¿Quiénes son los principales candidatos a la Cátedra de san Pedro?

El cónclave

El colegio cardenalicio deberá elegir a partir del miércoles al sucesor de Francisco

Cardenales dentro de la Capilla Sixtina, durante el cónclave del 2013 en el que salió elegido Francisco

Cardenales dentro de la Capilla Sixtina, durante el cónclave del 2013 en el que salió elegido Francisco

OSSERVATORE ROMANO / AFP

Las quinielas, ya se sabe, están hechas para ser desmentidas, y más aún en un cónclave tan complejo como el que comienza el miércoles, con el mayor número de cardenales hasta la fecha. Sin embargo, hay favoritos para suceder a Francisco. En las congregaciones generales de los cardenales, que preceden al cónclave, no se mencionan nombres, pero en las conversaciones informales surgen hipótesis. No es casualidad que los cardenales que encabezan esas listas, como Pietro Parolin y Luis Antonio Tagle, hayan sido blanco en estos días de ataques personales muy similares a los que ya se vieron en el pasado.

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Vatican's Secretary of State, Cardinal Pietro Parolin, walks after kissing the cross during the Good Friday Passion of the Lord service in Saint Peter's Basilica at the Vatican, April 18, 2025. REUTERS/Yara Nardi

Pietro Parolin (Italia, 70 años)

El cardenal de la continuidad matizada

La tarea que afronta Pietro Parolin es todo un desafío al destino: entrar en el cónclave como papa y salir como papa. El secretario de Estado saliente ha sido uno de los poquísimos que han resistido durante todo el pontificado de Francisco sin sucumbir a las constantes revoluciones dentro de la curia del Papa argentino. Las quinielas lo señalan como uno de los favoritos por una serie de razones: encarna a la vez la continuidad y la discontinuidad. Comparte los objetivos –en particular, el acercamiento a China–, pero con diferencias sustanciales en el estilo y en algunos aspectos clave, empezando por la gestión de las finanzas.
Pietro Parolin no viene del fin del mundo, sino del profundo nordeste de Italia: Schiavon, un pequeño pueblo del Véneto que hace 70 años no era tan próspero como hoy. Su trayectoria es la de un diplomático con experiencia en escenarios muy complejos para los católicos, como Nigeria y Venezuela. Por eso, Francisco le confió el dossier más delicado: el acuerdo con el régimen chino, que lo ha expuesto a las críticas de los tradicionalistas. Para muchos progresistas, en cambio, Parolin no tendría el carisma necesario para continuar la obra de Francisco.

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Luis Antonio Tagle (Filipinas, 67 años)

El candidato de consenso de la creciente Iglesia asiática

El del antiguo emérito de Manila y prefecto del Dicasterio para la Evangelización, Luis Antonio Tagle, es uno de los nombres que más suenan. Podría generar consenso entre el numeroso grupo de cardenales de Asia y África, donde la Iglesia crece a más velocidad frente a una Europa cada vez más secularizada. Se trata de un sector que no está especialmente preocupado por la ideología, sino por la sensibilidad pastoral. Tagle, a quien todo el mundo llama Chito, ya sonaba en el cónclave que eligió a Francisco, pero entonces era demasiado joven. Carismático y muy popular (sus homilías circulan por internet), tanto en Filipinas como en el mundo católico, está considerado un progresista que coincide con la visión social del Papa argentino en asuntos como la inmigración o la preocupación por los pobres o la crisis climática. Además, recuerda siempre su origen chino, importante después de que Bergoglio se acercara al gigante asiático con un polémico acuerdo para el nombramiento de los obispos. Sería el primer papa asiático de la Iglesia moderna. Su principal problema es su gestión como presidente de Cáritas: Francisco le pidió que dimitiera y colocó a un gestor para poner ­orden.

