Un buen líder ayuda a los demás a alejarse de las excusas. Es alguien que ayuda a sus equipos a poner foco. Sin foco, no hay resultados, o si los hay, son menores. Un buen líder no solamente es alguien que toma decisiones, sino que inspira a los demás a tomar decisiones que les hagan crecer. Los buenos líderes crean otros líderes para que contagien modos de hacer que refuercen la lógica de crecer haciendo crecer. Los malos líderes, la madre de todas las malas influencias, invitan a la excusa y a la hipérbole simplista.
Los buenos líderes saben distinguir entre excusas y dificultades. Identifican cuándo hay una adversidad real y cuándo lo que hay es una amplificación de las molestias y los pormenores. Cuando los problemas no son inventados, los líderes están para servir; cuando hay excusas, los líderes están para reorientar a las personas al foco y al esfuerzo. Por mal que suene, no tenemos empresas que puedan ser competitivas sin esfuerzos inteligentes. Sin esfuerzo y sin pasión no pasa nada.
A veces las cosas salen mal. Los admirables son los que asumen el fracaso y se levantan sin perder tiempo en excusas. Es duro. Lo fácil es hacer poesía de autoayuda sobre el fracaso. Es duro vivirlo. Admiro a esta gente que busca las energías que le quedan más que las excusas que le sobran. Las excusas no nos humanizan, son una especie de autocompasión mal entendida. No hay que abusar de ellas; simplemente, no hay que abusar.

Se dan infinidad de excusas recurrentes
Tengo la suerte de trabajar con muchos equipos de dirección. Desde hace unos meses empecé a recopilar excusas recurrentes que encontramos en las empresas. Creía que me saldrían una docena, pero la lista crece sin parar. No he elaborado un ranking de excusas como tal, simplemente he puesto al principio las que más se han repetido. Esta lista no tiene ningún valor científico, ni lo pretende. Pero espero que a ustedes les resulte tan inspiradora como me ha resultado a mí.
Lista de pretextos
Las excusas son claramente el eco de la indolencia que lleva a la empresa a la mediocridad; cuando un líder contemporiza con ellas, cae en el buenismo
Algunas excusas convergen, pero se expresan de modos distintos. Aquí va la lista.
Uno: “No tenemos tiempo”. Dos: “Nos falta gente”. Tres: “No hay presupuesto”. Cuatro: “Esto siempre lo hemos hecho así”. Cinco: “Eso ya se intentó y no funcionó”. Seis: “Los del otro departamento no se enteran…”. Siete: “Si estos no lo hacen, ¿por qué vamos a hacerlo nosotros?”. Ocho: “En este proceso no está claro quién tiene que hacer esto”. Nueve: “La normativa no lo permite”.
Diez: “No vale la pena luchar; total, nadie te lo va a agradecer”. Once: “No estamos formados para ello”. Doce: “El ERP no nos daba la opción”. Trece: “Nadie nos dio feedback a tiempo”. Catorce: “Nadie nos avisó”. Quince: “A nosotros nadie nos mandó hacerlo”. Dieciséis: “A mí, estos qué me van a enseñar…”. Diecisiete: “No tenemos datos suficientes, no tenemos encuestas”. Dieciocho: “La estrategia no está clara…”. Diecinueve: “No hablo inglés”. Veinte: “Nos han subido los precios”. Veintiuno: “Hubo una avería…”. Veintidós: “Antes, con esto era suficiente…”. Veintitrés: “Total… el cliente no se va a enterar…”. Veinticuatro: “Es muy complejo…”. Veinticinco: “Que cada palo aguante su vela; esto no nos corresponde”. Veintiséis: “A nosotros no nos han consultado…”. Veintisiete: “Este problema no es mío, el KPI de mi área está en verde”. Veintiocho: “No tengo a quién delegar…”. Veintinueve: “No me responden los correos…”. Treinta: “Nos tienen todo el día apagando fuegos”. Treinta y uno: “Pierdo mucho tiempo en el reporting , tengo demasiados KPI”. Treinta y dos: “No tenemos autonomía para tomar esta decisión…”. Treinta y tres: “No somos ágiles porque perdemos mucho tiempo en el politiqueo”.
Treinta y cuatro: “Demasiado papeleo, demasiada burocracia”. Treinta y cinco: “Las previsiones de venta estaban completamente desajustadas”. Treinta y seis: “Nadie había previsto los costes reales”. Treinta y siete: “No hay un interlocutor que pueda decidir”. Treinta y ocho: “Eso primero lo tiene que aprobar el comité”. Treinta y nueve: “No quiero complicarme la vida”. Cuarenta: “Ya somos demasiado grandes para eso”. Y sigue…
Distinguir
Filtrar las excusas de las realidades incómodas, de los nudos de empresa que hay que deshacer, nos hace crecer
“¡No se puede hacer todo a la vez!”, “No nos involucraron en el proceso de creación”, “El corporativo solo mira el Excel”, “Si hacemos esto nos vamos al garete…”, “Este equipo no lo he elegido yo”, “Esto no aporta valor”, “No sé si estamos preparados…”, “A mí no me pagan para esto”, “Esto ahora no toca, “Yo ya se lo dije a mi jefe y no hizo nada”, “Espera, no corras, que nos van a volver a cambiar la estrategia, “Habría que crear un comité/grupo de trabajo”, “A los pioneros los matan los indios: ¿pero la competencia también lo hace así?”, “Tenemos que hacer un benchmark ”, “Esto es un problema de la plataforma”, “Los de finanzas no se aclaran…”, “Es culpa de los gestores del proyecto, que no gestionan nada, “Los de arriba no tienen nada claro, cuando lo tengan, ya hablaremos…”, “¿Esto quién lo paga?”, “Lo que diga RR.HH.”, “Esto es cosa del proveedor”, “Esto no es mío”, “Si los de arriba no se pelean por ello, no me voy a pelear yo”, “Que lo discutan los jefes”, “Y esto ¿dónde se han decidido?”, “Esto nos complicará con los sindicatos”, “Los de finanzas no lo aceptarán”…
Un buen líder ayuda a ahuyentar la cultura de las excusas. Cuando un líder contemporiza con esas excusas que son claramente el eco de la indolencia, cae en el buenismo, que es justo lo contrario del humanismo. Un buen líder sabe identificar cuándo las excusas no son tales, cuándo son nudos corporativos que hay que deshacer, heridas que hay que suturar o debilidades que lastran el desarrollo de las personas y las organizaciones. Abandonarse a las excusas nos lleva a la mediocridad. Filtrar lo que son excusas de lo que son realidades incómodas nos hace crecer. Nuestras organizaciones necesitan talento que las lleve a los resultados y los aleje de las excusas. El cliente no compara la calidad de las excusas, compara la calidad de los productos y servicios que ha experimentado.