
Emmanuel Macron, de 47 años, es el primer presidente de Francia nacido después de la época colonial. Quizás por eso, ya antes de llegar al Elíseo, en febrero de 2017, se atrevió a decir, nada menos que en Argel, que “la colonización fue un crimen contra la humanidad”. La frase levantó ampollas, pero el joven jefe de Estado ha sido consecuente. Más que ninguno de sus predecesores, Macron se muestra dispuesto a asumir los capítulos más sombríos de la historia y a realizar acciones de reparación.
Bajo el impulso inicial del Elíseo y por petición del Gobierno de Abiyán, la Asamblea Nacional votó ayer, por 111 votos a favor y ninguno en contra, una proposición de ley que permitirá, en el plazo máximo de un año, la devolución a Costa de Marfil de un gigantesco tambor parlante, llamado Djidji Ayokvé, un objeto de alto valor espiritual y cultural, que las autoridades coloniales francesas confiscaron en 1916 y más tarde se llevaron a París. El instrumento de percusión mide más de tres metros de largo y pesa 430 kilos. Data del siglo XIX y fue elaborado a partir de un solo trozo de madera.
El gigantesco instrumento se oía a 20 kilómetros y servía para alertar del reclutamiento militar y para trabajos forzados
El tambor, que era divinizado, fue un instrumento de comunicación del pueblo atchan (o ebrié). Servía para alertar de peligros. Solía ser colocado sobre un agujero en la tierra, para aumentar su resonancia. Tenía tal potencia que se podía oír a una distancia de hasta veinte kilómetros. En el periodo colonial francés se usaba para advertir de operaciones de reclutamiento militar o para trabajos forzados. Se daba la circunstancia de que cuando las tropas francesas llegaban a las aldeas para llevarse a los hombres las encontraban desiertas porque todos habían huido. Era, pues, tan rápido y efectivo como los actuales mensajes por el móvil.
Este bien patrimonial africano tan significativo quedó muy dañado por la desidia de los colonizadores. Durante años permaneció a la intemperie en el palacio del gobernador, en Bingerville. La lluvia y los insectos le causaron daños irreparables. En 1929 fue trasladado al museo etnográfico de Trocadero, en París, y luego al de Quai Branly-Jacques Chirac, donde se ha conservado hasta ahora guardado en una caja. Pese al esfuerzo de restauración, está claro que ya no puede ser considerado un tambor parlante, al menos como lo fue cuando estaba custodiado por sus legítimos propietarios.
Durante el debate de ayer en la Asamblea, que estaba semivacía, y después del voto también por unanimidad en el Senado en abril, intervino la ministra de Cultura, Rachida Dati, quien anunció la próxima presentación de una iniciativa legislativa que regule, con un marco general, la cuestión de todas restituciones culturales a países expoliados. Hasta ahora se han hecho caso por caso, por ejemplo con acuerdos con Benin y Senegal. Igual que ocurrió ayer, se hubo de recurrir a la derogación excepcional del principio de “inalienabilidad de las colecciones públicas” que protege el patrimonio de los museos. Solo existen leyes generales que prevén la devolución en el ámbito de bienes confiscados durante la ocupación nazi (1940-1944) durante la II Guerra Mundial y los que afectan a restos humanos.
El relator de la nueva ley, Bertrand Sorre, del grupo macronista Juntos por la República, afirmó que “la devolución contribuirá a la reparación de la extorsión cometida en la época colonial”. La socialista Fatiha Keloua Hachi destacó que el Parlamento francés estaba realizando “un acto de justicia, de reparación, un acto político” y abogó por esa ley que pronto sirva para agilizar estos procedimientos y permita devolver, con garantías, bienes culturales fruto del pillaje colonial.
El tono de los intervinientes fue muy parecido. Tuvieron mucho interés en dirigirse a la Cámara los representantes de los territorios de ultramar, los cuales, pese a pertenecer jurídicamente y con pleno derecho a la República Francesa, sufren todavía serias consecuencias económicas y sociales de la herencia colonial. Fue especialmente vehemente el diputado de la Guayana Francesa (América del Sur) Jean-Victor Castor, del grupo Izquierda Demócrata y Republicana, quien sostuvo que el colonialismo francés todavía existe, y citó su propia tierra, las islas antillanas de Guadalupe y Martinica y la Polinesia Francesa, en el océano Pacífico.
Restituciones
Desde sables a calaveras
Durante el mandato de Emmanuel Macron, además del tambor marfileño, se ha devuelto un sable a Senegal y, a Benín, piezas del tesoro del antiguo reino de Dahomey. En julio del 2020, Argelia pudo enterrar finalmente 24 calaveras restituidas de rebeldes fusilados y decapitados por las tropas francesas en 1849.