En China, el auge de una clase media emprendedora y propietaria de vivienda ha transformado este siglo las ciudades de ese país. Ha contribuido a impulsar el consumo en la segunda economía del mundo. En mayo, las ventas minoristas crecieron un 6,4% interanual (el ritmo más rápido desde diciembre de 2023) gracias a las subvenciones estatales destinadas a reactivar el entusiasmo de los consumidores. El gobierno incluso ha favorecido con cautela el endeudamiento en los últimos años. Sin embargo, todo ello ha creado nuevos riesgos. Junto con las calles llenas de tráfico, los restaurantes lujosos y los enormes centros comerciales, también se ha producido un cambio enorme e invisible, y no menos profundo: el vertiginoso aumento de la deuda de los hogares.

Como porcentaje del PIB chino, la deuda de los hogares ha pasado de menos del 11% en 2006 a más del 60% en la actualidad, cerca de los niveles de los países ricos. Entre los prestamistas, hay bancos estatales y plataformas tecnológicas. Según la consultora de investigación Gavekal Dragonomics, entre 25 y 34 millones de personas podrían estar hoy en situación de impago. Si se suman los que sólo están en mora, el total podría situarse entre 61 y 83 millones; es decir, entre el 5% y el 7% de la población total de 15 años o más. En ambas categorías, esas cifras duplican las de hace cinco años, según calcula la compañía. En un contexto de elevado desempleo juvenil y caída del mercado inmobiliario, es probable que la situación no haga más que empeorar.
En China, hacer frente a las deudas personales sigue siendo vergonzoso y poco habitual. Y el gobierno está teniendo dificultades para echar una mano, porque se encuentra ocupado abordando la deuda en todo el sistema: la de los gobiernos locales sigue siendo dolorosamente alta; y la corporativa, incómodamente elevada. La de los hogares es otra preocupación más. No supone una amenaza inminente para la estabilidad financiera, pero pesa cada vez más en el comportamiento de la clase media; inhibe su gasto y socava la creencia en una prosperidad en constante aumento que el Partido Comunista considera crucial para mantener su dominio.

La pandemia supuso un fuerte golpe para la economía china
Los hogares chinos cuentan con un colchón: en general, sus ahorros en relación con la renta disponible eran de casi el 32% en 2023, según el banco JP Morgan. Esa cifra es muy superior a la tasa de menos del 3% registrada en Estados Unidos en los años previos a la crisis financiera mundial de 2007. Sin embargo, en los años de bonanza, el dinero prestado para la vivienda parecía una apuesta segura; sobre todo, porque había muchos puestos de trabajo y eran estables. La gente se acostumbró a gastar dinero obtenido de grandes prestamistas online como Alipay y WeBank. Otros pidieron préstamos para invertir en negocios familiares. Luego, en 2020, llegaron los confinamientos como consecuencia de la covid-19 y, al año siguiente, el inicio de la crisis inmobiliaria. Sea cual sea el origen, el resultado para muchos han sido los problemas de deuda y las interacciones con los cuigou, o “perros de presión” (es decir, cobradores agresivos).
Empecemos por el sector inmobiliario. Los préstamos para la vivienda representaron el año pasado el 65% de los préstamos a los hogares (excluidos los préstamos para fines empresariales). La mayor parte de los préstamos hipotecarios son concedidos por bancos estatales, que deben ser cautelosos a la hora de recuperar el dinero de quienes no pueden pagar. El número de viviendas embargadas subastadas el año pasado fue de 366.000, una cantidad ligeramente superior a las 364.000 de 2023, según China Index Academy, una compañía de investigación privada. El número de personas que no pagan su hipoteca podría estar creciendo mucho más deprisa. Los reguladores se muestran cautos ante los embargos agresivos que afectan a la vivienda principal de las personas, ya que temen el estallido de protestas públicas. Y puede que los bancos tengan en mente otro problema. En un mercado actual tan deprimido, es posible que subastar una propiedad no sirva para recuperar la hipoteca. Por su parte, los prestamistas online, que ofrecen una parte más modesta de las hipotecas, pueden mostrarse mucho más duros a la hora de recuperar su dinero.
La covid y después la crisis inmobiliaria han golpeado la economía familiar en el gigante asiático
Los derrochadores son otro grupo en apuros. Lily, una millennial de Shanghái, empezó a tener problemas de deuda cuando su empresa, una compañía de software, dejó de pagarle el sueldo debido a sus propias dificultades de liquidez. Debía 30.000 yuanes a prestamistas online. Para salir adelante, se ha lanzado a monetizar su deuda, convirtiendo las historias de su ruina en una forma de generar dinero como influencers. Lily describe sus penurias como deudora en vídeos cortos en sus redes sociales, pero aún no ha alcanzado el éxito. Algunos de los más populares tienen cientos de miles de seguidores. “Hay quienes incluso compiten entre sí: ‘Yo tengo una deuda de 10 millones; yo, de 100 millones’”, afirma.
Pensemos ahora en las deudas relacionadas con la inversión. Bai dirigía con gran éxito en Hangzhou un negocio de educación y pidió préstamos personales por valor de millones de yuanes para invertir en él. Muchos chinos piden préstamos para impulsar las empresas familiares y los prestamistas suelen exigir garantías personales, lo que pone en riesgo los hogares en caso de fracaso de los proyectos.

