Los alquileres sociales de Sareb ya llegan a 9.000 familias: “¿El banco malo? Para mí son buenos”

A la Sareb se le ha conocido históricamente como el “banco malo”. Quedarse con las viviendas y activos tóxicos de la crisis inmobiliaria no le ha granjeado buena reputación. Pero para casi 10.000 familias que han encontrado un techo gracias a un alquiler social, muy por debajo de los disparados precios del mercado libre, la entidad es todo lo contrario. “¿El banco malo? No, para mí ellos son buenos”, afirma Queiran, una de las personas que ha conseguido regularizar su situación. De República Dominicana y con tres hijos, su perfil se repite por todo el país, ya que tres de cada cuatro inquilinos tienen menores y un tercio son hogares monomarentales.

El programa de alquiler social de la Sareb está dirigido a personas muy vulnerables. Cuando la entidad recibe una vivienda, comprueba si está ocupada. Si lo está, en el inmueble aparece un gestor social. Si el inquilino decide colaborar, comienza un seguimiento personalizado por un equipo especializado. A cierre del 2024, la Sareb acumulaba 9.000 alquileres regularizados. Pero también hay personas que no colaboran, a los que la Sareb cataloga de ocupas, sobre los que se inicia la vía judicial. Son en este momento 3.400.

La entidad distingue entre quien pone de su parte y los ocupas; a los segundos se les inicia la vía judicial

El programa se centra en quienes sí ponen de su parte y quieren mejorar su situación vital. La Sareb ofreció a La Vanguardia visitar a una familia beneficiaria del proyecto que asumirá la nueva empresa estatal de vivienda. Queiran llegó a España con visado de turista y se quedó. A través de una persona cercana entró en una vivienda propiedad de una entidad financiera en Villaverde (Madrid) de forma ilegal y se enfrentó a un desahucio embarazada.

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Los servicios sociales lograron frenar el desalojo y Queiran accedió, en la modesta vivienda, al alquiler social de la Sareb de 300 euros. En la misma zona pagaría entre 600 y 800 euros. Era el 2019 y trabajaba en una residencia. Pero llegó la pandemia y entró en un ERTE. Tras el confinamiento encontró un empleo de media jornada. Abonar 300 euros era complicado. “Me adaptaron el alquiler a mis ingresos y pago 115,50 euros”, explica. Este es uno de los aspectos más importantes del programa: el seguimiento de cerca a las familias con gestores sociales.

Queiran, con tres hijos, ha logrado reinsertarse gracias al programa que asumirá la nueva empresa de vivienda

La compañía también cuenta con un programa de acompañamiento a las familias vulnerables para que puedan gestionar ayudas económicas (ingreso mínimo vital, bono social o becas) o dar de alta un suministro. Con estas acciones se han movilizado siete millones de euros. La Sareb también ofrece un plan de reinserción laboral a inquilinos en edad de trabajar. La mayoría de los perfiles son mujeres (59%), con una edad media de 36 años y ubicadas en Catalunya (55%) y Madrid (25%).

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Queiran vive en un piso de la Sareb en Villaverde, Madrid 

Dani Duch

La historia de Queiran tiene un final feliz. La dominicana ha encontrado recientemente un nuevo trabajo, en la cocina de un restaurante, y tiene un contrato fijo. Su sueldo ha mejorado, aunque la Sareb le ha mantenido durante un tiempo el alquiler rebajado. Se ha logrado la reinserción y el objetivo es que los inquilinos no vuelvan a ser vulnerables. Ella aprovecha la visita para comentar al trabajador social que tiene un problema con la lavadora. El casero, la Sareb, lo arreglará. El “banco bueno”, dice Queiran, les ha cambiado la vida. La previsión es que en el 2027 se alcancen las 14.000 familias en el programa.

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