En la ciudad de Panamá se tantean obsesivamente todas las posibles motivaciones para explicar las amenazas de Donald Trump para recuperar el control del canal de Panamá.
Pueden ser los primeros preparativos para una guerra contra China, tal y como aconsejan asesores superhalcones de la Secretaría de Defensa como Elbridge Colby. Puede ser un plan para reducir los peajes para los buques de gas natural estadounidenses que cruzan desde la Costa Este de Estados Unidos al Pacífico para ser exportados a Asia.
Pero la motivación más intrigante que se achaca al polémico presidente estadounidense se encuentra dentro de un rascacielos de 70 plantas, el más alto de Centroamérica, en el distrito de Punta Pacífica en la ciudad de Panamá. Es la vieja torre Trump, mejor dicho, el Trump Ocean Club International Hotel & Tower. Ahora es el Marriott.
“Trump ya no está, pero la gente sigue llamando a esto torre Trump”, dice el botones del casino al lado de la torre que incluye apartamentos de lujo y las habitaciones de seis estrellas. El valet recuerda el día del 2018 cuando vinieron a sacar las letras T-R-U-M-P del letrero de acero inoxidable delante del hotel después de una decisión judicial en favor del inmobiliario chipriota Orestes Fintiklis, socio mayoritario de Trump en el negocio de la torre.
Sin ninguna aportación económica, el presidente había prestado la valiosa marca Trump a la promoción inmobiliaria, construida en la primera década del siglo. Pero se peleó con Fintiklis y, acusado de ser responsable de pérdidas millonarias, Trump tuvo que renunciar a su participación, bajo órdenes del tribunal panameño. “Trump perdió aquí en los tribunales de Panamá, aunque ganó en Nueva York”, dice Juan David Morgan, novelista y abogado socio de Morgan & Morgan (MM), el bufete que representó a Fintiklis en el juicio. “Ya empezó mal la cosa. Cuando llegó a inaugurarlo en el 2011, cayó un aguacero de mil demonios y se mojó”, añadió.

“Trump no quiere el canal, sabe que eso es imposible”, dice el escritor Juan David Morgan
Tras perder la torre Trump en Panamá, el actual presidente “se fue con un mal sabor de boca”, explica Omar Jaén Suarez, veterano diplomático panameño que participó en la reunión el martes con el secretario de Defensa de la Administración Trump, Pete Hegseth. La prueba de la amargura presidencial fue lo que Juan de Dianous, el embajador panameño en Washington durante la primera administración de Trump (2016-2020), contó a sus amigos antes de su muerte en el 2021.
“Cuando Juan entra en el despacho de Trump después de recibir sus credenciales, este lo recibe de pie, no le ofrece asiento y, señalándolo con el dedo, le dice: ‘¡Ustedes me hicieron en Panamá una canallada, ustedes me trataron mal!’ Y lo despachó en 30 segundos”, relata Arístides Royo Sánchez, presidente panameño entre 1978 y 1982.
Más allá de las cuestiones geopolíticas relacionadas con la disputa por el canal, hay quienes en la élite panameña creen que Trump quiere vengarse de la pérdida de la torre Trump en la ciudad de Panamá. El hotel, a fin de cuentas, es un icono de la ciudad. Su forma de vela –creación de la firma colombiana Arias Serna Saravia– se identifica con el lujo y recuerda a rascacielos como el Burj al Arab de Dubái o el W de Barcelona, aunque en Panamá muchos creen que representa la D de Donald.
“Obviamente Trump tiene un problema psicológico con Panamá; siente que ha sido derrotado porque perdió la torre”, dijo un político de alto rango que no quiso dar su nombre. “No hizo nada al respecto en la primera administración, pero él es un Trump distinto ahora. Es un Trump vengativo”. La implicación en el proyecto le mereció a Trump más de 3.500 menciones en el escándalo de los papeles de Panamá, aunque los verdaderos evasores eran los socios, entre ellos Fintiklis.
Trump “maneja EE.UU. como si fuera su empresa. Y entonces, la manera como él negocia es hacer bullying al otro, sobre todo si es más pequeño”, dice Juan David Morgan, cuyas novelas han explorado la psicología de los protagonistas de la dramática historia del istmo desde Vasco Núñez de Balboa, el conquistador que descubrió el Pacífico en 1513, hasta el presidente militar Omar Torrijos, quien pactó la entrega del canal con Jimmy Carter en 1977. “Él no quiere el canal, sabe que eso es imposible. Está interesado en temas migratorios. Y creo que EE.UU. quiere volver a tener bases en Panamá”.
Panamá ya ha recibido cientos de migrantes deportados desde EE.UU. principalmente de Asia y Oriente Medio
Al igual que otros países centroamericanos, Panamá ya ha recibido cientos de migrantes deportados desde EE.UU. principalmente de Asia y Oriente Medio. En cuanto a bases, hace años que Washington habla de crear un centro de operaciones en el tapón de Darien por donde pasan miles de migrantes, territorio estratégico para el narcotráfico.
La amenaza puede ser más importante que el acto en sí. De ahí los bandazos y los constantes cambios de postura, los aranceles de quita y pon. El hecho de que Hegseth se mostrara más comprensivo con los panameños el martes no quiere decir que Panamá se haya salvado. “Trump ha amenazado con recuperar el control diez u once veces desde diciembre”, dijo Will Freeman, analista del Consejo de Relaciones Exteriores en Nueva York, en una entrevista telefónica. Bien sea por venganza bien sea por dinero o geopolítica, “dudo que haya terminado”.