Viandantes pasan frente a un cartel de Gucci en Shanghai
En su momento más floreciente, la empresa de Bai organizaba tutorías particulares para entre 50.000 y 60.000 estudiantes en una treintena de centros, lo que generaba unos ingresos anuales de entre 100 y 200 millones de yuanes (entre 12 y 24 millones de euros). Luego llegó la covid-19 y la campaña política contra las clases particulares. Bai tuvo que vender la casa y el coche para pagar su deuda.
Según cuenta, tratar con los bancos fue lo más fácil. El gobierno los instó a mostrarse indulgentes con los deudores cuyos negocios se habían visto afectados por la pandemia, y estos accedieron a condonar decenas de miles de yuanes en intereses. Lo difícil fue negociar con los cobradores contratados por los prestamistas online a los que había pedido dinero para uso personal. Se dedicaron a llamarla una y otra vez, a ella, a sus amigos y sus familiares; a menudo desde teléfonos diferentes para que no pudieran bloquearlos. Bai está especialmente furiosa con el acoso a sus padres. “En China”, explica, “no solemos contarles a nuestros padres las malas noticias, así que se vieron muy afectados.” Bai cayó en una depresión y pensó en suicidarse. Su marido se divorció de ella.
Los grupos de apoyo a los deudores crecen; muchos de sus miembros aseguran que la situación destruye sus relaciones sociales
En China, las regulaciones relativas al sector del cobro de deudas son nuevas y se aplican de forma irregular. En lugar de ayudar a Bai, un tribunal la incluyó en una lista negra de “crédito social”, lo que significaba que ya no podía viajar en avión, utilizar trenes de alta velocidad ni alojarse en hoteles de lujo.
¿Y dónde pueden encontrar alivio los deudores? Los grupos de apoyo para ellos han ido creciendo en Internet. Jiaqi Guo, de la Universidad de Turku, en Finlandia, ha estudiado uno de esos grupos llamado Alianza de Deudores, creado en la red social Douban. Fundado en 2019, cuenta ahora con más de 60.000 miembros. Guo afirma que los usuarios suelen hablar de shesi, que significa “muerte social”. El término alude a la destrucción de las relaciones causada por el “bombardeo de contactos”, como llaman a las llamadas telefónicas de los cobradores.

A medida que aumenta el número de los endeudados, el gobierno ha intentado mostrar un mínimo de simpatía por la difícil situación que atraviesan. El año pasado prohibió a las agencias de cobro de deudas amenazar con violencia, utilizar lenguaje abusivo o llamar a las personas en horarios inapropiados. También recordó a los prestamistas que debían proteger la información personal (presumiblemente, que dejaran de hacer un uso indebido de datos de contacto). Sin embargo, las normas de protección de datos se aplican de forma laxa en China. Las quejas expresadas en el foro de deudores indican que son pocos los cambios en el comportamiento amenazante e intrusivo de los cobradores.
Una reforma que podría ayudar es la introducción de una ley de quiebra personal similar a la que existe en los países ricos para proteger a los deudores de reclamaciones que los dejen en la indigencia. La falta de una legislación de este tipo ha alimentado el crecimiento de prestamistas online que ofrecen créditos con altos intereses a morosos desesperados. En 2021, Shenzhen se convirtió en la primera ciudad en introducir una ley de insolvencia para particulares. Sin embargo, se ha aplicado tímidamente. A finales de septiembre de 2024, más de 2.700 personas habían solicitado la protección de la ley, pero los tribunales solo habían aceptado alrededor del 10% de los casos. Otros lugares también han iniciado a modo de prueba programas similares. Sin embargo, el gobierno no parece tener prisa: los acreedores suelen ser grandes empresas estatales. A los funcionarios les preocupa que una ley nacional pueda dar pie a un gasto imprudente o a inversiones especulativas.
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Traducción: Juan Gabriel López Guix