
Un director de orquesta o un propagandista?
La biografía de Valery Gergiev, maestro ruso de prestigio indiscutible, vetado en buena parte de Europa por su estrecho vínculo con Vladímir Putin, podría volver pronto a escena poniendo en aprietos a Italia. El dilema es: ¿puede ser protagonista de una noche de gala, pagada con dinero público, alguien que celebró las conquistas del zar en Palmira (por citar un ejemplo)? La historia está dividiendo al Gobierno italiano y a la opinión pública.
La polémica podría reproducirse en Barcelona: está previsto que dirija a la orquesta del Mariinski
La región de Campania ha invitado a Gergiev a un concierto que debería celebrarse en el Palacio Real de Caserta, a 40 kilómetros de Nápoles, el próximo 27 de julio. El evento, frente a la residencia borbónica más espectacular, forma parte del ciclo Estate da Re, financiado con fondos públicos por la propia región. El maestro recibiría unos 25.000 euros. Y precisamente este aspecto ha desatado un intenso debate sobre la delgada línea entre arte y propaganda.
El director, que incluso tendría algunos intereses inmobiliarios en la región, estaría aún valorando su participación, mientras un grupo de ucranianos se organiza para comprar decenas de entradas y decirle cara a cara lo que piensan de su querido presidente.
El primer llamamiento, muy contundente, llegó de Yulia Navalnaya, viuda del disidente Alexéi Navalni, fallecido en una cárcel rusa en el 2024. Según ella, Gergiev no es un simple simpatizante de Putin, “sino también un promotor de la política criminal del Kremlin, su cómplice y colaborador”. En una carta enviada al diario La Repubblica , Navalnaya define al director como una especie de “embajador cultural” del régimen, y enumera los episodios más controvertidos de su trayectoria política: en el 2014, por ejemplo, Gergiev hizo declaraciones celebrando la anexión ilegal de Crimea. Dos años después, dirigió un concierto en el teatro romano de Palmira, liberado por el ejército de Bashar el Asad con el apoyo ruso: antes del espectáculo, Putin intervino por videoconferencia para rendir homenaje a los presentes.
“El objetivo de esta ‘política de normalización’ –escribe Navalnaya– es sacar al régimen del aislamiento”.
Después llegó un llamamiento dirigido al presidente de la región de Campania, Vincenzo De Luca, y a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, firmado en pocas horas por 16.000 personas, entre ellas Oleksandra Matviichuk (directora del Centro para las Libertades Civiles de Kyiv, premio Nobel de la Paz 2022), Oleg Orlov, Svetlana Gannushkina e Irina Sherbakova, de la organización Memorial (también premio Nobel de la Paz 2022), así como los escritores Herta Müller (premio Nobel de Literatura 2009) y Jonathan Littell.
La fundación anticorrupción creada por Navalni en el 2022 ha publicado una investigación en la que demuestra que Gergiev se ha beneficiado durante años de cuantiosos fondos destinados a la cultura.
Hechos que no han pasado desapercibidos para el ministro de Cultura italiano, Alessandro Giuli: “Temo que se transmita un mensaje equivocado. El arte es libre y no puede ser censurado. Pero la propaganda, aunque esté hecha con talento, es otra cosa”. Su socio de gobierno, la Liga –a menudo poco crítica con el Kremlin– ha respondido denunciando un clima de “rusofobia”. El presidente de la Región de Campania, el volcánico Vincenzo De Luca (centroizquierda), ha defendido la decisión: “No aceptamos lógicas de veto ni de interrupción del diálogo, porque eso no ayuda a la paz”.
La última vez que Gergiev dirigió una orquesta en Italia fue a finales de febrero del 2022 en el Teatro alla Scala de Milán, pocos días después del inicio de la invasión rusa de Ucrania. Ante la petición del alcalde Giuseppe Sala de que se distanciara de Putin, el maestro no respondió, y por ello fue apartado del teatro. Una decisión que fue seguida por el Carnegie Hall, los Wiener Philharmoniker y la Filarmónica de Múnich.
La polémica podría reactivarse también en Barcelona el próximo año, ya que Gergiev está previsto que dirija a la Orquesta del Teatro Mariinski de San Petersburgo en el Palau de la Música Catalana durante la próxima temporada. El anuncio lo hizo en mayo Josep Maria Prat, presidente de la empresa organizadora de conciertos de música clásica, aunque sin indicar una fecha concreta.