
La semana pasada acabó como arranca esta: en medio de la incertidumbre y el caos por la política tarifaria de Donald Trump.Hoy dice una cosa y mañana hace la corrección, a golpes por los vaivenes de la bolsa y las advertencias de ir hacia el abismo.
Un periodista preguntó el viernes a Karoline Leavitt, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, sobre el riesgo de que los bonos del Tesoro dejen de ser una inversión segura, con un resultado catastrófico para la economía estadounidense, y por el pésimo resultado en el sentir de los consumidores, el nivel más bajo desde 1981. Los ciudadanos temen la inflación provocada por una Administración que hizo del argumento de bajar precios el motor de su campaña.
“Hay que confiar en el presidente Trump, sabe lo que hace”, respondió Leavitt, apelando más a un auto de fe que a un análisis de la realidad, aunque sea la realidad alternativa.
Desconfianza creciente en Trump
In God we trust (en Dios confiamos) es el lema de Estados Unidos. Pero en este momento de desconfianza creciente, en el que todo parece más bien el fruto improvisado de una venganza que un plan comercial bien elaborado, en Wall Street y entre el ala republicana a favor del libre comercio corre otro credo: “En Bessent confiamos”.
Scott Bessent, exgestor de fondos de cobertura y ahora secretario del Tesoro, se ha erigido en una especie de voz de la conciencia de Trump, que le escucha. A él se le atribuye la influencia para que el presidente pusiera una pausa de 90 días en los aranceles recíprocos, salvo para China, que anunció el 2 de abril, el fallido “día de la liberación”, según Trump. Desde ese primer momento, Bessent, de 62 años, afrontó la tarea de la calma.
Bessent es la imagen de la discreción frente a la agresión populista de otros asesores de Donald Trump
Los analistas le consideran el improbable jugador del poder. Si bien puede ser una figura discreta que carece de la agresión populista o la tenacidad mediática de otros miembros del gabinete, como subrayó ‘Politico’, mientras Trump sostenía que no habría pausa alguna ni marcha atrás, Bessent se encargó de decir a los líderes empresariales, a los financieros y a los inversores que los aranceles eran una herramienta de negociación y no un final de partida.
Cuando Trump capituló el pasado miércoles, le tocó a Bessent salir a explicarlo y, como fiel servidor, se quitó mérito y lo atribuyó todo a un supuesto plan maestro de Trump. A nadie le pasó desapercibido que Bessent había ido el fin de semana a Mar-a-Lago (Florida) para plantearle la gravedad de la situación e influir para que estableciera una pausa, focalizando el asunto en el aislamiento de China.
Alarma en Wall Street hasta la Casa Blanca
De regreso a Washington, Trump aún no estaba listo, pero a medida que transcurrió la semana, el hundimiento del mercado bursátil y una venta masiva por sorpresa de bonos de EE.UU., normalmente un refugio en tiempos de crisis, era excesivo para ignorar a su asesor. El sonido de la alarma en Wall Street llegó a la Casa Blanca.
En este juego de tronos, a Bessent le toca hacer de policía bueno, y a Howard Lutnick, secretario de Comercio, de policía malo. A Peter Navarro, asesor en la materia y hooligan de los gravámenes, le han asignado un rincón, alejado del escenario principal en el que está Trump, y con acceso a los platós de televisión. Navarro dijo este domingo que tiene “buena relación” con Elon Musk, brazo ejecutor de los recortes y defensor por intereses personales del libre comercio, aunque le haya dicho que es “más tonto que un saco de ladrillos”.
Bessent se encuentra en el polo opuesto, el de la prudencia. Pero en el trumpismo tiene otro significado. Fue quien le dijo a Pedro Sánchez que acercarse a China es cortarse el cuello.
Aranceles específicos para la electrónica
Todavía se espera otra vuelta de tuerca. El presidente Donald Trump aseguró que habría una clarificación sobre los aranceles a los productos electrónicos, después de que el sábado trascendiera que estaban exentos para alivio de los gigantes tecnológicos. Trump indicó que esta clarificación se produciría este mismo lunes. En esta línea, aunque sin fijar un calendario, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, declaró este domingo que la exención para los teléfonos inteligentes, ordenadores o semiconductores era algo temporal, porque habrá unos gravámenes específicos. “No son excepciones permanentes y solo quiero aclarar que no están disponibles para que los países los negocien, porque son cosas de seguridad nacional que hemos de fabricar en Estados Unidos”, dijo en la ABC. “Todos estos productos tendrán un arancel específico”, añadió. Según su agenda, estará en vigor “en uno o dos meses”.