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Matteo Zuppi (Italia, 69 años)

Enviado especial de Francisco a Ucrania y Rusia

El arzobispo de Bolonia posee un perfil diplomático y, al tiempo, muy cercano al énfasis de Jorge Mario Bergoglio en las personas más vulnerables. De hecho, Zuppi está vinculado a la Comunidad de San Egidio, grupo de seglares católicos especializado en atención a migrantes y resolución de conflictos internacionales. Nacido en Roma en 1955, Zuppi estudió Filosofía y Letras, en la Universidad de Roma La Sapienza, y Teología, en la Pontificia Universidad Lateranense, y fue ordenado sacerdote en 1981. Junto al fundador de San Egidio, Andrea Riccardi, y a otras personas, negoció para llevar la paz a Mozambique en 1992. Quizá por ello Francisco le envió varias veces a Kyiv, Moscú, Pekín y Washington por el fin de la guerra en Ucrania. En una entrevista con esta corresponsal en Berlín en el 2023, Zuppi aseguró que “el Gobierno y el pueblo ucranianos saben bien que cuentan siempre con el apoyo de la Iglesia católica y del papa Francisco ante su sufrimiento” y arguyó que “nunca nadie ha hablado de mediación; hablamos de misión, siempre ha sido así”. Francisco le había nombrado arzobispo de Bolonia en el 2015 y le hizo cardenal en el 2019. Desde el 2022 preside la Conferencia Episcopal Italiana.

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Jean-Marc Aveline (Francia, 70 años)

La carta francesa para un papado del diálogo

Si los cardenales apostaran por el diálogo interreligioso y la atención a la inmigración, una elección natural podría ser Jean-Marc Aveline (70 años). El arzobispo de Marsella, además, posee una sensibilidad hacia estos temas que deriva de su propia biografía. Hijo de una pareja de pieds-noirs (franceses nacidos en Argelia y otros territorios del norte de África que regresaron a Francia tras la independencia), ha pasado prácticamente toda su vida en Marsella, una ciudad donde es imposible ignorar el tema de la convivencia entre culturas diversas. En el 2022, el papa Francisco lo creó cardenal. El episodio más reciente que marcó su trayectoria fueron los Encuentros Mediterráneos de septiembre del 2023, en los que también participó Francisco (que nunca ha estado en París). Los sectores progresistas lo consideran un continuador de la línea de la acogida y, en clave estratégica, una carta que jugar si no prosperaran las opciones de candidatos más consolidados. Algunos conservadores también lo valoran por el rigor de sus estudios teológicos. El reto, sin embargo, no sería en modo alguno menor: Francia no ha tenido un papa desde 1378.

Pierbattista Pizzaballa

Pierbattista Pizzaballa (Italia, 60 años)

El patriarca de Jerusalén que se ofreció como rehén

El italiano Pierbattista Pizzaballa tiene en contra su edad, 60 años, por lo que podría ser considerado demasiado joven a fin de evitar un largo papado, pero a favor le avala una experiencia diplomática en Israel gestionando con habilidad uno de los conflictos más peliagudos del planeta. Patriarca latino de Jerusalén, es decir, la máxima autoridad católica en Tierra Santa y representante del Papa en la zona, fue creado cardenal en el 2023 después de haber pasado la mayor parte de su carrera en esta parte del mundo y pocos días antes del ataque del 7 de octubre que sacudió la región. En el conflicto de Gaza el italiano no ha dejado de ofrecer cercanía a las autoridades israelíes, pero también ha pedido siempre el final de la guerra e incluso se ofreció como rehén a cambio de los niños israelíes secuestrados. En dos ocasiones desde el comienzo de la guerra ha entrado en Gaza para visitar a los fieles, que se han refugiado en la parroquia de la Sagrada Familia. Es el candidato de una parte de los italianos, y esta experiencia internacional podría ayudarle a lograr los dos tercios necesarios, al igual que haberse mantenido al margen de los conflictos doctrinales.

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Robert Prevost (EE.UU., 69 años)

El discreto jefe de los obispos promovido por Bergoglio

No aparecía en las quinielas iniciales, pero, si ninguno de los grandes nombres en liza reúne suficientes apoyos, hay que tener en cuenta a este reservado outsider que poco a poco se va colando en las listas de los papables. Sobre todo, porque en los últimos años se ganó la confianza de Francisco, que le eligió prefecto del Dicasterio para el Clero, es decir, responsable de los obispos de todo el mundo, además de su comisión para Latinoamérica. Es estadounidense, pero misionero de la antigua orden de San Agustín y con una dilatada experiencia en América Latina, especialmente en Perú, donde el papa argentino le nombró obispo de Chiclayo. Esto podría ayudarle a sortear uno de los vetos no escritos, es decir, que haya un papa llegado de la primera potencia mundial que ya se considera suficientemente poderosa. Hombre discreto, su experiencia internacional y su talante moderado le valdrían para establecer puentes entre los más conservadores y los más reformadores de la Iglesia. También juega a favor que se conozca tanto el Vaticano como los entresijos diplomáticos en EE.UU., donde nació la facción más crítica con Francisco.

