El presidente Donald Trump volvió a tomar la manija en la cuestión de los aranceles y este sábado anunció la imposición de gravámenes del 30% a las exportaciones de la Unión Europea (UE). La medida se aplicará a partir del 1 de agosto, según se especifica en la carta enviada a las autoridades comunitarias que compartió en su red social.
Una carta parecida fue remitida Claudia Sheinbaum, presidenta de México, con el mismo porcentaje y la misma fecha, cuando termina la prórroga para llegar a acuerdos. En este recrudecimiento de la guerra comercial, el pasado jueves hizo algo similar con Canadá, aunque en esa ocasión la amenaza remitida al primer ministro Mark Carney ascendió al 35%.

La nueva tasa a las importaciones de la UE, que el mandatario estadounidense considera que solo nació para castigar y sacar provecho comercial de su país, era algo más que esperado después de que esta semana Trump asegurara que habría una carta dirigida Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, con su nueva propuesta, a la vista de que las negociaciones no avanzaban a su gusto.
Así que, a pesar de que para los europeos se habían registrado progresos, Trump continúa con su presión, que una vez más reitera que no se aplicará si la producción se traslada a su país.
Mientras que en la misiva a Sheinbaum se centra como argumento en la inoperancia para cortar el flujo de fentanilo desde México (“nos ha ayudado a asegurar la frontera, pero lo hecho no es suficiente”), en la carta dirigida a los 27 miembros de la UE reitera sus agravios comerciales basados en que los europeos esquilman a Estados Unidos.
“Durante años hemos tenido discusiones sobre nuestras relaciones comerciales con la Unión Europea y hemos llegado a la conclusión de que debemos alejarnos de estos déficits comerciales grandes, persistentes y de largo plazo, engendrados por vuestras políticas arancelarias, no arancelarias y barreras comerciales”, escribió este sábado.
Trump comentó el martes que en un par de días remitirá esa carta. Si bien ante la prensa indicó que avanzaban las conversaciones con el bloque comunitario y remarcó que “nos están tratando amablemente, después de años siendo terribles con nosotros”, insistió en que no habría ninguna excepción.
Trump argumenta la decisión en los déficits comerciales “persistentes”
En la UE se disparó la ansiedad este pasado viernes, cuando se creía que era la fecha marcada por el líder de la potencia, que se supone es la máxima aliada europea. Pero es Trump quien marca los tiempos y los flujos informativos.
De manera que la Comisión Europea ya tenía listos sus dos paquetes de contramedidas para responder a EE.UU. en caso de que el presidente republicano decidiese ir al enfrentamiento abierto como parece haber hecho.
El primer paquete, valorado en 21.000 millones de euros, es el que formularon en respuesta a los primeros aranceles de EE.UU., sobre el acero y el aluminio –entonces del 25%, ahora del 50%–, y cuya aplicación fue suspendida para dar espacio a las negociaciones. La segunda lista es la que propuso la Comisión Europea para contrarrestar los llamados aranceles “recíprocos” y las tarifas sobre los coches, con un valor rebajado de los 95.000 millones iniciales a los 72.000 millones en exportaciones de EE.UU.
No es la primera vez que el dirigente de EE.UU. lanza un envite de este tipo para forzar la máquina y sacar un pacto a su favor. Los aranceles los usa como arma más que como elemento de negociación. Tras lanzar el farol de que se impondrían unos gravámenes del 200% a algunos productos europeos, entre estos el vino, Trump rebajó su impulso el 2 de abril cuando comunicó sus llamados aranceles recíprocos. Los de los europeos es quedaron en el 20%.

Solo una semana después explicó que había una prórroga de tres meses. Como las negociaciones no le satisfacían, en mayo subió la apuesta para la UE al 50%, con fecha de vigencia el 1 de junio. Una conversación con Von der Leyen frenó ese arrebato.
Esta semana, al concluir la pausa de tres meses, el mandatario conservador dijo que los aranceles recíprocos entrarían en vigor el 1 de agosto. Sin embargo, desde ese mismo día ha remitido un total de 23 cartas a otros tantos países, incluida hoy la UE.
La Unión Europea buscaba al menos un acuerdo preliminar que le librara de convertirse en otro de los receptores de esas cartas en las que Trump dicta nuevas reglas para las exportaciones europeas con destino a EE.UU.