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Es mejor tener bitcoin real, explica Kiyosaki.
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«Si conoces la diferencia, es mejor que el promedio», explica el autor.
Robert Kiyosaki, autor del libro Padre Rico, Padre Pobre, advirtió sobre los riesgos de confiar exclusivamente en los fondos cotizados en bolsa (ETF) como vía para invertir en bitcoin.
A pesar de reconocer que estos instrumentos pueden facilitar el acceso al mercado para el inversionista promedio (claro, que se refiere al que tiene acceso a un bróker bursátil con acceso a instrumentos financieros de Estados Unidos), el autor explica algo que los bitcoiners saben bien: tener acciones de un ETF no equivale a la tenencia física y directa de bitcoin.
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“Un ETF es como tener la imagen de un arma para defensa personal”, escribió Kiyosaki. En su opinión, hay momentos en los que es mejor tener el bien físico, ya sea oro, plata, bitcoin o incluso un arma real.
Y si bien no se opone a los ETF como mecanismo de entrada, recalca que es fundamental que los inversores entiendan la diferencia entre un producto derivado y el activo subyacente.
Los ETF de bitcoin, que se negocian en la bolsa de valores estadounidenses desde enero de 2024, han sido uno de los productos financieros más exitosos de la última década, considerando que la inversión institucional a favor de estos vehículos ha sido masiva, tal como lo ha venido reportando CriptoNoticias.
Actualmente, los activos netos de los ETF de bitcoin superan los USD 154.000 millones. Medido en BTC, son más de 1,23 millones de bitcoin gestionados por los emisores de estos productos financieros, equivalentes a poco más del 6,5% del suministro total de BTC.

La cifra de 154.000 millones de dólares es importante porque refleja el grado de adopción institucional y legitimación del bitcoin dentro del sistema financiero tradicional. Además, indica que grandes cantidades de capital, provenientes de inversionistas institucionales, fondos de pensiones y minoristas, están eligiendo exponerse al bitcoin mediante vehículos regulados y accesibles.
Con una capitalización de mercado de 3,78 billones de dólares para bitcoin, los 154.000 millones de dólares gestionados por ETF representan cerca del 4% del valor total de este activo. Esto indica que, aunque la cantidad canalizada a través de fondos cotizados es significativa, todavía existe un amplio margen de crecimiento en la adopción institucional mediante estos instrumentos.
La cifra también sugiere que la mayor parte del bitcoin circulante permanece fuera del sistema financiero bursátil tradicional, en manos de usuarios individuales, plataformas de intercambio, custodios privados o reservas corporativas.
¿Qué diferencias hay?
Ahora bien, la distinción a la que hace referencia Kiyosaki tiene implicaciones clave. En el caso de bitcoin real, el usuario mantiene control total del activo mediante sus claves privadas. Esto elimina el riesgo de contraparte, ya que no depende de intermediarios financieros para acceder o resguardar su inversión.
En contraste, los ETF de bitcoin implican la participación de custodios, exchanges y emisores, lo que introduce posibles riesgos de quiebra, insolvencia o gestión inadecuada.
La diferencia también está en el al aspecto operativo y regulatorio de estos instrumentos. Los ETF están sujetos a vigilancia y reportes por parte de los intermediarios financieros. Cualquier operación a través de un bróker queda registrada, y en muchos casos, las autoridades pueden solicitar acceso a esta información. Por el contrario, la tenencia directa de bitcoin, si se realiza con buenas prácticas de privacidad, puede preservar un mayor grado de autonomía financiera.
Además, hay diferencias en la exposición económica que ofrece cada forma de inversión. Cuando se adquiere bitcoin directamente, el inversionista obtiene una exposición plena al movimiento de su precio, sin cargos intermedios.
En cambio, los ETF de bitcoin cobran comisiones de gestión que se descuentan del valor invertido, lo cual impacta directamente en la rentabilidad final. Cuando el precio del bitcoin sube, el rendimiento del ETF también aumenta, pero la ganancia neta del inversionista será levemente menor debido a ese costo. Por otro lado, si el precio cae, las pérdidas se amplifican porque además de la caída en el valor del activo, se debe asumir la comisión.
A diferencia de tener bitcoin directamente, donde no hay un gestor que cobre por su custodia, los ETF generan un gasto constante que afecta el resultado financiero en cualquier escenario.
La frase de Kiyosaki “si conoces la diferencia, eres mejor que el promedio” resume el mensaje principal del autor. Para el escritor, quien cree que BTC llegará a USD 200.000 este año, la educación financiera implica entender no solo qué se compra, sino cómo se accede a ello y qué tipo de riesgos se asumen en cada caso.
Claramente, tener un ETF de bitcoin no es lo mismo que tener bitcoin. Esto es, en esencia, un instrumento financiero que refleja su precio, pero no otorga propiedad directa del activo.
Por tanto, si bien los ETF pueden tener un papel funcional dentro de una estrategia de inversión más amplia, no deben verse como sustitutos de bitcoin. En situaciones extremas, como crisis económicas o restricciones de acceso bancario, el control directo sobre los recursos puede ser la diferencia.
“Conozca las diferencias cuando es mejor tener material real y cuando es mejor tener papel”, señala Kiyosaki.