soldados estacionados en la base espacial, los llamados “guardianes”.

La visita es completamente inusual, no solo porque desafía la soberanía del pueblo groenlandés, también porque Vance es el estadounidense de más alto rango que jamás ha visitado la isla, lo que supone una declaración de intenciones y eleva la presión sobre el futuro gobierno local. Tras su victoria en las elecciones del pasado 11 de marzo, Jens-Frederik Nielsen, del partido liberal e independentista Demokraatit, ha anunciado horas antes de la comparecencia de Vance la formación de un nuevo gobierno de coalición amplia, de cuatro partidos, con todas las formaciones excepto la centrista Naleraq, que propugna la independencia inmediata, en vez de la vía lenta propuesta por Nielsen.

El consejero de Seguridad Nacional, Waltz, asegura que Trump “va absolutamente en serio” con sus declaraciones sobre el Ártico

El futuro primer ministro ha criticado la visita de la delegación estadounidense “cuando todavía no hay un gobierno en funciones”, lo que considera “una falta de respeto hacia un aliado”. “Es una pena, pero ahora tenemos un gobierno que necesita ponerse su ropa de trabajo”, ha dicho Nielsen a la radio danesa DR, señalando que la prioridad de su gabinete será “esta situación de política exterior que requiere acción, y es lo primero que queremos arreglar”.

Una encuesta publicada a finales de enero mostró que el 85% de los groenlandeses, una población de 57.000 habitantes, rechaza formar parte de EE.UU. y no compra las motos que vende Trump: “Os mantendremos a salvo, os haremos ricos y juntos llevaremos a Groenlandia a alturas que nunca antes habíais imaginado posibles”, dijo a su población a principios de mes, en su primer discurso ante una sesión conjunta del Congreso.

“Iremos todo lo lejos que haga falta” para tomar el control de la isla, dijo el republicano el jueves, con un lenguaje todavía más agresivo que el que había usado hasta el momento. “Necesitamos Groenlandia. Y el mundo necesita que tengamos Groenlandia, incluida Dinamarca. Dinamarca tiene que conseguir que tengamos Groenlandia. Y, ya sabes, ya veremos qué pasa. Pero si no tenemos Groenlandia, no podemos tener una gran seguridad internacional”.

Dejando a un lado el paternalismo sobre el país europeo y su territorio semiautónomo, las palabras de Trump llevan implícito un interés geoestratégico. Aunque la isla más grande del mundo ha pasado desapercibida durante siglos, ha ganado importancia con el deshielo del Ártico, un disputado océano en el que en los próximos años se abrirán importantes rutas comerciales. Siete de los ocho países con acceso al ártico forman parte de la OTAN, todos excepto Rusia, que en la última década ha militarizado las zonas adyacentes a la región.

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Vance ha hecho referencia a esa idea durante su rueda de prensa: “Rusia, China y otras potencias están mostrando un interés extraordinario en los pasadizos del Ártico”, ha dicho, por lo que su país debe “liderar en el Ártico, porque sabemos que si Estados Unidos no lo hace, otras naciones llenarán el vacío”. El consejero de Seguridad Nacional, Waltz, ha señalado que Trump “va absolutamente en serio” con sus declaraciones sobre el Ártico y “la seguridad de la región”, y ha añadido que “se trata de rutas marítimas, energía y pesca”.

El deshielo está haciendo más accesibles los depósitos de minerales e hidrocarburos que se encuentran bajo el suelo de Groenlandia. Entre ellos, las tierras raras, esenciales para la industria tecnológica, pues se requieren para fabricar baterías, equipamiento militar avanzado y tecnología eólica y solar, entre otros usos. Si Washington puede explotar estos recursos, reducirá su dependencia de China, que domina las cadenas globales de suministro de minerales críticos. A estas motivaciones se les suma la explotación de los recursos marinos, incluida la pesca, la principal sector y producto de exportación de Groenlandia.

Trump ya mostró su fijación por Groenlandia en su primer mandato, cuando sugirió su compra, propiciando la reprimenda de los oficiales daneses, que lo calificaron de “absurdo”. La anexión de la isla no estaba en su lista de promesas de campaña electoral, pero un mes después de ganar los comicios el pasado noviembre, volvió a la ofensiva. Si finalmente se sale con la suya, ya sea con un acuerdo o con la intervención militar, romperá el orden internacional establecido tras la Segunda Guerra Mundial y legitimará la actitud de potencias geopolíticas como la invasión rusa de Ucrania o la potencial toma china de Taiwán.

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