Memoria del funeral de Juan Pablo II: abril, gentío y gritos de “santo subito”

Por estas mismas fechas, hace veinte años, el 8 de abril del 2005, Roma y el mundo despedían a Juan Pablo II en una multitudinaria ceremonia, el último funeral de un Papa en ejercicio antes del celebrado el sábado por el difunto Francisco.

 Aunque Jorge Mario Bergoglio introdujo cambios fundamentales sobre el destino de sus restos mortales, que hacen del argentino el primer Pontífice enterrado fuera de la basílica de San Pedro y de sus grutas desde 1903, el ritual de las exequias de ambos papas fue el mismo, dentro de la liturgia cimentada por la Iglesia católica a lo largo de dos mil años de tradición. 

Ahora, la tumba de Francisco en la basílica de Santa María la Mayor, visitada ayer tarde por primera vez por los cardenales juntos, se convertirá a buen seguro en lugar de peregrinación, como ocurrió en su día con la de Wojtyla en las grutas. 

Igual que con el ataúd de Francisco, también en el 2005 había sobre el féretro de Juan Pablo II un Evangelio abierto, y en la fachada de la basílica campaba un tapiz de Jesús resucitado. La diferencia vino después. Karol Wojtyla fue sepultado en las grutas vaticanas, en la tumba que había sido de Juan XXIII, dentro de un triple féretro de ciprés, zinc y nogal, según la costumbre heredada de papas anteriores y que también se aplicó al emérito Benedicto XVI. El féretro de Francisco es uno solo, de madera, revestido por dentro de una capa de zinc.

Lugar de peregrinación

La tumba extramuros de Bergoglio atraerá a multitudes, como ocurrió en su día con la de Wojtyla en las grutas vaticanas

Cuando murió Karol Wojtyla, era el Papa más escrutado por los medios audiovisuales, un fenómeno que decenios después se dispararía con las redes sociales, multiplicando hasta la saciedad, con sus ventajas y con sus riesgos, la imagen de Francisco. El mismo día de las exequias de Wojtyla, varias pancartas en italiano apremiaron ya al Vaticano: “Santo subito ” (santo ya). Su sucesor, Benedicto XVI, firmó la dispensa a la regla según la cual no se puede abrir un proceso de beatificación hasta cinco años después de la muerte del candidato a los altares. 

De resultas de esta aceleración del proceso canónico, Juan Pablo II fue beatificado el 1 de mayo del 2011 por Benedicto XVI y declarado santo el 27 de abril del 2014 por Francisco. Karol Wojtyla estuvo sepultado en las grutas vaticanas hasta el día de su beatificación, en que fue trasladado a la basílica, a la capilla de San Sebastián, entrando a la derecha, después de la Piedad de Miguel Ángel. 

VATICAN CITY - APRIL 9: The tomb containing the body of the late Pope John Paul II is pictured in the grottos beneath St. Peter's Basilica April 9, 2005 at the Vatican. The burial of the late Pontiff took place on Friday, April 8, following a funeral Mass attended by millions of pilgrims and dignitaries from all around the world. (Photo by Osservatore Romano-Pool/Getty Images)

Primer sepulcro de Juan Pablo II en las grutas vaticanas, en una imagen del 9 de abril del 2005. ()

Osservatore Romano-Pool/Getty Images

Ambos papas fallecieron poco después de Semana Santa y ambos aparecieron ante los fieles el domingo de Pascua para la bendición urbi et orbi: Juan Pablo II desde la ventana del palacio apostólico, Francisco desde el balcón de la basílica. “Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana de la casa del Padre, nos ve y nos bendice”, dijo el cardenal Joseph Ratzinger en el 2005 señalando la ventana. “Quiso impartirnos la bendición desde el balcón de la basílica de san Pedro y luego bajó a esta plaza para saludar desde el papamóvil descubierto a toda la gran multitud”, dijo el sábado sobre Francisco el cardenal Giovanni Battista Re.

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En la ceremonia del 2005 se vivió una emoción vibrante y desmedida, al despedir a un Papa de masas y de gestos, como presenció esta cronista, entonces corresponsal en Roma. Juan Pablo II había sido protagonista de casi 27 años de pontificado, el segundo más largo de la historia si se excluye el de san Pedro, y había dejado una huella profunda. En la ceremonia de Francisco, y en el recorrido del papamóvil que le llevó por las calles de Roma hasta Santa María la Mayor, se apreció la honda emoción del adiós a un Pontífice que colocó a los más vulnerables en el centro de su mensaje.

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