
Con unos 4.000 empleados en una decena de países, la empresa aragonesa Samca encarna como pocos la preconizada transición verde y la digitalización de la economía. En solo unas décadas, este grupo ha pasado de explotar a pico y pala las minas de carbón de Ariño (Teruel), el negro fósil que alimentó las calderas financieras de su emporio, a presentar un proyecto para edificar tres centros de datos que se abastecerán de la energía renovable que ellos mismos generan en parques aledaños. Megavatios verdes de kilómetro cero para “una gran apuesta que formará parte de la historia del grupo”, en palabras de su vicepresidente, Guillermo Luengo.
En total, el proyecto Green IT Aragón plantea una inversión de 2.627 millones de euros para erigir tres campus tecnológicos sobre 46,5 hectáreas en Luceni, a 35 kilómetros de Zaragoza. Los terrenos están a ambos lados de la autovía de Logroño (A-68), con conexión a las redes troncales de fibra óptica y junto al Canal Imperial de Aragón, del que se nutrirá del agua necesaria para refrigerar los servidores. Samca estima la creación de 2.300 puestos de trabajo durante la fase de construcción y otros 320, con perfiles más técnicos, cuando opere a pleno rendimiento hacia 2030.
Samca tiene negocios en minería, logística, renovables, inmobiliario, alimentación o química
La empresa se sube así a la ola tecnológica de moda en la tierra que le vio nacer hace más de un siglo. Gracias a la disponibilidad de suelo, energía verde, agua y las facilidades administrativas, Aragón acumula ya una quincena de anuncios de centros de datos, que juntos suman unos 37.000 millones de euros de inversiones, con Amazon y Microsoft a la cabeza (15.700 y 9.500 millones respectivamente).
Pero a diferencia de estos proyectos, que en parte dependen de los concursos que va a convocar el Ministerio de Transición Ecológica (Miteco) para engancharse a la red eléctrica, el de Samca nace con el enchufe ya garantizado y con hasta el 60% de la energía verde que consumirá ya cubierta gracias a siete parques eólicos propios que opera en las inmediaciones su filial energética, Molinos de Ebro. De ellos, cinco van a ser repotenciados con aerogeneradores de última generación, lo que supondrá una reducción del 80% en el número de molinos. La hibridación de estas instalaciones y el almacenamiento de la energía en baterías de litio cerrarán el círculo hasta alcanzar una potencia de 300 MW.
Este consumo energético in situ es una de las claves del proyecto. Samca lleva tiempo pergeñando cómo sacarle más partido a su cartera de renovables, 52 instalaciones que suman una potencia instalada de 995 MW. El año pasado, la firma constituyó dos sociedades mercantiles para vehicular su apuesta por las granjas de servidores, que destacan por su consumo electrointensivo, y ahora han dado el paso definitivo, “de gran trascendencia” en palabras de Luengo.
Samca va a repotenciar 5 parques eólicos para alimentar los tres nuevos centros de datos
No es el primero que toma su familia. La Sociedad Anónima Minera Catalano-Aragonesa (Samca) inició su andadura en 1919 en el subsuelo turolense. En 1972, en plena crisis del petróleo, fue adquirida por su abuelo, Ángel Luengo, que apostó por explotar el carbón de Ariño en minas a cielo abierto con un proceso más mecanizado. “Fue fundamental para recuperar la competitividad”, recordó su nieto.
El olfato de este empresario turolense (Hoz de la Vieja, 1928) le guió hacia la diversificación, decisión vital cuando la minería dejó de ser un buen negocio y hubo de reconvertirse. Primero incursionó en el mundo de las arcillas, con empresas como Euroarce, líder nacional que surte de materia prima al sector cerámico español, o Myta, referente en la explotación y comercialización de arcillas absorbentes con aplicaciones en arena para gatos, alimentación animal y otros usos.
La facturación lograda por el grupo en 2023 fue de 1.226 millones de euros, una cifra que se espera que aumente en 2024 gracias a la compra de la empresa Envases Soplados (Enso)
Con el tiempo, Luengo supo levantar un gigante empresarial que ahora aglutina líneas de negocio en sectores de todo tipo: polímeros plásticos (Novapet), fibras sintéticas (Nurel), cerámica (Color Esmalt y Gres Aragón), agroalimentación (Frutaria, Saar, Santa Inés, Tauste Ganadera o Lácteas Utebo), logística (Terminal Intermodal de Monzón) o inmobiliaria (Ebrosa), además de las citadas energías renovables.
Todo ello conforma hoy en día un conglomerado que emplea casi 4.000 personas en once países europeos y latinoamericanos y que se espera que presente una facturación en 2024 de unos 1.400 millones de euros. Una cifra superior a la del año anterior (1.226 millones) gracias en parte a la reciente adquisición de Envases Soplados (Enso), la empresa de referencia en el packaging de la península Ibérica en el sector de la alimentación.
Aragón suma ya 37.000 millones de euros en inversiones para 14 centros de datos
Ese buen hacer empresarial ha posicionado a la familia Luengo como una de las mayores fortunas del país, habitual en listas como Forbes. Pero tras la muerte a los 93 años del patriarca en 2021, dos de sus ocho hijos no estuvieron de acuerdo con el reparto de la herencia, objeto de un tenso conflicto que fue resuelto en los tribunales el año pasado a favor de los dos nietos herederos de la empresa, Javier y Guillermo, muy arraigados con la tierra que vio prosperar a su abuelo. “Nos encanta invertir en Aragón”, certifican.