Cien días de desconfianza

Hace un año publiqué un libro sobre el declinar de la confianza social en los países desarrollados: Confiar no tiene precio (Debate). Entonces, no imaginaba que la situación política internacional se deteriorara tan rápidamente como ha sucedido durante los cien primeros días de la Administración Trump. La tendencia hacia un aumento de la desconfianza estaba ahí, en muchas sociedades occidentales. La sorpresa ha sido cómo Trump 2.0, liberado de los corsés de su primer mandato, ha mostrado sin ambages su verdadero talante y en solo tres meses ha minado extraordinariamente la confianza del resto del mundo en Estados Unidos.

Trump plantea las relaciones humanas y políticas como simples transacciones. Tratos en los que cada parte, en función de su fuerza en la negociación, intenta sacar el máximo rédito de la parte contraria. No concibe que, en todo intercambio, hay un componente de cooperación y otro de rivalidad y que, por tanto, es imprescindible crear y mantener un clima de confianza. Cuidar la relación. Ha hecho justo lo contrario. En lugar de dialogar con el resto del mundo sobre los compromisos adoptados por los EE.UU. en el pasado, los ha roto o ignorado. Míseramente en Ucrania, abandonándola a su suerte, y desvergonzadamente en la OTAN, con las amenazas a Groenlandia. Con la guerra arancelaria ha dinamitado el sistema de libre comercio que la propia América impulsó en su día.

Sin confianza

Trump plantea las relaciones humanas y políticas como transacciones en las que intenta sacar el máximo rédito del contrario

En mi libro destaco que para construir confianza se requiere un mínimo de generosidad y compartir unos principios éticos. Confiar en alguien supone arriesgarse. Esperar, sin tener la certidumbre, que dicha persona actuará cooperativamente y no tendrá en cuenta solo sus propios intereses. Se cuenta, por tanto, con su benevolencia. Los países aliados eran los que más se fiaban de EE.UU. Sin embargo, han sido tratados igual o incluso peor que el resto del mundo y, lógicamente, han sido los más dañados por la política americana. Creían que a Estados Unidos le importaba sus socios. En Europa, la decepción ha sido profunda. ¿Se puede confiar en Estados Unidos a futuro?

Compartir valores es también importante para poder confiar en alguien. Cuando se está de acuerdo en lo que es justo o correcto, es más fácil llegar a acuerdos y, sobre todo, es más fácil juzgar los actos de los demás y por qué, a veces, no se cumplen las expectativas. ¿Son los valores de la nueva Administración Trump los mismos que imperan en otras democracias de Occidente? No lo parece, a juzgar por las decisiones de estos primeros meses y por las declaraciones del vicepresidente Vance, erigido en portavoz ideológico de la nueva cúpula del Partido Republicano.

¿Cuáles son las perspectivas? ¿Va a continuar este clima internacional de desconfianza que ha instaurado Trump en tan solo cien días? Probablemente, y solo cabe esperar que las instituciones resistan al menos hasta las elecciones de noviembre del 2026. Tal vez entonces empezaremos a ver un cambio, en positivo, de tendencia.

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