En el mercado de las criptomonedas siempre hay una nueva bandera que ondear.
La última década nos trajo las ICO, los NFT, los juegos play-to-earn, y los metaversos (esos mundos virtuales que venían a cambiar la forma de interactuar de la humanidad y que hoy están en el olvido).
Y ahora, la «cripto-moda» de turno es RWA, siglas en inglés para referirse a los activos del mundo real tokenizados. Estos se presentan como la próxima «gran revolución blockchain».
La promesa es seductora: tomar cualquier cosa tangible, como un cuadro, una botella de vino, un barco o una casa y convertirla en un token digital que cualquiera pueda comprar, vender o intercambiar en una red descentralizada.
CriptoNoticias en su Criptopedia, define a los RWA de la siguiente manera:
Los activos del mundo real o RWA (real world assets) son tokens criptográficos que representan activos tangibles que existen fuera del ámbito digital como obras de arte, propiedades inmobiliarias, materias primas o mercancías. También representan activos intangibles como bonos, patentes, derechos de autor, créditos y concesiones.
Criptopedia, sección educativa de CriptoNoticias.
Pero, como suele pasar en este mercado, no todo lo que brilla es oro, y los RWA están empezando a parecer más una moda inflada que una solución real a problemas reales.
El reciente caso de mantra (OM), criptomoneda especializada en RWA que se desplomó en pocas horas provocando pérdidas millonarias, mostró que no es una industria exenta de riesgos.
Sí, hay casos de uso interesantes dentro del nicho RWA, pero también hay una cantidad alarmante de humo, proyectos vacíos y promesas que no resisten un análisis serio.
Empecemos por lo positivo, porque no todo es malo. La tokenización de ciertos activos tiene potencial para democratizar inversiones que, de otro modo, serían inaccesibles (o, al menos, dificultosas) para muchos.
Tomemos, por ejemplo, las stablecoins respaldadas por metales preciosos, como el oro. Estas monedas digitales ofrecen una forma sencilla de invertir en un activo históricamente alcista sin necesidad de almacenar lingotes en una bóveda o lidiar con intermediarios costosos.
Empresas como Paxos o Tether han explorado este terreno con productos como PAX Gold (PAXG), o Tether Gold (XAUt) que vinculan cada token a una onza de oro físico almacenada en cámaras de seguridad.
Es un caso práctico: el oro es un mercado líquido, global y con una demanda constante, y la tokenización elimina fricciones para pequeños inversionistas que quieren exposición sin complicaciones.
Otro ejemplo prometedor es la tokenización de bonos del Tesoro de Estados Unidos. Estos instrumentos financieros, considerados entre los más seguros del mundo, suelen estar fuera del alcance del inversionista promedio debido a barreras regulatorias o montos mínimos de entrada.
Empresas como Ondo Finance o Franklin Templeton han incursionado en esta área, creando tokens respaldados por bonos del Tesoro que permiten a usuarios de casi cualquier parte del mundo invertir pequeñas cantidades en estos activos.
La red de criptomonedas, en estos casos, actúa como un puente que simplifica el acceso y reduce costos operativos. Es una idea que, si se ejecuta con transparencia, puede abrir puertas a millones de personas que antes no tenían acceso a este tipo de instrumentos.
Pero los casos de tokenización que tienen sentido, en opinión de quien escribe este texto, no van mucho más lejos que los mencionados hasta aquí.
El mundo de los RWA se está llenando de propuestas sin el rigor necesario para respaldarlas. La tokenización de activos del mundo real no es mágica: no convierte automáticamente cualquier cosa en una inversión atractiva ni podrá ser una industria exitosa si resuelve pseudoproblemas que el mercado no tiene.
Y, sin embargo, estamos viendo proyectos que intentan convencernos de lo contrario, ofreciendo tokens que representan desde bienes raíces (con respaldo legal cuestionable) hasta objetos de colección, todo envuelto en un lenguaje grandilocuente sobre «la descentralización del futuro».
Vamos, por ejemplo, al caso de la supuesta tokenización de bienes raíces, ¿Qué garantías legales existen de que esos tokens representan un derecho de propiedad real? La respuesta, en muchos casos, es que verdaderamente no representan tal cosa, sino, por ejemplo, un préstamo participativo por inmueble o participaciones en una sociedad que es propietaria del inmueble.