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Anders Arborelius (Suecia, 75 años)

Carmelita y obispo en un país de mayoría luterana

El obispo sueco Anders Arborelius, primer y único cardenal escandinavo, gobierna la diócesis de Estocolmo, fundada en 1953 y la única existente en este país de mayoría luterana. De los 10,5 millones de habitantes de Suecia, solo unos 130.000 son católicos, la mayoría inmigrantes. Arborelius, perteneciente a la orden carmelita, nació en 1949 en Sorengo (Suiza) de padres suecos, creció en la ciudad sueca sureña de Lund y a los veinte años se convirtió al catolicismo. Hizo los votos como carmelita en 1977 en Brujas (Bélgica), dos años después fue ordenado sacerdote en Malmö y en 1998 fue nombrado obispo. Francisco lo creó cardenal en el 2017. Se le considera un firme defensor de la doctrina, contrario al diaconado femenino y la bendición de parejas del mismo sexo. Su decidido apoyo a la acogida a inmigrantes en Europa ha hecho que los católicos suecos lo comparen con el papa Francisco. En una reciente entrevista con la agencia sueca TT, Arborelius juzgó improbable convertirse en pontífice. “A los suecos nos parece divertido que un sueco pueda ser secretario general de la ONU o ganar partidos internacionales. Hay ahí algo de nacionalismo light. Me parece que es muy improbable [ser elegido papa]”.

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Peter Turkson (Ghana, 76 años)

La voz africana sobre paz, justicia y desarrollo humano

El purpurado ghanés está considerado como uno de los líderes más influyentes de la Iglesia católica en África, donde el catolicismo crece. Peter Kodwo Appiah Turkson se convirtió en el 2003 en el primer cardenal de Ghana por decisión de Juan Pablo II, y en el 2009 Benedicto XVI le nombró presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, que Francisco fusionó en el 2016 con otros tres para crear el nuevo dicasterio vaticano de Servicio del Desarrollo Humano Integral, siempre bajo mando de Turkson. Él dimitió del puesto en el 2021. En una entrevista con La Vanguardia en Barcelona en el 2010, Turkson arguyó que “el abandono de la fe en Europa perjudica a los cristianos de África”, y sobre la pobreza en el mundo dijo que “los países pobres tienen recursos; hay que dejarles entrar en el circuito productivo”. Sobre el uso del preservativo en África, cree que podría ser útil para parejas monógamas cuando uno de ambos es seropositivo, pero ve más sensato gastar el dinero en retrovirales para los ya infectados. Especialista en la Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, Turkson (Nsuta Wassa, 1948) fue arzobispo de Cape Coast, y de 1997 a 2005 presidió la Conferencia Episcopal de Ghana. Ahora es canciller de dos academias pontificias: Ciencias y Ciencias Sociales.

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Mario Grech (Malta, 68 años)

El hombre del Sínodo que impulsa la apertura

Uno de los puntos fuertes y más debatidos del pontificado de Francisco ha sido la sinodalidad. La apertura, en contraste con el centralismo de la curia romana, está personificada en el cardenal maltés Mario Grech, que incluso en estos días ha vuelto a reivindicar su importancia. El de Grech es uno de los poquísimos nombres que han salido a la luz de manera oficial en boca de uno de sus colegas. Sucedió el pasado 29 de abril, cuando, durante una homilía en la iglesia de San Felipe Neri de Roma, el influyente jesuita luxemburgués Jean-Claude Hollerich mencionó el papel de Grech en el proceso de apertura de la Iglesia. Una mención que no pasó desapercibida, también por la presencia en los bancos de otros tres cardenales. Nacido en la isla de Gozo, Grech cursó estudios católicos en Roma desde joven. Aunque no procede de una formación progresista, algunas de sus posturas recientes lo han distanciado de los tradicionalistas, como su apertura hacia las personas LGTB. A lo largo de los años ha tomado posición, en línea con Bergoglio, también sobre el tema de la inmigración, defendiendo que Europa debe encontrar una solución y que “existe un populismo falso en la sociedad actual”.

