¿Y si el euro digital es el mayor error de Europa El debate se enciende

  • Ante el riesgo, el Parlamento interviene para medir el impacto real.

  • El debate se centra en: ¿se está cediendo el anonimato del efectivo por dinero programable?

El euro digital se presenta como la solución inevitable, el paso lógico hacia el futuro. Desde el Banco Central Europeo (BCE) se cree que la moneda digital de banco central (CBDC) es necesaria para garantizar la soberanía de Europa en un mundo hostil. Pero bajo el reluciente envoltorio de la innovación tecnológica, podría esconderse el regalo más envenenado que el continente se haya hecho a sí mismo: el fin de la libertad financiera tal como se conoce en la actualidad.

Octubre de 2025 es la fecha anunciada por la presidente del BCE, Christine Lagarde, para el lanzamiento del euro digital. Y a medida que se acerca la fecha, despliega elocuente defensa de su proyecto más ambicioso.

En un reciente y detallado discurso, Piero Cipollone, miembro del Comité Ejecutivo de la institución financiera, dibujó un panorama de urgencia y oportunidad.

Habló de una Europa cuya soberanía de pagos está en riesgo. Es dependiente de «actores no europeos» y está fragmentada por soluciones nacionales ineficaces. El euro digital, asegura, no es una opción, sino una necesidad para «complementar al efectivo», garantizar nuestra «autonomía estratégica» y fomentar la innovación.

Cipollone afirmó que el euro digital garantizará la soberanía monetaria y un alto nivel de privacidad. “Estamos comprometidos con implementar las técnicas de protección de datos más avanzadas, superando a los métodos de pago digitales actuales”.

Para el ejecutivo, el euro digital representa un avance significativo hacia un sistema de pagos más inclusivo, complementando el efectivo y ofreciendo una alternativa a las soluciones privadas. Su adopción dependerá de la legislación, pero se espera que esté listo para 2028.

Sin embargo, es crucial destacar que «similar» no equivale a idéntico. La privacidad del efectivo es absoluta, mientras que la de un sistema digital, por muy avanzado que sea, es programable y, por tanto, potencialmente revocable.

La promesa del BCE se reduce a «confíen en nosotros», un cambio significativo respecto al principio de «no es necesario confiar» que ofrece un billete. Al igual que bitcoin, con su diseño descentralizado, que busca eliminar la necesidad de confiar en una autoridad central.

Un mensaje en X de un miembro de la comunidad de Bitcoin sobre el euro digital.
El analista Daniel Batten advierte que el euro digital es indeseado, no solicitado por la comunidad europea. Fuente: X/DSBatten.

Voces críticas: el euro digital es una amenaza

«Lo cierto es que cada día nos quitan más libertades y empeoran nuestra calidad de vida, y el euro digital es una trampa más en esa dirección: nos quieren indefensos, dependientes y bajo su control», señaló Abraham Amo, miembro de la asociación española de ciudadanos, la cual se ha comprometido a frenar el avance de la CBDC para Europa.

Los temores de la sociedad civil se ven amplificados por las propias palabras de figuras como Agustín Carstens, Director General del Banco de Pagos Internacionales, quien el año pasado admitió que las CBDC otorgan un «control total» a la autoridad monetaria y «los medios para hacerlo cumplir».

En sus argumentos, Cipollone se centra en defender el desarrollo del euro digital para ganar «soberanía europea». Sin embargo, su narrativa no convence al público, algunos se preguntan ¿cuál soberanía? ¿la del Estado o la del individuo?

Al centralizar el sistema de pagos bajo su control directo, el BCE ganaría una soberanía institucional sin precedentes, pero los ciudadanos cederían la soberanía final sobre sus propias transacciones. La capacidad de un gobierno para programar el dinero —limitando su uso o aplicando políticas en tiempo real— pasaría de ser una teoría a una posibilidad técnica.

Por ello, la organización «Hazte Oír», está haciendo un llamado para proteger el dinero en efectivo y evitar el euro digital. «Hay que hacer ruido desde ya, para que todo el mundo sepa lo que quieren hacer con nuestro dinero. Para que los miembros del Parlamento Europeo voten NO», señalan.

El Parlamento Europeo está decidido a escuchar

Y mientras este debate se intensifica, el ámbito político comienza a moverse, reconociendo que las implicaciones van mucho más allá de la política monetaria.

El eurodiputado Fernando Navarrete (PPE), figura clave como responsable del informe legislativo sobre el euro digital, lanzó una iniciativa pionera en la Eurocámara. Se trata de un programa de «escucha activa» para oír a todos los actores implicados.

«El euro digital no es solo una cuestión técnica: afectará a la forma en que pagamos, a cómo operan nuestros comercios, al papel de los bancos y al equilibrio mismo del ecosistema financiero», declaró Navarrete.

Un mensaje en X del euro diputado Fernando Navarrete sobre un programa para escuchar opiniones sobre el euro digital.
Fernando Navarrete pretende que el Parlamento escuche a todos los actores económicos y sociales implicados en el desarrollo del euro digital. Fuente: X/FNavarrete_.

Su frase más reveladora es una advertencia directa a la precipitación: «Esta decisión no puede tomarse a ciegas ni de espaldas a la realidad».

Navarrete organizó una serie de seminarios, a partir del 14 de julio, que contará con la participación de los propios Cipollone y Valdis Dombrovskis, Comisario responsable de economía, productividad en la Comisión Europea.

Con sus acciones, Navarrete pretende abrir el debate a consumidores, comerciantes, bancos y fintechs. Esto como un intento de reforzar la «legitimidad democrática» de una decisión trascendental.

Su iniciativa demuestra que, al menos en el Parlamento, existe conciencia de que se está diseñando una pieza fundamental de la futura sociedad europea, y que no puede ser construida sin el apoyo de la mayoría.

En definitiva, el debate sobre el euro digital se extiende. Gracias a iniciativas como la del eurodiputado Navarrete, la pregunta fundamental ha sido elevada al foro político y público. La pregunta a la que todos responderán ahora es ¿y si el euro digital es el mayor error de Europa? La respuesta puede que determine si su desarrollo sigue avanzando o si definitivamente es engavetado.

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