Gordon Gekko y la doctrina Botín

El Santander se cruzó ayer finalmente en la carrera del BBVA en pos del Sabadell. Se podría decir, de nuevo. El banco presidido por Ana Botín sigue la impronta marcada por su padre, Emilio, y que se resume en que no pierde ninguna puja cuando ha decidido lanzarse. Una doctrina que considera el Excel un elemento importante, pero ni mucho menos el determinante para valorar el precio cuando se tiene claro el objetivo.

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Ana Botín y Francisco González en una imagen del 2017 

Dani Duch

Justo la contraria de la aplicada por el predecesor de Carlos Torres en la presidencia del BBVA, Francisco González, de práctica muy cautelosa o conservadora, consistente en intentar comprar siempre al precio más bajo. Proceder que llevó a este último a quedar rezagado, a muchos cuerpos, de su eterno competidor. Este siempre consideraba el precio una variable subordinada del objetivo principal, cobrarse la pieza.

Una vez más, el líder de la banca española parece sacar provecho de las tribulaciones del eterno aspirante

Ahora, esa doctrina se ha aplicado en una operación que, además del rendimiento financiero que el Santander espera obtener con la compra del TSB británico, supone un obstáculo objetivo, insalvable o no es algo que aún está por ver, para la opa del BBVA sobre el Sabadell. Una vez más, el líder de la banca española parece sacar provecho de las tribulaciones del eterno aspirante a una cierta paridad. “Si necesitas un amigo, cómprate un perro”, como aconsejaba Gordon Gekko en la película Wall Street.

Los efectos de la venta, por una cifra muy superior a la especulada, sobre el desembarco del BBVA en el Sabadell son motivo de debate desde hace días.

Técnicamente, el BBVA solo debería restar la venta del valor que atribuía a esa participación en el Sabadell y ajustar la oferta en consecuencia. Elevando la proporción de efectivo sobre las acciones, pues ahora en lugar de un banco en Reino Unido el Sabadell tendría dinero en caja, a disposición de los nuevos propietarios si la opa triunfase.

Pero claro, Josep Oliu , el presidente del banco catalán, ya ha anunciado que destinará la mayor parte, 2.500 millones a dividendos, más del doble de lo anunciado para este año, que ya suponía un enorme aumento. Los accionistas que podrán cobrar este superdividendo deberán tener las acciones del Sabadell en el momento en el que la venta culmine, es decir deberían haber rechazado la opa.

Ahora, la dirección del Sabadell podrá argumentar que su promesa de seguir ofreciendo gratas sorpresas dinerarias se confirma cada día que pasa. Además, solo con la venta del TSB ha materializado más de un tercio del valor total de lo que ofrece el BBVA por todo el banco. Una confirmación, dicen desde Sant Cugat, de que Torres no les ofrece lo que vale.

Desde el otro lado, los que defienden que a la opa aún le queda mucho oxígeno, se apunta que las limitaciones impuestas por el gobierno, que podrían complicar la realización de la mayor parte de los 850 millones de sinergias esperadas, representan un porcentaje mínimo, casi despreciable, en una operación de más de 11.000 millones. El juego del ratón y el gato sigue. Y veremos cuántas vueltas más tiene que dar aún.

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