
Al hilo del adiós de nuestro querido Jaime Miquel (Madrid, 1959), pilar sociológico de lo que el profesor Toni Aira denominó el Gabinete total (2018-2021) que tuve el honor de dirigir en el palacio de la Moncloa, como se pueden imaginar, las llamadas se sucedieron en un fin de semana difícil para todos los integrantes de aquel equipo. Más aún cuando el próximo domingo, 25 de mayo, se cumplirán siete años de la presentación, por registro de entrada del Congreso de los Diputados, de la moción de censura de Pedro Sánchez contra el entonces presidente, Mariano Rajoy . Aquel acto completó el ciclo electoral iniciado con la caída del bipartidismo en las elecciones europeas del 2014, abriendo una nueva y poderosa etapa política que tras estos siete años –covid, Ucrania o Trump– mantiene su vigencia.
Aquel Gobierno tenía una misión: el reencuentro total entre los españoles. Y tenía muy claro también que el bipartidismo ya no organizaba la convivencia política en España, de la misma manera que tampoco lo hace el estado de las autonomías. El último CIS nos dice que solo 6 de cada 10 votantes, o lo que es lo mismo, 4 de cada 10 electores, estarían aguantando el bipartidismo, al PP y PSOE; con los mayores del censo. Con estos bueyes estamos arando, y esto viene siendo progresivamente así desde hace once años. Una generación después continuamos con esta misma España, en la que el Estado de las autonomías se ha convertido en una instancia de segunda lectura para la disputa del gobierno político, sin que este orden territorial termine de gestionar la pluralidad nacional, identitaria y territorial que debiera de ser el objeto.
Parece que la constitucionalidad de la ley de Amnistía se resolverá en las próximas semanas
Con el éxito de aquella moción se concretó en lo gubernamental, eso sí, una mayoría electoral plurinacional, transversal y periférica representada en el Congreso por un presidente Sánchez, vencedor de las primarias, con plena autonomía estratégica y con una propuesta definida de nuevo ciclo político para sus socios parlamentarios. El legislador, cuando redactó el artículo 113 de la Constitución, nunca imaginó que tuviera éxito la censura, pero ahí estaba el mecanismo y fue exitoso porque el bipartidismo, efectivamente, dejó de organizar la convivencia. Eso tampoco lo tuvo en cuenta el legislador.
Tras el inaudito éxito de la moción, en el 2019 irrumpió Vox, Ciudadanos estuvo a punto de superar al PP y el PSOE venció en unas elecciones generales once años después, cuando tras la retirada de Alfredo Pérez Rubalcaba se le daba por finiquitado al Ferrari patrio. Siete años después, Ciudadanos desapareció como lágrimas entre la lluvia, el PP es cierto que ha recuperado la primera posición, pero si hoy hay aritmética de derechas –según el CIS– es por razones internas de la izquierda que puede ganar las elecciones en el 2027. Seguimos estando técnicamente donde estábamos en el 2018, a pesar de tanto ruido, porque somos el país que somos, fantástico y complejo, que quiere seguir dando pasos en su convivencia y comprensión territorial, además de asegurar un lugar en el mundo a los españoles.

Pedro Sánchez posa para los fotógrafos después de ganar la moción de censura
Las elecciones del 23-J fueron planteadas por el Madrid DF como un plebiscito a Sánchez a la vez que una corrección a la censura. El resultado de empate llevó a una situación de bloqueo, que solo con otro acto audaz de nuestra democracia –la ley de Amnistía– se pudo superar. Moción de censura y ley de Amnistía, por tanto, cimientan el ciclo político vigente y organizan una mayoría transversal y plurinacional, en un país cuya economía funciona, paga las facturas y sigue avanzando hacia el futuro. Hay, por supuesto, grandes espacios de malestar social que compartimos con las principales democracias del mundo y que hay que saber canalizar dando respuestas políticas eficaces.
Parece que la constitucionalidad de la citada ley se resolverá en las próximas semanas, y esto, y no las cuitas, organiza el poder y el concepto de gobierno político en España. Este recuerdo de los siete años de la moción debe ser, por todo ello, el pórtico para recibir la sentencia del Tribunal Constitucional. El poder legislativo hizo su trabajo en la censura y también en la amnistía, y solo cabe esperar que el poder judicial canalice la energía de esta mayoría social y política, que es quien tiene el encargo, en una sociedad plural, de dar una comprensión y didáctica democrática sobre la España que queremos. La que pasa página de la censura a la amnistía. Y la que mira hacia delante asegurando un proyecto de vida.
Next week
Lisboa y Madrid DF
Lisboa y Madrid están a la misma distancia que Barcelona y Madrid. Esta es la medida de las cosas. Menos de la mitad de kilómetros que entre la Casa Blanca y Mar-A-Lago en Florida. En términos globales, Lisboa y Madrid son capitales vecinas, y por eso la resolución del resultado electoral de ayer tendrá un primer impacto sobre el Madrid DF, aunque aquí por momentos encuentren más cerca Mar-A-Lago que Lisboa. ¿Nuestros vecinos ibéricos querrán ver sentado a un peón de Trump en su Consejo de Ministros? ¿Y nosotros?
El ojo de halcón
El congreso del PP
El Partido Popular, en el congreso de Sevilla de 1990, empezó a construir lo que hoy ya es un imposible, pero entonces funcionó, el centroderecha, que es producto del bipartidismo que hoy ya no existe. En 1996, ese proyecto, con el apoyo de la derecha plural, gobernó. De eso van los congresos, de traer el futuro al presente. Cualquier otra cosa, este mes de julio, es nostalgia. Los nacidos en 1996 prefieren a Vox antes que al PP, del mismo modo que los votantes centrales cada vez más engrosan las filas de la formación autoritaria; o sea, a los peones de Trump.