
El destino de todos los líderes del PP de Catalunya es acabar defenestrados por la dirección de la madrileña calle Génova, hagan lo que hagan. Aunque tengan el empaque del duro Alejo Vidal-Quadras o el moderado Josep Piqué. Lo escribe Alejandro Fernández, que se observa a si mismo “bailando breakdance en el alambre” desde que llegó a la presidencia del partido. Un problema estructural del PP que ha impedido, señala, convertir a esta formación en un partido ganador en Catalunya. Una “escabechina política y moral”, dice, que impide crecer por las “tutelas y bandazos” de Génova desde hace décadas.
La crítica tiene un sentido político que desarrolla en el libro recién publicado A calzón quitao (La Esfera de los Libros). “El principal problema que el PP tiene en toda España es la incapacidad de consolidar un proyecto político en Catalunya que le permita competir con garantías”. Y buena parte de este problema radica en la inmensa tutela de la “dirección nacional” que lo impone todo, señala, “una sumisión a los postulados genoveses que degrada sin remisión el proyecto autonómico”. Se instala así en los cuadros medios del partido, prosigue, que lo “esencial es ser buenos felpudos de Génova”.
El dirigente catalán señala que las imposiciones de Génova degradan el proyecto autonómico
El libro de Alejandro Fernández propone, por tanto, la necesidad de romper este círculo vicioso como única vía para aprovechar la recuperación electoral en un análisis que va mucho más allá pero que entronca con esta primera observación: “la gestión catalana es un síntoma de los graves errores que las élites políticas españolas han cometido con respecto al nacionalismo catalán”. La idea de que los “constitucionalistas catalanes” han de estar “calladitos” mientras las élites nacionalistas negocian el pastel con Madrid
Fernández pide que el constitucionalismo catalán pueda competir con los mismos recursos que el nacionalismo
El dirigente popular aboga así por un “nuevo proyecto político para Catalunya”, cuya carencia lastra España. Nunca se ha intentado de verdad consolidar una alternativa real al nacionalismo, explica, y sitúa a Salvador Illa en esta operación de continuidad que traslada a España el procés con la búsqueda del desmantelamiento del Estado en Catalunya. Ante ello, considera imprescindible que el PP catalán no compre “ningún marco nacionalistas”, recordando la estrategia ganadora de Ciudadanos.
Alejandro Fernández reclama en Catalunya un espacio entre iguales para aquellos que no se consideran nacionalistas y, un trato, por tanto equitativo en respaldo y recursos. “Hay que generar un marco equilibrado en el que apoyar al PP no sea la muerte civil”, escribe.

En este nuevo proyecto para España y Catalunya que se entrelazan, propone una reforma constitucional para definir con claridad las competencias entre el Estado y las autonomías. Y, asimismo, una reforma del sistema electoral con primarias y listas abiertas. Por si alguien tenía alguna duda, Alejandro Fernández avisa: “Que sepan en Madrid que no aceptaremos ser nuevamente usados como moneda de cambio (…), si es necesario actuaremos en legítima defensa”.