Hay muchos jóvenes que han acabado su carrera: abogados, ingenieros, médicos, arquitectos, etcétera. Algunos han conseguido entrar en una empresa, en un hospital, en la universidad en la que estudiaron, o en otros sitios. Los hay que se plantean hacer ahora o más adelante un programa máster. Pero también los hay a los que no les ha salido tan bien su carrera ni han podido entrar en una empresa y son conscientes de que pueden tener dificultades para ser admitidos.
Facilitar el desarrollo de sus hijos y conseguir que puedan tener una buena vida es una obligación de los padres. La cosa empieza con el colegio, luego la universidad o una escuela universitaria y posteriormente puede haber programas como los másters o los doctorados. Y mucha de esta educación puede ser fuera de España si los chicos y chicas se manejan bien en inglés.
Las reuniones personales valen mucho más que lo que vemos online
Todas las escuelas hacen una buena celebración cuando entregan los diplomas a los alumnos que han acabado su programa. En estas celebraciones, algunos buenos profesores imparten un discurso. Los padres y las madres asisten y van bien vestidos, y se nota que el avance de su hija o de su hijo que se gradúa es una gran satisfacción para ellos.
Ya lo enfaticé en su día, pero cuando se disparó al alza, especialmente durante la covid, la oferta de programas online de manera que los alumnos podían seguir el programa desde su casa, muchos pensaban que se había llegado al final de las clases con 40 o 60 alumnos en cada clase y en algunas escuelas varios cientos de alumnos haciendo su máster.

Estudiantes de máster exponiendo casos prácticos.
Pero todas las escuelas fueron dándose cuenta de que lo mejor de sus programas era su desarrollo presencial. Para los alumnos estar en una clase con 50 compañeros y poder participar en ella, a veces completando o yendo en contra de alguna aportación de un compañero, era una de las mejores oportunidades. Las conversaciones con compañeros en los tiempos entre clase, a veces en grupitos que comían compartiendo una mesa, no serían posibles entre ordenadores, que a veces no sabes si lo está viendo o escuchando alguien que está con un compañero y que no te gustaría saber que te está escuchando.
Cosas parecidas ocurren en las empresas. Un directivo que trabaja en una multinacional puede escuchar muchas veces al presidente de la empresa impartiendo discursos a un grupo en Nueva York, pero transmitiéndolo por internet a todos los directivos de la empresa en el mundo. Si alguna vez viene ese presidente, imparte en la filial de aquí un discurso que se transmite a todo el mundo, pero después hay un café o un almuerzo en nuestra filial y podemos saludarlo, hablar un poco con él y hacernos una foto, esta reunión personal vale muchísimo más que lo que vemos online.
Sigamos haciendo bien las cosas personalmente, aprovechemos las ventajas de internet, pero vayamos mucho más allá que el ordenador creando amigos y desarrollando nuestra valoración de forma positiva.