El futuro del FMI y el Banco Mundial pende de un hilo ante la amenaza unilateralista de Trump

Basta con pisar las dos sedes gigantescas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en el centro de Washington para entender porqué pueden convertirse en blancos para la carga anti-globalista, anti-burocracia, y anti-diversidad de Donald Trump.

Al inicio de la asamblea semestral de las dos históricas instituciones multilaterales creadas en 1944 para sentar los cimientos del nuevo orden de la posguerra, miles de representantes de los 189 países miembros, la mayoría de ellos del sur global, pululan por salas adornadas con homenajes a la diversidad y la cooperación. 

Kristalina Georgieva, la directora general búlgara del FMI, que tiene más de 7.000 empleados, hablará el miércoles tras defender en un discurso la semana pasada, soluciones de colaboración multilateral frente a los aranceles de Trump. Por si eso fuera poco para los guerreros  del make America great again (Maga), Georgieva insiste en dar prioridad a la  “diversidad y la paridad de género” en las políticas del fondo. 

Así mismo, el  papel de bombero del fondo -prestamista de último recurso, se dice en Washington-, no concuerda con la filosofía libertaria de auto suficiencia que defiende parte de la coalición trumpista. “Trump puede decir que se retira de las  instituciones  porque rescatan a los países en desarrollo sin que nadie rescate a nuestra clase trabajadora”, dijo un ex economista de las Naciones Unidas que participa en la asamblea. “Es  el tipo de argumento que funciona con su base”.

El Banco Mundial, por su parte, es un blanco aún más apetecible para el movimento Maga. Al igual que la agencia de ayuda al desarrollo USAID, cuyo desmantelamiento ya ésta en marcha, el enorme banco -con 13.000 empleados a escala mundial y otros miles de consultores- es una institución de fomento del desarrollo centrado en regiones pobres, de las que incordian sobremanera al trumpismo. 

Alberga unidades que pondrían los pelos de punta de los enemigos del wokismo en el departamento de eficiencia gubernamental (Doge) de Elon Musk. Por citar un solo ejemplo: un “”laboratorio de innovación de género” especializado en África.

De ahí, la cuestión existencial que recorre la asamblea. ¿ Trump acabará retirando a Estados Unidos de las instituciones de Washington, propinando un golpe duro a la arquitectura multilateral financiera diseñada por la potencia entonces benévola estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial?

Un cuestión existencial recorre la reunión: ¿EE.UU se retirará de las instituciones?

Es un asunto de vida o muerte. Estados Unidos es el principal contribuyente al capital de las dos organizaciones. La  cuota estadounidense en el FMI es de 118.000 millones de dólares. La  participación en el Banco Mundial rebasa los 40.000 millones. Anunciar semejante ahorro en encima contra el globalismo, resultaría otro gol político para Trump al igual que lo fue el asalto a USAID.

El asalto a las instituciones de Washington ya  está programado, al menos sobre el papel. Según el Proyecto 25, elaborado por la conservadora Fundación Heritage, que se considera el principal  guion para la estrategia de recortes de la administración,  es esencial que Estados Unidos “cierre la financiación y se retire del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional”. La explicación resultaría  sorprendente para  cualquier país que se haya sometido a un ajuste ultra liberal del FMI. Las instituciones deben ser abandonados, continúa el Proyecto 25, porque  “promueven teorías económicas que están reñidas con el mercado libre estadounidense’”.

Por eso, aunque la discusión formal en la asamblea esta semana gire entorno a los aranceles, el impacto sobre el crecimiento mundial, o el  último mega rescate a Argentina, todos estarán pendientes del discurso del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, por si hay alguna advertencia sobre el futuro de las instituciones.

Si Trump decide atacar, es  más probable que empiece por el Banco Mundial, coinciden analistas en Washington. “Cerrar el Banco (mundial) es una verdadera posibilidad después de lo que hicieron con USAID”, dijo un economista de un think tank crítico con las instituciones.

Si la Administración decide atacar, el Banco Mundial será el primer blanco 

Un asalto al FMI  es mucho menos probable. A fin de cuentas, aunque Georgieva insista en la importancia de la “cooperación en un mundo multipolar”, lo cierto es que el FMI es una institución perfectamente compatible con la consigna de America First (En primer lugar América).

Para entender por qué, basta con estudiar el sistema de cuotas que rige la votación en el fondo. El 16,5% de los votos correspondientes a EE.UU, supone un veto para Washington, porque las políticas más importantes del fondo requieren el apoyo del 85% de los votos. Europa, en su conjunto, tiene un veto también. Pero China, solo tiene el 6%. Resumido: nada se aprueba en la cúpula del FMI sin que el Tesoro de Estados Unidos dé la luz verde.

Esto lo dejaron muy claro tres exfuncionarios del Tesoro en un artículo publicado la semana pasada en la revista The Hill con el fin de  convencer a Trump para que  no retire a EE.UU. del  capital del FMI: “El FMI es un negocio fantástico para Estados Unidos: apoya los intereses vitales de EE.UU.”, explican. ”Si EE.UU. da un paso atrás, habrá un ganador claro: China.”

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