Condenado a entenderse con la administración Trump, el FMI se vuelve ‘fan’ de Javier Milei

Si hay algunas señales  al cierre de la asamblea  del Fondo Monetario Internacional en Washington de que la administración Trump ya modera su carga contra todo lo que estas instituciones representan, el FMI  aporta su parte también. Ya termina la edad de las recetas con conciencia social y medioambiental y se busca un modus vivendi con el nuevo populismo ultraconservador dentro de EE.UU. y también fuera.

Kristalina Georgieva, la directora gerente del FMI, aceptó las críticas procedentes del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, a las “políticas sociales, de género y cambio climático” en los programas del fondo y propuso un diálogo. “Estados Unidos no es solo nuestro socio más importante, es donde vivimos todos”, dijo Georgieva en referencia a los más de 10.000 funcionarios que trabajan en la sede del fondo y del Banco Mundial, y cuyos puestos de trabajo – hasta permisos de residencia- parecían estar en peligro hace unas semanas  conforme la motosierra de Elon Musk se acercaba a las burocracias multilaterales.

El discurso de las dos grandes instituciones financieras de Washington -ambas sometidas a un veto estadounidense- se va alejando de cuestiones de equidad y sostenibilidad climática. “La gente se equivoca; no tenemos expertos sobre el clima”, se defendió Georgieva. El presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, por su parte , ha purgado la palabra clima de sus discursos.

“Hace seis meses, Banga era el salvador del planeta; ahora habla de crecimiento y emprendimiento. Está claro que ya quieren conformarse”, dijo Richard Kozul-Wright, economista de la Universidad de Boston.

Es el nuevo arreglo de convivencia co la Casa Blanca  en el cual la agenda social y medioambiental se ofrece como sacrificio al trumpismo. Bessent, devolviendo el favor, reiteró la importancia del FMI y el Banco Mundial, instituciones que -dijo- tienen “valor duradero”.

Tras los sustos sentidos en la cúpula del FMI y el Banco Mundial respecto a la posibilidad de que Trump pudiera retirarse del capital de las instituciones, los altos funcionarios del fondo parecían satisfechos con el nuevo trato.

La concesión más chocante a la nueva derecha populista ocurre con Argentina. Consciente de que el FMI se juega su credibilidad al prestar, bajo fuertes presiones de la administración Trump, otros 20.000 millones de dólares a Argentina, Georgieva se deshizo en elogios por el ajuste de Milei. Incluso se colocó en su chaqueta una chapa de una motosierra que le regaló Federico Sturzenegger, el ministro de Desregulación del gobierno de Milei. El fondo ha publicado una revisión optimista de crecimiento del 5,5% para Argentina este año. 

Bessent, que se desplazó a Buenos Aires la semana pasada para respaldar al polémico presidente argentino, no habría esperado menos.

Georgieva aplaudió el plan del ultraliberal, de Milei , de “sacar al Estado de donde no debería estar”. Luego, saltando el protocolo sobre la no intervención del fondo en procesos políticos, pidió indirectamente un voto a Milei en las elecciones legislativas de octubre.

“Esperemos que las elecciones (en octubre) no descarrilen la voluntad de cambio”, dijo. “Hacemos un llamamiento a los argentinos para que se mantengan en el rumbo”.

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