Alhambra abre un Museo Etnológico digno de cualquier ciudad

Alhambra sigue dando ejemplo a la hora de recuperar su memoria. El acervo patrimonial de la localidad está en buenas manos y tiene pretorianos dispuestos a conservarlo como si fuera suyo. Y en parte lo es. Gente como Paco Gómez Horacajada, Luis Gómez Torrijos, Ana María Pérez o Ismael Bustos, constituyen un ejemplo diáfano de ese tipo de gente que bebe su pueblo a cada minuto. Como reza el dicho: nadie ama su tierra por ser grande, sino por ser suya.

El Museo Etnológico recién inaugurado en Alhambra es un canto al pasado, un favor al presente y un guiño al futuro. Más de 700 objetos dan lustre a 250 metros cuadrados de exposición donde se reúnen cientos de años y miles de recuerdos. Digno de cualquier ciudad, la muestra nos devuelve a La Mancha de siempre, aquella que vivieron nuestros padres y abuelos… y mucho más atrás en el tiempo.

Almudena García-Abadillo ha coordinado la organización y montaje del museo gracias a la iniciativa de la Asociación “Alhambra Tierra Roja”, guardián de la historia alhambreña, y el apoyo decidido del Ayuntamiento. Durante los últimos meses se han recopilado, inventariado y ordenado las áreas temáticas del museo. El trabajo en el campo ocupa lugar preferente. Un arado romano asombra por su presencia. Justo al lado, la trilla, elemento indispensable para las tardes de siega. Y la horca, la media fanega, la cuartilla y el celemín. Tampoco falta la toza junto a los costales, el horcate, la aguadera, el tranchete y hasta un toldo intacto de galera.

Llaman la atención los cartuchos de caza y las escopetas. También hay un batidor, un torno, la artesilla y la pleita, con sus capachos y espuertas. Pero sorprende por encima de todo una pellica para cocinar los galianos, plato clásico donde los haya.

Si entramos en “la casa” nos encontramos el baúl, cajón de sastre que se exhibe junto a las sartenes para los caldillos, y los pucheros, y las cantimploras… Pero en una casa de antaño también había mesa camilla, con sus faldas, y sus bombonas para comprar el vino a granel. Andado el tiempo llegaron las radios, y el museo exhibe una Lavis, o una Telefunken. Por no hablar de las botellas de gaseosa de las tres fábricas que llegó a haber en el pueblo. Y, claro, los niños correteaban por aquellas casas mientras sus padres les gritaban para dedicar un rato a estudiar el Catón, allí presente.

Gran parte de estos objetos, muchos auténticas reliquias, han llegado de Casasblancas, finca propiedad de Ana María Pérez Romero e Ismael Bustos, matrimonio muy conocido en el municipio. Su colección es producto de muchos años de lenta recopilación. En la inauguración, Ana María reconoció que “las cosas antiguas tienen un sabor grande y hemos disfrutado de este museo en nuestra finca, pero había llegado el momento donarlo a mi pueblo”. Luis Gómez Torrijos también ha participado en las donaciones “hace años viajé a Santiago de Compostela, visité un museo etnológico y me propuse tener uno en mi pueblo”.

Los tres han demostrado su filantropía, y las autoridades no ahorraron elogios. El alcalde, Ramón Gigante, agradeció a Ana María e Ismael su generosidad para conseguir “un sueño que enriquece nuestro patrimonio”, y a “ese Quijote alhambreño que es Luis Gómez Torrijos”. El objetivo del museo es claro –dijo- “recuperar aquellos elementos patrimoniales de nuestro pueblo y entorno”. Aunque el Ayuntamiento cedió el local, tuvo palabras de gratitud para “Tierra Roja” y también para Luis Díaz-Cacho, que apoyó económicamente los proyectos de excavaciones arqueológicas y este museo en sus tiempos de responsable político de la Junta.

El ahora alcalde de La Solana fue precisamente padrino de esta apertura oficial. Díaz-Cacho relacionó este acto con uno de sus principales apuestas: el trabajo en equipo a nivel comarcal “no existe otro futuro posible para nuestros pueblos que el camino juntos, cooperando para reforzar los lazos que nos unen”. Defendió este tipo de exposiciones permanentes por que “los recuerdos no se pueden borrar; una persona sin pasado no tiene presente ni futuro”. Este museo –añadió- nos explica cómo era y es Alhambra para que sirva como instrumento de aprendizaje.

Luis Díaz-Cacho admitió que “faltan museos y más libros en nuestras manos por que la cultura nos hace libres”. En ese sentido, felicitó a “Tierra Roja” como referente regional en la recuperación de lo nuestro “gente como Paco Gómez Horcajada, Ana María Pérez, Ismael Bustos o Luis Gómez Torrijos hacen que la sociedad conozca y avance”.

Desde ahora, Alhambra tiene un nuevo museo, uno más. Su alcalde se comprometió a que sea dinámico, es decir, que no se convierta en una exposición metida en un sótano cuyas luces se enciendan de vez en cuando. Esa es la clave, darle proyección más allá del bello cerro donde se asienta. Merece la pena.

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