El acceso a la vivienda se ha convertido hoy día en uno de los mayores factores de desigualdad, especialmente lacerante entre las generaciones de menor edad. Hasta el punto de que emanciparse sin la ayuda económica de los padres es misión imposible para cada vez más jóvenes. Sin apoyo familiar, resulta muy complicado conseguir un piso, ya sea de compra o de alquiler. Son las conclusiones de la segunda edición del Barómetro de la Vivienda en España, elaborado por GAD3 y el Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE) y que se ha presentado este miércoles en la feria Construmat de Barcelona.

“Observamos un fenómeno nuevo, ni con uno ni con dos sueldos basta para iniciar tu propio proyecto de vida; las generaciones de menos de 40 años, incluso trabajando, tienen menor renta per cápita que sus mayores jubilados”, ha señalado Narciso Michavila, presidente de GAD3, que ha explicado los resultados del estudio junto al presidente de CGATE, Alfredo Sanz.
Como consecuencia, el 36% de los menores de 30 años encuestados para el Barómetro afirma que ha necesitado ayuda económica de sus padres u otros familiares para acceder a una vivienda. Se trata de un porcentaje mucho mayor al del conjunto de la población. Si se consideran todos los tramos de edad, sólo el 21% tuvo que recurrir a sus progenitores para irse a vivir a su propia casa.
“El acceso a la vivienda se ha convertido en un desafío marcado por la dependencia económica, la inestabilidad y la necesidad de movilidad, sobre todo entre los jóvenes, quienes afrontan un futuro de incertidumbre habitacional”, han lamentado ambos.
Los datos del estudio desmienten el mito de los jóvenes que no se quieren ir de casa de sus padres porque viven muy a gusto. Si no lo hacen más, es porque no pueden. De hecho, entre los menores de 20 años, sólo uno de cada cuatro logró emanciparse con sus propios recursos. Y aquí el nivel socioeconómico familiar resulta determinante. La probabilidad de lograrlo sin ayuda económica varía según los ingresos del hogar: la mitad de quienes viven en hogares con ingresos de entre 2.000 y 3.000 euros mensuales se emancipó con recursos propios, porcentaje que asciende al 60% en hogares con ingresos superiores a 3.000 euros. En cambio, el porcentaje disminuye a la vez que bajan los ingresos del hogar.
Necesidad de capital inicial y condiciones laborales
Los mayores obstáculos que señalan para acceder a la vivienda son la necesidad de capital inicial y las condiciones laborales. Y es que los salarios no han aumentado al mismo ritmo que los precios de compraventa y, sobre todo, del alquiler, “Desde 2008, el salario medio de las cohortes más jóvenes ha subido un 10.8%, mientras que el precio del alquiler se ha triplicado”, ha lamentado Sanz.
Esta situación influye en que el 40% de los menores de 30 años, continúa el Barómetro, viva actualmente con sus familiares sin ser propietario ni arrendatario, mientras que, entre quienes se han emancipado, el 22% reside en vivienda propia y el 25% vive en alquiler. Entre estos últimos, casi un 40% afirma haber necesitado apoyo económico de sus padres para lograr acceder a su vivienda.

Los presidentes de los dos organismos han subrayado los problemas de estrés, ansiedad y salud mental que este desajuste está generando. Más de la mitad de los menores de 30 años ha sufrido un aumento en los precios del alquiler o la hipoteca, y un 40% ha tenido que compartir piso por motivos económicos. Además, un 32% ha tenido que regresar a vivir con sus padres porque no podía seguir pagando la cuota de la hipoteca o las rentas.
Presión demográfica en las grandes ciudades
Además de la distancia entre los salarios y los precios de la vivienda, que vuelven a repuntar con fuerza a causa de la fuerte demanda de los últimos meses, Michavila ha apuntado a la presión demográfica como fuente de la crisis de vivienda. El ritmo de creación de hogares, con una fuerte llegada de migrantes en edad de trabajar que se concentran en las grandes ciudades, está generando una alta tensión residencial.
“Los jóvenes viven mejor que las generaciones anteriores en todo, como el nivel de cultura, el consumo o la posibilidad de viajar, excepto en el acceso a la vivienda”, ha insistido el presidente de GAD3. Ante esta emergencia habitacional, tanto Michavila como Sanz han destacado la necesidad de acompañar las políticas públicas de vivienda con recursos suficientes. “Si no, son papel mojado”.