La guerra comercial todavía no ha llegado a los bolsillos, pero ya está en los cielos. China ha ordenado a sus aerolíneas que no acepten más entregas de aviones de la estadounidense Boeing mientras sigan en vigor los aranceles estratosféricos desencadenados por el presidente Donald Trump.
La noticia ha sido revelada por la agencia Bloomberg, que tiene una de sus sedes principales en Arlington, cerca de Washington, al igual que Boeing y que el Pentágono. Según Bloomberg, que no revela sus fuentes, Pekín también habría pedido a las aerolíneas chinas que suspendan las compras de repuestos y complementos. La agencia estadounidense informó ayer en primicia de que Juneyao, una gran aerolínea china, había recibido la orden de rescindir la entrega de un Dreamliner de Boeing, valorado en 120 millones de dólares, prevista para dentro de tres semanas. La noticia hizo bajar ayer un 2,3% la cotización de la empresa de aeronáutica civil y militar, cuyos problemas vienen de lejos.

Antes de que, en 2018, Donald Trump, en su primer mandato, lanzara su primera andanada de aranceles contra China -que hoy parece tímida- el gigante asiático representaba una cuarta parte de las ventas de Boeing. Desde entonces, no había grandes entregas de la multinacional estadounidense en el mercado chino, que ha debido abrirse aún más a la europea Airbus. La citada aerolína china, por ejemplo, opera un centenar de Airbus, frente a nueve Boeing. Un futuro más bien lejano podría pertenecer a Comac, la respuesta china al duopolio occidental, pero el presente parece risueño para Airbus, en un mercado que adquirirá más del 20% de todos los aviones de pasajeros en las próximas dos décadas.
Las guerras de las tierras raras
A ello debe añadirse las restricciones de metales críticos y tierras raras con las que China apunta, en primer lugar, a los fabricantes estadounidenses de tecnología de doble uso, civil y militar. El cazabombardero F-35, de Lockeed Martin, por ejemplo, consume 400 kilos de tierras raras por unidad, procesadas, cuando no extraídas, de forma apabullantemente mayoritaria en la República Popular de China. Pekín ha paralizado ya la exportación de siete de las diecisiete tierras raras de la tabla periódica de los elementos, aunque de momento no lo ha hecho con dos de las más empleadas.
El pulso arancelario de Donald Trump ha logrado hundir la competitividad de Boeing en el que era su principal mercado de exportación, multiplicando su precio prácticamente dos veces y media.

Boeing se salvó de los aranceles durante el primer mandato de Trump, pero China tiene memoria de elefante y las ventas la empresa eran hace un año poco más de un tercio de lo que habían sido.
La escalada de gravámenes
Donald Trump ha lanzado un arancel universal del 10% para todos los productos extranjeros que entran en el mercado estadounidense. En determinados sectores, como el acero, el aluminio o los automóviles, el gravamen es del 25%. Algunos países han sido gravados con tasas de aduana muy superiores, de hasta el 50%, pero estas quedan en suspenso durante 90 días, en una marcha atrás que Trump ha justificado como un compás de espera para negociar. Solo China ha entrado al trapo, con sucesivas réplicas y contrarréplicas arancelarias. Resultado: gravámenes del 145% para los productos chinos en EE.UU. y del 125% para las mercancías estadonidense en China (más un 10% o 15% dirigido a sectores específicos). China ha dicho que no irá más allá aunque EE.UU. prosiga la escalada hasta niveles absurdos porque el mismo mercado se encargará de hacer limpieza.
EE.UU. decidió dejar numerosos productos tecnológicos chinos sin gravar, pero Trump volvió a sembrar dudas el domingo al declarar que “nadie se va a librar” y añadiendo que los aranceles para semiconductores se aplicarán “en un futuro próximo”.
China ha instado a Washington a que cancele “por completo” los gravámenes, aseverando que “nadie gana en una guerra comercial” y que “el proteccionismo no lleva a ningún sitio”.
Comac logró un gran éxito el pasado 1 de enero, con el primer vuelo entre una ciudad de la China continental y Hong Kong. Este año se ha anunciado que Lao Airlines será la primera compañía extranjera que use la aeronave fabricada en Shanghai para sus trayectos nacionales. La homologación internacional, en cualquier caso, es un camino largo y tortuoso.

Ensamblaje final del primer 787-9 ‘Dreamliner’
El salto cualitativo es, de hecho, más impresionante que el cuantitativo, con los primeros ensayos de un modelo supersónico muy superior al desaparecido Concorde, que podría añadir como propuesta intercontinental a su catálogo de modelos para vuelos nacionales e internacionales.
Sus detractores apuntan a que cualquier Comac cuenta con una gran cantidad de componentes de origen extranjero -incluidos algunos clave- pero eso también es cierto en el caso de Airbus y Boeing. Más seria es la crítica de que China va a necesitar 30 nuevos aviones de pasajeros al mes, de aquí a 2047, mientras que Comac solo tiene capacidad para suministrar uno al mes (aunque promete dos dentro de poco). Ninguno de ellos será de fuselaje ancho (de dos pasillos) hasta dentro de una década (el C919 es de fuselaje estrecho).
Mientras tanto, el gobierno chino está considerando formas de proporcionar asistencia a las aerolíneas que arriendan aviones de Boeing y se enfrentan a costos más altos, según Bloomberg.
Las tres principales aerolíneas chinas —Air China, China Eastern Airlines y China Southern Airlines — tienen previsto recibir 45, 53 y 81 aviones Boeing, respectivamente, entre 2025 y 2027.
Airbus, beneficiaria en potencia
La actual coyuntura de aranceles cruzados entre China y Estados Unidos abre una oportunidad de oro para Airbus, que la semana pasada entregaba al Ejército del Aire la primera de las tres unidades de sus aviones de reabastecimiento en vuelo, A330 MRTT, valorados en 675 millones de euros. Sin embargo, Trump, que dijo el viernes que se sentía a gusto con el actual nivel de aranceles, también sugirió que un acuerdo con Pekín podría estar en el horizonte.
Ni siquiera Europa se fía y el patrón de Ryanair, Michael O’Leary, ha dicho este martes que tampoco quiere los Boeing que ya tiene encargados, si le van a llegar con recargos, y que puede esperar hasta abril del año que viene.