Mark Carney y los liberales ganan en Canadá por el apoyo contra el colonialismo de Trump

Donald Trump, que este martes celebra sus 100 días de gobierno, perdió el referéndum de Canadá.

Puede parecer una anomalía, y lo es, arrancar una crónica de las elecciones canadienses partiendo del país vecino de sur. Pero nadie tiene duda alguna de que el milagro del resurgimiento del Partido Liberal, defenestrado hace tres meses, y la constatación de que el primer ministro Mark Carney formará gobierno de nuevo, tal vez en coalición, en el que será el cuarto ejecutivo consecutivo para los progresistas.

Este resultado solo se entiende por la interferencia del presidente estadounidense, que ha sido una fuerza totalmente perturbadora y perdedora para los conservadores con su ataque a la soberanía de Canadá, tanto económica con los aranceles, como política con su provocación colonialista para que sea el estado 51 de EE.UU. Su alusión a estas dos cuestiones ha sido continúa desde que regreso a la Casa Blanca. Esta misma jornada electoral troleó las urnas con sus provocaciones en paralelo a la apertura de los colegios electorales.

“Cero aranceles o impuestos si Canadá se convierte en el querido estado 51”, escribió el lunes por la mañana en su red social. “No más líneas dibujadas artificialmente desde hace muchos años. Mira que bonita sería esta tierra. Acceso libre sin fronteras, todo positivo sin nada negativo. Es lo que estaba destinado a ser”.

Este contexto hizo que muchos canadienses consideraran estas elecciones las más importantes y consecuentes en muchas décadas. Numerosos votantes aseguraron que estos eran los comicios más importantes que habían vivido en su existencia. En juego estaba la propia existencia del país y los expertos dedujeron que un buen grupo de ciudadanos acudió a votar tapándose la nariz y unificando su voto por la injerencia anexionista.

Resulta fácil de entender que Carney, primer ministro desde marzo en sustitución del desprestigiado Justin Trudeau, planteara la campaña no contra el candidato conservador Pierre Poilievre, de 45 años, al que en enero las encuestas le daban una ventaja de 25 puntos, sino contra Trump.

Aunque casi a medianoche en la costa este todavía seguía el recuento, la emisora nacional/CBC Radio Canada concedió que Mark Carney continuará como primer ministro. Esta era la primera vez que se presentaba y, pese a tener un largo recorrido como gestor de los bancos centrales de su país y de Inglaterra, carecía de experiencia política. Por primera vez se ganó el escaño, mientras que su rival, el conservador Poilievre, no tenía claro si iba a mantener su asiento por Ottawa que ha atesorado durante dos décadas. Iba por detrás en el recuento.

Los resultados provisionales e incompletos mostraban que los liberales podían tener problemas para alcanzar el listón de los 172 asientos en la Casa de los Comunes para formar gobierno por su cuenta. En todo caso, los puentes con otros partidos les permitiría seguir dirigiendo el país.

Carney entendió que los ataques del presidente estadounidense habían despertado un ferviente sentimiento de orgullo nacional entre los canadienses, circunstancia que ha llevado a eclipsar en buena medida los graves problemas de una crisis en espiral por el costo de la vida (inflación), la dificultad para hallar vivienda asequible, la queja por una inmigración masiva o un controvertido impuesto a las emisiones de CO2. Poilievre perseveró en el crimen y las drogas.

“Como he estado advirtiendo durante meses, Estados Unidos quiere nuestra tierra, nuestros recursos, nuestra agua“, dijo Carney en su discurso de la victoria. ”El presidente Trump está tratando de quebrarnos para poder poseernos. Esto nunca sucederá“”, añadió.

“Cuando me reúna con Trump discutiremos el futuro  económico y la estrategia entre dos naciones soberanas y será con el pleno conocimiento de que nosotros tenemos muchas otras opciones para construir prosperidad para los canadienses”, señaló. Pero dejó un cierto tono sombrío al avisar que la ruta puede ser dura y “requerirá sacrificios”.

Y concluyó combativo. “Lucharemos con todo lo que tengamos para conseguir el mejor acuerdo para Canadá”, prometió. “Construiremos un futuro independiente para nuestro gran país”. 

Su comparecencia se produjo solo unos minutos después de que Poilievre se dirigiera a sus seguidores. “Los canadienses han optado por un gobierno minoritario muy reducido”, pregonó, si bien seguían existiendo opciones de un gobierno liberal mayoritario. “Me gustaría felicitar al primer ministro Mark Carney por su liderazgo de ese gobierno minoritario”, rogó entre silbidos de la concurrencia.

El lema de campaña del primer ministro es “Canadá fuerte”. El de Poilievre resuena hacia el sur con su “Canadá primero”,  si bien criticó “los aranceles y otras irresponsables amenazas del presidente Trump“”. Se comprometió a continuar luchando por los conservadores y su causa, aunque, en caso de perder el escaño, el partido podría relevarle. 

Las urnas demostraron que la decisión de los votantes selló un cambio sorprendente, histórico, para el Partido Liberal, que solo hace unos meses lo tenía todo en contra, como confirmaban los sondeos sin excepción, frente al Partido Conservador. Su líder ha estado dos años dinamitando el ejecutivo de Trudeau, acusándole de llevar el país a la quiebra.

El clima político se enrareció tanto que Trudeau perdió todo su carisma y en enero anunció que renunciaba. Entonces se abrió el proceso y el partido eligió a Carney, hombre alejado del populismo en boga al que, sin embargo, en la campaña se le ha querido presentar como alguien al que le falta energía por la calma habitual que exhibe.

El proceso de renuncia de Trudeau, al que el presidente electo de EE.UU. ya le llamó “gobernador”, sufrió una transformación radical con la amenaza permanente de Trump sobre la independencia de Canadá, país del que dijo que debía “cesar de existir”, una vez que tomó posesión del ejecutivo estadounidense.

Los liberales lograron en estas elecciones subir en todas y cada una de las regiones del país, arrebatando escaños en zonas donde previamente los conservadores habían abierto brecha. Para Carney supone un momento de asombrosa irrupción en el sistema político de Canadá.  Desafía los cánones establecidos al lograr la victoria desde un gobierno impopular y ganar los comicios.

Estas elecciones demuestran también que la marca política de Trump puede volverse tóxica para los conservadores de cualquier otro lugar si son vistos, como Poilievre, demasiado alineados con esa ideología y estilo retórico. El candidato conservador canadiense se hizo eco del trumpismo, centrando su relato contra “los radicales woke”, prometiendo quitar los fondos a los medios público o a la ayuda exterior. Esto le ha supuesto perder el voto de centro, según los analistas.

“Los canadienses están listo para una política fiscal conservadora, pero no tienen ningún apetito por ese tipo de política anti inmigración y contra la inclusión, cruzadas que vienen a través de la frontera sur y que el Partido Conservador ha defendido a nivel federal”, remarcó el profesor Kevin Brushett, del Royal Military College, con sede en Ontario.

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