
El ex primer ministro italiano Mario Draghi, el hombre que, cuando estaba al frente del Banco Central Europeo (BCE), evitó la desintegración del euro en plena crisis financiera diciendo que haría lo que fuera “necesario” para salvarlo, ha sido galardonado con el premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2025.
En su fallo, hecho público este miércoles en Oviedo, el jurado destaca el firme compromiso del político y economista “con los valores fundamentales y el progreso de la Unión Europea”, así como su desempeño en la promoción del multilateralismo y la cooperación entre estados. “Símbolo de una Europa unida, libre, fuerte y solidaria, [Draghi] ha defendido con independencia y visión de largo plazo el crecimiento y la mejora de la competitividad”, sostiene el jurado, presidido por Gustavo Suárez Pertierra, exministro español de Educación y de Defensa.
Nacido en Roma en 1947, Draghi lleva la economía en la sangre: su padre, originario de Véneto, era un destacado banquero –su madre, farmacéutica–. Siendo todavía adolescente, Draghi quedó huérfano, pero eso no le impidió dotarse de una sólida formación académica: se licenció en la Universidad de la Sapienza de su ciudad natal, donde fue pupilo de uno de los economistas más respetados de Italia, Federico Caffè, y después se doctoró en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts. Ese bagaje le abrió las puertas de algunas de las mejores universidades italianas –Trento, Padua, Venecia, Florencia–, en las que ejerció la docencia.
La carrera de Draghi dio un giro en 1985, cuando fue nombrado director ejecutivo del Banco Mundial, cargo que desempeñó hasta 1990. Su fama de tecnócrata eficiente se acrecentó tras su paso por el Tesoro italiano, del que fue director entre 1991 y 2001, durante diez gobiernos de distintas tendencias, y donde aplicó un recetario neoliberal.
Tras una temporada en el sector privado como vicepresidente para Europa de Goldman Sachs, en el 2005 fue nombrado gobernador del Banco de Italia, cargo que ocupó hasta el 2011, cuando llegó a la presidencia del BCE para sustituir a Jean-Claude Trichet. Fue en esa etapa cuando se cimentó su leyenda: las medidas que tomó durante la gran crisis financiera, como las bajadas de tipos, la compra de deuda y las inyecciones de liquidez, fueron fundamentales para salvar la eurozona en el peor momento de su historia. Mario se convirtió en Super Mario.
El economista y ex primer ministro italiano salvó el euro durante la peor crisis financiera de la UE
Lo que vino después, en cambio, es de recuerdo ingrato: en el 2011, coincidiendo con un periodo de máxima inestabilidad, el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, le encargó la formación de un gobierno de unidad nacional de perfil técnico. Draghi aceptó el reto, fue primer ministro, pero acabó renunciando al cabo de un año.
A pesar de esa salida accidentada, Italia no se olvida de él: su nombre hace tiempo que suena con fuerza como uno de los candidatos a sustituir a Mattarella cuando expire su mandato. Asimismo, Draghi sigue siendo una voz respetada –y escuchada– en Europa: el año pasado presentó un informe a petición de la Comisión Europea en el que señalaba el camino a seguir para una UE más competitiva. Su receta: mayor inversión en I+D para reducir la brecha tecnológica con Estados Unidos y China, un plan conjunto de descarbonización y el fortalecimiento de la seguridad sin dependencias de terceros. Una hoja de ruta que parece hecha a medida para la actual época de inestabilidad global y que evidencia el carácter visionario de Draghi.
El acto de entrega de los premios Princesa de Asturias se celebrará en el mes de octubre en una ceremonia presidida por los Reyes de España, acompañados por la Princesa de Asturias y la Infanta.