Las mil vidas de Netanyahu

A Beniamin Netanyahu no lo asustan las encuestas adversas. En un sondeo publicado a principios de marzo por el Canal 12, el Likud, su partido, bajaría de 32 a 24 escaños, y su coalición con supremacistas judíos y ultraortodoxos no superaría los 48, alejados de los 61 de la mayoría absoluta. Pese a los sondeos desfavorables, el primer ministro israelí ha levantado cabeza tras la debacle del 7 de octubre del 2023, cuando la mayoría de sus compatriotas consideraban que debía abandonar el poder.

“Netanyahu está tomando medidas desesperadas, y tal vez Israel pagará el precio por su supervivencia política”, vaticinó el historiador Gershom Gorenberg en The Atlantic . En menos de dos semanas, el “rey de Israel” –así lo alaban sus simpatizantes– ha suscitado un terremoto interno en el Estado judío.

Los supuestos pagos de Qatar a varios asesores, así como a Hamas, son la principal amenaza al primer ministro

Además de reemprender la guerra en Gaza, que para los familiares de los 59 rehenes en manos de Hamas supone su sen­tencia de muerte definitiva, ha despedido al jefe de la inteligencia interna, ha conseguido controlar la selección de jueces para el Tribunal Supremo y confía en destituir a la fiscal general del Estado, crítica con la acumulación de poder sin límite de su gobierno. “Sabe que afronta amenazas inmediatas para mantenerse en el cargo, y por eso toma medidas desesperadas, más allá del coste en vidas y el riesgo para la democracia israelí”, insiste Gorenberg.

En Israel cunde la sensación de que se vive un momento histórico decisivo. Mientras vuelven a sonar las alarmas antiaéreas por proyectiles que caen desde Gaza, Líbano o Yemen, en las calles vuelven a cobrar fuerza las marchas antigubernamentales, especialmente tras la aprobación de unos presupuestos que siguen priorizando los privilegios de los colonos y los subsidios de los ultraortodoxos, que se niegan a servir en el ejército. “¡Moriremos antes de reclutarnos!”, exclaman.

Para Netanyahu era vital aprobar las cuentas anuales en marzo. De lo contrario, la ley ordenaba la disolución del Parlamento y la convocatoria de elecciones. La coalición había quedado en minoría tras la salida del extremista Itamar Ben-Gvir, enojado por la tregua con Hamas. A cambio de su voto, Netanyahu aceptó “retomar la guerra con fuerza hasta la victoria total”. Cientos de muertos en Gaza han aportado la estabilidad necesaria para que Netanyahu siga gobernando.

Cumplir con los cupos de reclutamiento en el ejército es otro problema para un primer mi­nistro empeñado en la guerra eterna. Los ultraortodoxos desafían la obligación de alistarse y, según alertan los militares, “muchos combatientes rechazan ser reservistas por las medidas del Gobierno”.

Israel está encallado en el conflicto más largo de su historia y en el último año y medio los israelíes en edad militar han cumplido hasta tres o cuatro rotaciones. Muchos padres, empleados y empresarios no están dispuestos a sacrificar sus vidas y el bienestar de sus familias.

El éxito de Netanyahu se basa en mantener frentes abiertos que le permiten maniobrar según sus prioridades políticas.

Ilana Gritzewsky, una rehén liberada, ha relatado a este diario los abusos sexuales que sufrió a manos de Hamas. “No permaneceré en silencio –ha dicho–, debo gritar por los que no pueden. Cada día sin tregua es un riesgo para ellos. Están débiles, heridos y en situaciones médicas críticas. No podemos abandonarles”.

Pero sus súplicas no parecen resonar en la oficina del primer ministro, que según varias informaciones habría ordenado al ejército diseñar un plan para la ocupación permanente de Gaza. Según Tamir Pardo, exjefe del Mosad y, como muchos ex altos cargos, asiduo en las marchas antigubernamentales, la “guerra por el bienestar de Netanyahu ha empezado”.

El reportero de Ha’aretz Uri Misgav, especialista en la familia Netanyahu, considera que al premier lo enervan las protestas, más aún frente a sus domicilios de Jerusalén y Cesárea. Para neutralizarlas, la policía –bajo órdenes del ultra Ben-Gvir– reprime con más dureza. Para muchos israelíes, el estamento policial ha sido secuestrado por los supremacistas.

La mayor amenaza para el futuro de Netanyahu es el Qatargate, las evidencias reveladas sobre los supuestos pagos a asesores del premier por parte del gobierno de Doha que, al parecer también sirvieron para financiar a Hamas. Los críticos lo acusan de destituir al jefe de la inteligencia e intentarlo con la fiscal general para bloquear la investigación. Los asesores comprados por Qatar son los mismos que revelaron documentos sensibles de inteligencia al Bild para intentar alejar las críticas sobre Netanyahu respecto al fracaso en la liberación de los rehenes.

Mientras sus juicios por corrupción siguen en marcha, Netanyahu se esfuerza en presentarse como la víctima de una interminable caza de brujas. Los mismos dólares qataríes que financiaron y armaron al enemigo que perpetró la peor matanza de judíos desde la Shoah también llegaron a los bolsillos de sus asesores, encargados de blanquear la imagen de Qatar. Pero todo puede ser desmentido como noticias falsas.

“En América e Israel, cuando un líder fuerte de derechas gana elecciones, el estado profundo izquierdista utiliza a la justicia para quebrar la voluntad popular”, zanjó el líder con más años al frente del Estado judío.

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