
Después de haber aparecido en todos los televisores y móviles de Iran durante la noche del Ashura, la noche del sábado, cantando a petición del líder
Supremo la canción Oh Iran –era la primera vez que se veía a Jamenei en público desde el comienzo de la guerra–, Mahmoud Karimi reapareció frente a la mezquita de Chizar en la tarde de ayer, donde lo esperaba una multitud masculina. Las mujeres, también miles, estaban en calles aledañas y lo veían a través de pantallas enormes desplegadas en todo el sector.
Vestido de negro con una banda en la cabeza, tal como había aparecido frente al ayatolá Jamenei, subió a un pequeño estrado en medio de la calle decorada con telones negros y empezó su intervención hablando de la resistencia de Irán y de la victoria contra la arrogancia y agresión del “ régimen sionista”, comparando el actual dolor con el martirio que sufrió el imam Husein en el año 680.
“Muerte a Israel”, gritó uno de los asistentes, y de inmediato todos, incluido Karimi, levantaron el puño hacia arriba y repitieron: “Muerte a Israel”. Sentimiento que repitieron contra con Estados Unidos: “Muerte a América”, volvieron a gritar antes de que Karimi entrara en el punto que los tenía a todos unidos: recordar el martirio del Husein, hijo del imam Ali y nieto del profeta en una fecha que en el islam se conoce como Ashura y que para los musulmanes, especialmente para los chiíes –mayoritarios en Iran–, es una de las conmemoraciones más importantes del calendario religioso.
Pero este año, como bien lo decían los cárteles que adornan Teherán en los últimos días, el Ashura era “diferente”; la sombra de la guerra con Israel vivida hasta hace pocos días estaba presente en cada acto de esta conmemoración. Era notorio en la mezquita de Chizar, donde una multitud se acercó a oír la narración cantada por Karimi, que en muchos de sus cánticos comparaba con frustración la agresión a las que fue sometido el imam Husein y su compañeros de viaje con los ataques de Israel y Estados Unidos que Irán acaba de sufrir.
“El enemigo ahora son Netanyahu y Trump”, dice Arash, un hombre de 32 años que está sentado sobre las alfombras que cubren el asfalto. “Los poemas que se recitan aquí tienen más sentido que en otras partes y la pasión que se vive aquí es única”, afirma este hombre que llegó desde la ciudad de Karaj, a una hora en coche de Teherán.
Karimi, de 57 años, es considerado uno de los principales maddah ; juglares que reconstruyen la épica de ciertos episodios del islam, especialmente la batalla del Karbala, en la que fue asesinado Husein.
“Nadie nos tiene que decir qué hacer”, afirma Somaye en una mezquita, subrayando que ella no es religiosa
“Si en años anteriores no participábamos en el Ashura, no pasaba nada. Pero este año era una obligación, o así lo sentía yo”, explica Arash, que dice que la guerra ha renovado muchos sentimientos, entre ellos el de la defensa de Irán. “Nuestra presencia muestra que no tenemos miedo”, afirma.
En los jardines interiores de la mezquita hay cientos de tumbas de hombres que murieron en la guerra contra Irak en la década de los ochenta. Allí también yacen algunos científicos nucleares que se cree fueron asesinados por Israel años atrás y un policía que murió durante la guerra que acaba de terminar. Todos son llamados “mártires”.
Entre esas tumbas está sentada Hanieh, de 32 años. “Nuestro pueblo ha demostrado que tiene aún más valentía y coraje que antes. Nunca renunciaremos a nuestros derechos y el mundo debe saberlo”, dice esta mujer que ostenta un Phd en iranología. “Significa que no bajaremos los brazos”, asegura.
El ataque israelí ha despertado un sentimiento nacionalista que recuerda mucho al que se vivió en la guerra contra Irak, que se extendió durante ocho años. “Pero era diferente, había vencido la Revolución y todos estábamos más o menos unidos. Ahora la sociedad estaba muy fragmentada, pero se ha unido”, dice Somaye, una profesora de 47 años que se ha acercado a la mezquita del Imamzadeh Saleh en el sector de Tajrish.
“Si en años anteriores no participábamos en el Ashura, no pasaba nada; este año era una obligación”, dice Aras
“Nadie nos tiene que decir qué hacer y cada uno de nosotros dará la vida por el país”, afirma esta mujer, que quiere dejar claro que no es religiosa y que no está de acuerdo con el sistema que los rige. Aun así piensa que es importante que el líder supremo haya reaparecido después de haberse especulado sobre si seguía con vida. “Eso demuestra que Irán no se dejará vencer”, concluye. Alrededor suyo hay decenas de fotos de los altos cargos militares y científicos asesinados días atrás.
“Todos siguen el camino de Hussein”, sentencia Somaye.