Ahora bien, sin un marco regulatorio claro que asegure que los tokens equivalen a un derecho inalienable y perpetuo sobre el activo supuestamente tokenizado, lo que compras puede ser algo tan vacío como un NFT de un mono pixelado.
Hablando de NFT, los RWA están cayendo en el mismo error que vimos en el auge de esos tokens no fungibles. En 2021, se nos vendió la idea de que poseer un NFT de una obra de arte era como tener un pedazo del futuro del arte digital. Pero pronto quedó claro que, tal como CriptoNoticias lo explicó, esos tokens no otorgaban derechos de autor ni propiedad real sobre la obra. Es decir que, según las leyes del «mundo fíat» en el que nos movemos (te guste o no), los NFT no eran un contrato legal.
Con los RWA pasa algo parecido: muchos proyectos prometen la inversión en un activo físico, pero cuando lees la «letra chica», descubres que tu token no te da ningún derecho vinculante. Si el proyecto quiebra o el activo subyacente desaparece, te quedas con un pedazo de código inútil.
La licenciada Mónica Elizabeth Pagano, especialista en este nicho de mercado, comenta:
«En el caso de la tokenización de inmuebles, el fraude puede adoptar diversas formas. Un emisor de tokens podría prometer rentabilidades excesivas, utilizar los fondos para otros fines o vender tokens sin respaldo legal ni propiedad del inmueble. Incluso podría estar especulando con el capital de los inversores para adquirir un inmueble que aún no posee».
Mónica Elizabeth Pagano, autora de ‘Blockchain, Tokenomics & Real Estate’.
La tokenización de activos del mundo real no opera en el vacío: involucra leyes de propiedad, contratos, impuestos y jurisdicciones internacionales. Lanzar activos tokenizados sin un buen respaldo regulatorio implicará consecuencias nefastas para los inversionistas. Nótese que esto incluye también a los bonos del Tesoro y las stablecoins del oro que mencioné como buenos casos de uso. Si esos activos subyacentes no son verídicos, auditables y redimibles, entonces, de poco servirá un token que los represente. No sucede lo mismo, o al menos no tanto, con la tokenización de acciones, porque ya son digitales, y solo es una forma de sacar la inversión de plataformas específicas.
El problema no es solo la falta de claridad legal. También está la cuestión de la utilidad. ¿Realmente necesitamos tokenizar todo lo que se nos cruza por la mente? ¿Esto no se parece a la idea que existía años atrás de que todo tenía que tener su criptomoneda? Por ejemplo, dentacoin (DCN), la moneda de los odontólogos (no, no es una broma).
Hay proyectos que han intentado tokenizar desde botellas de vino hasta yates de lujo, como si el mundo estuviera clamando por fracciones digitales de estos bienes. Cuidado… no caigamos en errores del pasado: soluciones a problemas que el mercado no está pidiendo (y probablemente nunca pida) no tienen un buen futuro.
Entonces ¿Qué hacemos con los RWA? No se trata de descartarlos por completo. Como dije al principio, hay casos de uso que valen la pena explorar, especialmente en activos líquidos y demandados por el mercado como el oro o los bonos del Tesoro.
Pero el entusiasmo desmedido y la mentalidad de «tokenicemos todo» están llevando al mercado por un camino peligroso.
Los inversionistas deben ser más escépticos que nunca: no basta con que un proyecto use palabras como «blockchain» o «descentralización» para ser digno de confianza. Hay que preguntar quién está detrás, qué leyes respaldan el token y si el activo tokenizado tiene una demanda real en el mundo.
El mercado de las criptomonedas tiene una habilidad única para generar burbujas, y los RWA están empezando a oler a una. Si no queremos repetir los errores del pasado, es hora de tener expectativas realistas y empezar a separar el trigo de la paja.
La tokenización puede ser una herramienta poderosa, pero solo si se usa con sentido común y no como un truco para vender sueños digitales que no resisten la prueba del tiempo. Cuidado, porque en este mercado, lo que hoy parece una revolución, mañana puede ser solo un recuerdo costoso.
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.