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Cristóbal López Romero (España, 72 años)

El carismático misionero que estudió periodismo

El perfil del carismático cardenal arzobispo de Rabat podría interesar mucho a los cardenales más preocupados por el espíritu misionero que por los debates ideológicos de la Iglesia. Es español, nacido en Almería, pero su familia emigró cuando era niño a Badalona. Siempre recuerda sus orígenes humildes. Estudió Ciencias de la Información en la Universitat Autònoma de Bellaterra y pasó por Barcelona, donde fue al seminario y fue ordenado sacerdote. Es salesiano y también nacionalizado paraguayo, donde pasó 18 años de su vida, seis de ellos como provincial. Pero, sobre todo, lo que está desplegando estos días en Roma es un innegable sentido del humor. Conoció más en profundidad a Francisco durante su viaje a Marruecos en el 2019, donde cree que le cayó en gracia porque le hizo reír. Con el argentino compartía una visión del mundo muy parecida, comenzando por una profunda preocupación por el diálogo interreligioso y el abrazo a los musulmanes, que considera “hermanos”. También tienen puntos de vista similares en la acogida a las personas migrantes o la apertura a las bendiciones a las parejas homosexuales. Garantizaría una continuidad a la política del papa argentino de acercarse a las periferias del catolicismo.

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Péter Erdö (Hungría, 72 años)

Un conservador moderado forjado en la Europa del Este

El húngaro Péter Erdö ha ascendido rápido, pero con solidez, en su trayectoria eclesiástica. En el 2002, con solo 50 años, se convirtió en arzobispo de Esztergom-Budapest, y al año siguiente Juan Pablo II lo creó cardenal. De hecho, este es su tercer cónclave; en el del 2005, que eligió a Benedicto XVI, Erdö aún no había cumplido 53 años y era el elector más joven. Nadie duda de su capacidad diplomática y se le considera un conservador moderado que podría recoser divisiones en la Iglesia católica. Entrevistado en Barcelona en el 2011, Erdö lamentó que “Europa occidental ve aún a la Iglesia del Este como un solo bloque” y alertó de que “no debemos confundir la realidad histórico-cultural de Europa con la realidad política de la Unión Europea, por mucho que la UE necesite sustentarse en valores culturales comunes”. Durante diez años (2006-2016) presidió el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, organismo de coordinación pastoral de los obispos europeos. Como otros líderes religiosos de Hungría, Erdö tiene buenas relaciones con el Gobierno del ultranacionalista Viktor Orbán, que apoya generosamente a las iglesias históricas. Nacido en Budapest en 1952, Erdö es doctor en Teología y en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Lateranense.

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Fernando Filoni (Italia, 79 años)

El diplomático que se quedó bajo las bombas

En los días previos al cónclave, los perfiles más diplomáticos acaparan una atención especial. En las quinielas, por tanto, ha ido ganando terreno la figura de Fernando Filoni. El cardenal, originario de la región italiana de Apulia, cuenta con un currículum sólido en este ámbito.
El episodio que nadie olvida en la curia es su experiencia en Irak, donde permaneció (único diplomático occidental) incluso bajo los bombardeos estadounidenses del 2003. “En la nunciatura nos decíamos: mientras los oigamos, significa que seguimos vivos”, recuerda él. Tras muchos años en la Secretaría de Estado vaticana, hoy es gran maes­tre de la orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén, un título altisonante para un prelado que siempre ha optado por la discreción. Su trayectoria es sólida, con experiencia en destinos complejos y lejanos: Sri Lanka, Irán, Filipinas, Hong Kong, Brasil y Jordania. A él se debe buena parte de la organización del viaje del papa Francisco a Irak en el 2021, el más audaz de todo el anterior pontificado. Sus partidarios subrayan sus dotes de gestor, acreditadas durante su paso por Propaganda Fide, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, de la que es prefecto emérito.

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