Las urnas en Wisconsin y Florida ponen a prueba el apoyo a las políticas de Trump

Los ciudadanos de Wisconsin y Florida se dirigen este martes a las urnas en el primer test electoral de la popularidad de las políticas de Donald Trump. En Wisconsin, la batalla por decantar la mayoría del Tribunal Supremo estatal ha generado más atención de lo habitual y se ha convertido en la campaña judicial más cara de la historia, con importantes donaciones por parte de magnates como Elon Musk o George Soros. En Florida, están en juego dos escaños de la Cámara de Representantes, que reemplazarán a los republicanos Mike Waltz y Matt Gaetz, quienes renunciaron al cargo tras ser elegidos para formar parte del gabinete de Trump.

El noviembre, Trump recuperó la mayoría por un estrecho margen (0,8%) en Wisconsin, uno de los siete estados decisivos de las pasadas elecciones, por lo que una derrota del candidato conservador será interpretada como una pérdida de apoyo a la causa republicana. En Florida, el republicano ganó por más de 10 puntos a Kamala Harris, cimentando el giro conservador del Estado sureño, donde ahora los demócratas se ven con opciones de recuperar al menos uno de los dos escaños en juego y adelgazar todavía más la estrecha mayoría de los republicanos en la Cámara Baja (218 a 213).

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En la actualidad, el Supremo de Wisconsin tiene una mayoría progresista, de 4 a 3 jueces, y el magistrado Brad Schimel, propulsado por donaciones de más de 25 millones por parte de Elon Musk, busca cambiar su control ideológico. La jueza liberal Susan Crawford también cuenta con importantes donantes, como el inversor Soros o el multimillonario gobernador demócrata de Illinois, JB Pritzker. Entre las dos campañas, se han gastado más de 90 millones, la mayor suma en la historia del país.

Este tipo de elecciones, para una corte estatal, no suelen generar mucha atención, pero su resultado tendrá implicaciones a nivel nacional. En primer lugar, porque los tribunales se han convertido en el único contrapoder efectivo a Trump, que en dos meses ha firmado más de un centenar de órdenes ejecutivas y ha visto como la justicia bloqueaba, al menos de forma cautelar, 53 de sus medidas. La mayoría de estas demandas han sido presentadas en cortes estatales, donde los jueces tienen capacidad de impugnar las órdenes presidenciales a nivel nacional.

En segundo lugar, porque próximamente el tribunal decidirá sobre importantes cuestiones, como el derecho al aborto, los derechos de negociación colectiva o el rediseño de distritos electorales. Este último caso tendrá consecuencias sobre las elecciones legislativas del próximo año. Si gana Schimel, los conservadores podrían revertir la sentencia dictada por el tribunal en el 2023, que ordenó redibujar el mapa electoral del Estado, al considerar que los distritos favorecían de forma inconstitucional al Partido Republicano. En la actualidad, los conservadores controlan seis de los ocho distritos, que se renuevan cada dos años.

“Permítanme hablar de mi oponente, Elon Musk»: Crawford enmarca su elección como una batalla contra el aliado de Trump

Pero hay otro caso que merece la atención de Elon Musk. Su compañía de vehículos eléctricos, Tesla, demandó a Wisconsin por una ley estatal que prohíbe a los fabricantes de automóviles ser propietarios de concesionarios, un caso que tiene visos de terminar en el alto tribunal estatal. Eso explica que se haya involucrado con un método muy similar al de las elecciones de noviembre: sorteando millones de dólares entre los votantes de Schimel.

“Siento que esto es una de esas cosas que puede que no parezca que vaya a afectar todo el destino de la humanidad, pero creo que sí lo hará” dijo Musk el domingo, en un discurso de dos horas en la localidad de Green Bay, donde entregó dos cheques de un millón. “Quien controla la Cámara Baja, en gran medida, controla el país y a su vez dirige el curso de la civilización occidental”, aseguró el hombre más rico del mundo, enmarcando esta elección a una corte estatal como un momento trascendental en la historia. El tono manipulativo de sus palabras recordó al de la pasada campaña presidencial, cuando dijo que “si no votáis y los demócratas ganan, estas serán las últimas elecciones”.

La candidata progresista, Crawford, dijo el lunes en su mitin de cierre de campaña que su verdadero competidor es el magnate: “Permítanme hablar de mi oponente, Elon Musk. Ayer vi una foto suya con una gorra con forma de queso. Es la primera vez que viene a Wisconsin, no se ha ganado el derecho a llevarla”, dijo en referencia al particular atuendo que suelen usar los seguidores del equipo de fútbol americano Green Bay Packers, un símbolo del orgullo local en Wisconsin.

A pesar de la millonaria implicación de Musk, Crawford ha recaudado una cifra similar, 40 millones de dólares, a lo ingresado por conservador Schimel, unos 50 millones. La progresista ha utilizado el factor Musk, así como el apoyo explícito de Trump a su oponente, para buscar un antagonista que mueva a su electorado. Su campaña lleva el lema “El pueblo contra Elon Musk” y se vende como una oportunidad de frenar la creciente influencia del empresario en la política estadounidense.

Los republicanos parten con ventaja en las legislativas de Florida, pero temen perder uno de los dos escaños en juego

En cuanto a los otros comicios que tienen lugar este martes, en Florida, los candidatos republicanos a los distritos 1 y 6 del Congreso, el economista Jimmy Patronmis y el senador estatal Randy Fine, parten como claros favoritos, pues Trump ganó en ellos por más de 30 puntos en noviembre. Pero republicanos como el exasesor de Trump Steve Bannon o el gobernador del estado, Ron DeSantis, han expresado su preocupación por la posibilidad de que Fine no consiga imponerse al demócrata Josh Weil, un profesor que ha recaudado 10 millones de dólares, superando por mucho los 400.000 dólares de su campaña.

Las dos elecciones especiales de Florida decidirán el margen de acción de los republicanos en el Congreso, conformado en la actualidad por 218 republicanos y 213 demócratas, con cuatro plazas vacantes. Si se estrecha todavía más su mayoría, se verán obligados a dejar de lado las divisiones existentes y actuar unidos para hacer avanzar la agenda de Trump.

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