El reto de las abejas

Sergio García decidió abandonar el barrio de Sants, en Barcelona para dedicarse a la apicultura, un oficio alejado de su entorno urbano. Con apenas 19 años, comenzó su camino en un sector completamente nuevo. Hoy, años después, ha podido consolidar su proyecto y forma parte del pequeño mundo apicultor de Catalunya.

“Al principio no sabía nada de abejas. Vengo de una familia donde nadie trabajaba en el campo”, comenta mientras observa sus colmenas, que cuida como si fueran parte de su familia, en la explotación que dirige en Llinars del Vallès. Un objetivo que ha logrado en gran parte gracias a la formación que ofrecen las Escoles Agràries del Departament d’Agricultura, de la que García ahora es formador. Éstas han aumentado la oferta de cursos especializados en apicultura, respondiendo así a las dificultades que afronta el sector, como la falta de profesionales que garanticen la producción de miel de cercanía.

Desde el 2019 la producción de miel ha caído casi un 15% y cada vez hay menos explotaciones apícolas

En total, casi 400 alumnos recibirán formación apícola este año en las diez escuelas de Catalunya que ofrecen cursos relacionados con la apicultura. Allí se abordan temas como la sanidad apícola, la multiplicación de abejas, la botánica apícola, y la producción de productos derivados de la miel, entre otros. La formación se comenzó a impartir en 1986, cuando la llegada de la varroa, una enfermedad que afecta a las abejas, obligó a los apicultores a actualizar sus conocimientos en sanidad e higiene. Desde entonces, las escuelas agrarias catalanas han trabajado en red para garantizar que los apicultores puedan acceder a soluciones para mantener su actividad.

Para García, las abejas no son solo una fuente de miel, sino un recordatorio de cómo todo está conectado. “Las abejas nos enseñan que cada pequeña acción tiene un impacto. Nosotros somos como ellas, luchando por sobrevivir, por mantenernos en pie”, reflexiona. Los retos que enfrenta son constantes, especialmente debido al cambio climático, que ha afectado la producción de miel. “Antes, con pocas colmenas, obteníamos mucho más. Ahora perdemos entre un 30% y un 40% de nuestras cajas cada año debido a la sequía y plagas como la varroa y la vespa velutina”, explica.

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García es uno de los formadores de les Escoles Agràries 

Ana Jiménez / Propias

El futuro de la apicultura depende de la capacidad de los productores para adaptarse a los nuevos tiempos, y la formación continua será esencial para garantizar que la miel catalana siga siendo un referente de calidad.

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El humo ayuda a que las abejas no ataquen a los humanos

Ana Jiménez / Propias

Actualmente en Catalunya existen 2.187 explotaciones apícolas y se producen casi 2 millones de kilos de miel al año. Desde el 2019 la producción a caído casi un 15%. A pesar de las adversidades, García y otros apicultores siguen trabajando para mantener viva una tradición que es un pilar fundamental del ecosistema.

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