La subida del salario mínimo del 2019 castigó especialmente a las pequeñas empresas

El año 2019 marcó el final de una era de salarios mínimos profesionales (SMI) bajos en España e inició también una etapa de polémicas sobre los efectos de estos aumentos sobre el empleo, más cuando si bien en aquel momento se dio el gran salto, en los años siguientes se ha registrado incrementos consecutivos, hasta llegar actualmente a un salario mínimo de 1.184 euros, lo que supone un incremento del 61% sobre el del 2018.

En este terreno, hoy Fedea ha presentado un nuevo estudio, que se centra en la subida del 2019, aquel paso de los 736 euros a los 900 euros, y su impacto en la ocupación. La conclusión es que la subida tuvo un impacto “muy significativo” en las pequeñas empresas, donde gran parte de los empleados estaba afectado por la subida, y un efecto general más moderado, con una reducción de hasta un punto porcentual del crecimiento medio.

En el primer año, se produjo un impacto en las empresas de menos de cinco trabajadores, donde el crecimiento del empleo se redujo en 4,5 puntos porcentuales, y también, de forma más amplia, en un deterioro de la calidad del empleo en las empresas de hasta 250 trabajadores.

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La novedad del trabajo es que aisla otros factores del crecimiento del empleo, lo que permite, según sus autores, contabilizar exclusivamente el impacto del aumento del salario mínimo, excluyendo otros factores. El estudio  lo hacen comparando el periodo que va de diciembre del 2018, justo antes del incremento, hasta diciembre del 2019. De esta manera, señalan, que aunque en números globales el empleo global ha crecido de manera continuada en estos años, las subidas del SMI han tenido efectos negativos en determinadas áreas. 

El informe señala que en las empresas en que la mayoría de  la plantilla estaba afectada por el aumento, el crecimiento salarial aumentó en 11,4 puntos porcentuales, pero que, al mismo tiempo, el crecimiento del empleo disminuyó en los citados 4,5 puntos. Un impacto que se focaliza en las empresas de hasta cinco trabajadores, que son las que tienen mayor porcentaje de trabajadores afectados, aunque con efectos también, aunque menores hasta las de 50 empleados. A partir de ese número, el efecto en el empleo es insignificante.

En cambio, donde se amplía el efecto es en el deterioro de la calidad del empleo. Llega hasta las empresas con 250 trabajdores, en las que aumentaron tanto las salidas como las entradas de trabajadores. El resultado es un deterioro  porque se firmaron menos contratos permanentes y se sustituyeron contratos temporales a tiempo completo por otros a tiempo parcial. Además, añaden que no hay evidencias que los trabajadores afectados se hubieran reubidado en mejores empleos.

Es un fenómeno que se produjo cuando no estaba todavía en vigor la reforma laboral, que ha reducido significativamente la temporalidad en el empleo, con lo que los efectos de otras subidas posteriores del SMI, pueden ser distintos. Sin embargo, para Marcel Jansen, investigador de Fedea y unos de los autores del informe, debe haber efectos similares, pero más graduados. “En vez de despidos y no renovaciones, el ajuste pasa porque las empresas pueden pensarlo mucho más antes de realizar nuevas contrataciones. Si hay menos margen con los contratos temporales, se encuentra en menos contratación”, ha afirmado en la presentación del informe, para añadir, que “los efectos no son tan inmediatos, pero a largo plazo pueden no ser menores”.

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