
Bruselas trabaja con dos escenarios. El primero es muy evidente, desde antes incluso que Donald Trump regresase al despacho oval. La Comisión Europea no está escatimando en esfuerzos para negociar con EE.UU. y evitar la guerra arancelaria. Ha puesto varias ofertas encima de la mesa, incluyendo la fórmula de aranceles “cero por cero” a los bienes industriales o comprar más gas natural licuado. Con el objetivo de dar espacio a las negociaciones, también ha puesto en pausa su primer paquete de aranceles sobre bienes estadounidenses, pese a que EE.UU. no ha retirado ni sus tarifas sobre el acero y el aluminio ni sobre los coches.
Pero si por las buenas Trump no responde, la UE también se está preparando para ir por las malas. La Comisión Europea no ha abortado sus preparaciones para ofrecer una segunda respuesta arancelaria que vaya mucho más lejos. Los bienes estadounidenses que la UE puede golpear tienen un tope, y por lo tanto, toca apuntar a los servicios. Estados Unidos protesta con ímpetu por el déficit comercial. Sin embargo, en el caso de los servicios, el superávit es de 137.000 millones. Y Europa tiene bien identificado el talón de Aquiles de EE.UU.: las grandes compañías tecnológicas, llamadas big tech , que están en el punto de mira de la Comisión en el caso de que las negociaciones no lleguen a buen puerto.
Von der Leyen pone de ejemplo una tasa sobre los ingresos publicitarios de los servicios digitales
Lo dijo la misma presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una entrevista con el Financial Times . La alemana avisó que no les temblaría el pulso a expandir la guerra comercial a los servicios, incluyendo potencialmente un impuesto sobre los ingresos por publicidad digital que afectaría a grupos como Amazon, Google y Facebook. “Un ejemplo es que se podría poner una tasa sobre los ingresos publicitarios de los servicios digitales”, indicó Von der Leyen.
La UE tiene la mano tendida, pero no transigirá en sus leyes para regular los mercados digitales, que Trump ve como una especie de impuestos a las tecnológicas estadounidenses y quiere presionar para cambiar, rodeándose de nuevos oligarcas como Elon Musk, Jeff Bezos o Mark Zuckerberg. Von der Leyen ha repetido en público que las regulaciones en materia digital son “intocables”. Tampoco está dispuesta a hablar sobre el IVA, que Trump también ve como otro tipo de impuesto. Son las líneas rojas de Europa. “No están en el paquete de las negociaciones porque son nuestras decisiones soberanas”, dijo.
Sin embargo, la Unión Europea quiere evitar de todas las formas llegar al punto de tener que poner la diana en las grandes tecnológicas, porque complicaría mucho mantener la unidad que de momento ha sido respetada entre todos los países comunitarios. La Comisión Europea ya ha sufrido para alumbrar una lista de aranceles sobre bienes estadounidenses –que fue muy recortada por las capitales, temerosas de las repercusiones sobre sus industrias–, y golpear los servicios sería un desafío mucho mayor.
Ayer, durante una reunión de ministros de Economía, el titular alemán, Joerg Kukies, sugirió que podría haber algunos inconvenientes en golpear a las empresas tecnológicas estadounidenses, diciendo que el bloque debe ser cauteloso con los servicios para los que Europa no tiene alternativas propias en campos como la inteligencia artificial o la computación en la nube. “Hay buenas razones por las que la Comisión Europea en sus contramedidas ha identificado particularmente sectores donde hay alternativas”, dijo a su llegada al encuentro en Varsovia.
Todas las esperanzas están puestas en el hombre que debe negociar por parte de Bruselas, el comisario eslovaco Maros Sefcovic. Se encuentra ya haciendo las maletas porque el lunes mantendrá otra reunión con sus homólogos estadounidenses, la primera desde la moratoria anunciada por Trump el miércoles. Es la tercera vez, desde febrero, que Sefcovic viaja a Washington.