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Carter fue uno de los primeros en alertar sobre la llamada «Operation Choke Point 2.0».
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Para el bitcoiner, Signature fue un chivo expiatorio que justificó el rescate masivo de otro banco.
Nic Carter, un reconocido bitcoiner y analista del ecosistema de criptomonedas, ha vuelto a captar la atención con una nueva investigación publicada en Pirate Wires.
Conocido por su trabajo en desentrañar las dinámicas entre las criptomonedas y los reguladores, Carter fue uno de los primeros en alertar sobre lo que denominó «Operation Choke Point 2.0«, una supuesta estrategia del gobierno de Biden para limitar el acceso de las empresas de criptomonedas al sistema bancario tradicional.
En su reciente artículo titulado Signature Didn’t Have to Die, Either, Carter propone una narrativa alternativa sobre el colapso de Signature Bank en marzo de 2023, argumentando que este banco, a pesar de ser solvente, fue sacrificado por motivos políticos para justificar un rescate masivo en favor de Silicon Valley Bank (SVB), orquestado por intereses ligados a la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
El argumento central de Carter es que el cierre de Signature Bank no respondió a problemas financieros insalvables, sino a una maniobra deliberada de la FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation) para invocar una excepción de «riesgo sistémico» que permitiera rescatar a los depositantes no asegurados de SVB.
Según el autor, Signature fue elegido como chivo expiatorio porque cumplía con ciertos criterios: su exposición al sector de criptomonedas, que lo hacía impopular entre los reguladores, y su ubicación en Nueva York, lo que ayudaba a dar la impresión de que la crisis bancaria era un problema nacional y no regional.
Carter sostiene que esta decisión tuvo un costo significativo, incluyendo una pérdida de 2.4 mil millones de dólares para el fondo de seguro de depósitos de la FDIC, y plantea serias preguntas sobre el uso indebido del poder regulatorio.
El artículo de Carter se estructura como una crónica detallada de los cuatro días de caos que culminaron con el cierre de Signature Bank. Comienza con el contexto de la crisis bancaria de 2023, desencadenada por la liquidación voluntaria de Silvergate Bank el 8 de marzo y la corrida masiva de depósitos en SVB, que perdió 42 mil millones de dólares en un solo día. Según Carter, el colapso de SVB generó una presión política intensa para rescatar a sus depositantes, muchos de los cuales eran startups, incipientes empresas tecnológicas con depósitos no asegurados que superaban los 250 mil dólares garantizados por la FDIC.
Fuentes citadas por Carter aseguran que Nancy Pelosi intervino directamente con una llamada a la Casa Blanca, solicitando que los depositantes de SVB fueran protegidos, un movimiento que, según el autor, pudo estar motivado por los intereses comerciales de su esposo, Paul Pelosi, cuya firma de préstamos para startups podría haberse visto gravemente afectada por la quiebra de SVB.
Para justificar este rescate, la FDIC necesitaba declarar una crisis sistémica, lo que requería el colapso de otro banco fuera de California. Signature Bank, con un 18% de sus depósitos provenientes de empresas de criptomonedas y una base de depositantes con un alto porcentaje de cuentas no aseguradas, se convirtió en el objetivo ideal. Esto es lo que argumenta Nic Carter.
El autor cita testimonios de ejecutivos de Signature, como Barney Frank, excongresista y coautor de la ley Dodd-Frank, quien afirmó que el banco era solvente y tenía liquidez suficiente para enfrentar la corrida de depósitos. Sin embargo, la FDIC y el Departamento de Servicios Financieros de Nueva York (NYDFS) habrían ignorado estas afirmaciones y forzaron el cierre del banco el 12 de marzo, permitiendo que la excepción de riesgo sistémico fuera invocada apenas 47 minutos después.
Un aspecto clave del análisis de Carter es el papel de los reguladores y su animadversión hacia el sector de criptomonedas. El autor recuerda que, tras la caída de FTX en noviembre de 2022, la FDIC impuso un límite informal del 15% a los depósitos de criptomonedas en los bancos, una política que ya había forzado la liquidación de Silvergate y que puso a Signature bajo escrutinio.
Barney Frank insistió en que el banco fue «eliminado para desalentar a otros de involucrarse con de criptomonedas», una teoría que Carter considera plausible, aunque su investigación apunta más directamente a la necesidad de justificar el rescate de SVB como el motivo principal del cierre.
El contexto de la crisis bancaria de 2023 ayuda a entender mejor el escenario descrito por Carter.
¿Qué pasó con Signature Bank?
Según reportes de CriptoNoticias, Signature Bank enfrentó una corrida de depósitos significativa tras el colapso de SVB, que generó pánico en el sistema financiero. Carter detalla que, solo el viernes, Signature perdió 2 mil millones de dólares inicialmente y otros 16.6 mil millones entre las 4 y las 6 de la tarde, sumando un total de 18.6 mil millones de dólares en un solo día. Sin embargo, la superintendente del NYDFS, Adrienne Harris, afirmó que las criptomonedas no fueron la causa directa del cierre, sino que la decisión se basó en una «crisis de confianza» en la dirección del banco y su incapacidad para proporcionar datos fiables sobre su liquidez.
Otro elemento relevante del contexto es el impacto de la crisis en el sistema bancario estadounidense. CriptoNoticias informó que, en las tres semanas posteriores al colapso de SVB y Signature, los depósitos en bancos estadounidenses cayeron en 13 mil millones de dólares, una cifra que refleja la magnitud del pánico entre los depositantes.
En el caso de Signature, la corrida de depósitos fue significativa, pero Carter argumenta que el banco tenía acceso a 33.5 mil millones de dólares en liquidez a corto plazo, lo que le habría permitido sobrevivir si los reguladores hubieran cooperado.
Además, el reporte de CriptoNoticias señaló que los inversionistas interesados en adquirir Signature Bank tras su cierre fueron presionados a renunciar a cualquier relación con criptomonedas, una condición que, según fuentes, fue impuesta por la FDIC, aunque la entidad negó oficialmente haber establecido tal requisito. Esta situación refuerza la narrativa de una hostilidad regulatoria hacia el sector.
Además, la FDIC ha iniciado investigaciones contra los exejecutivos de Signature, un movimiento que Carter interpreta como un intento de justificar retroactivamente una decisión que muchos consideran injustificada.
En conclusión, el artículo de Nic Carter presenta una visión crítica y detallada de los eventos que llevaron al colapso de Signature Bank, cuestionando las motivaciones de los reguladores y su relación con el sector de criptomonedas.
Aunque su narrativa se basa en fuentes anónimas y requiere un análisis escéptico, como el propio autor advierte, ofrece una perspectiva que desafía la versión oficial y pone de relieve las tensiones entre la innovación financiera y las políticas regulatorias.